Eloy Romero, un historiador que analiza desde Colombia la interrelación entre el Viejo y el Nuevo Mundo

Eloy en la ciudad colonial capital del departamento de Antioquia.
Eloy en la ciudad colonial capital del departamento de Antioquia.
Eloy en la ciudad colonial capital del departamento de Antioquia.

Ana Rodríguez. Conocer la visión de la población autóctona hispanoamericana sobre su continente ha movido al estudiante de Historia de la Universidad de Huelva Eloy Romero Blanco a situar en Medellín temporalmente su residencia.

Este joven, natural de la capital onubense, lleva seis meses viviendo en la ciudad colombiana gracias al programa de Becas del Banco Santander, que favorece la movilidad entre estudiantes de América y España. Allí asiste a clases en la Universidad de Antioquía, donde está adquiriendo conocimientos que le serán de gran ayuda para especializarse en la interrelación entre el Viejo y el Nuevo Mundo, un campo que capta todo su interés y en el que el estudiante ha decidido centrar sus investigaciones.


Festival de Cine de Huelva

Romero fue estudiante del colegio Montessori y del Instituto Rábida y, hasta su marcha a Colombia, le quedaba muy poco para terminar la carrera de Historia en la UHU, formación que retomará en cuanto regrese a casa. Asimismo, el joven es un virtuoso del piano, instrumento que toca desde bien pequeño. Aprendió en el Conservatorio de Huelva y, actualmente, cursa el último nivel del grado profesional en esta especialidad.

Por otro lado, ya el año pasado, Eloy viajó con una beca Erasmus a Hungría, donde pasó seis meses. Una experiencia que, según afirma, “cambió buena parte de mi concepción del mundo. Crecí mucho como persona, tuve que aprender dos idiomas y ahora hablo un poco de húngaro e inglés, del que apenas sabía, pero del que me obligué a aprender viviendo con turcos y creando un círculo de amigos en el que el español no tuviese presencia continua”.


Puerto de Huelva

Eloy durante un viaje a Ecuador, en el volcán Cotopaxi.
Eloy durante un viaje a Ecuador, en el volcán Cotopaxi.

Tras aquella primera toma de contacto, el onubense decidió probar suerte con las Becas del Banco Santander, más acordes con sus objetivos de futuro, y que le han llevado a vivir una experiencia que está mereciendo realmente la pena según nos comenta:

– ¿Qué está suponiendo para ti esta estancia en Colombia?
– Realmente venir a Colombia me ha supuesto retrasar un año el comienzo del máster y la continuidad en mis estudios de Historia. Sin embargo, no es un sacrificio al que hubiera renunciado, puesto que la llegada a América me ha abierto los ojos a un mundo muy diverso y heterogéneo del que estoy aprendiendo mucho. También estoy agradecido a la Universidad a la que asisto, la de Antioquia, que me está proporcionando grandes conocimientos en su visión de América y del importante papel de los estudiantes en la defensa de la misma, así como la rica oferta gratuita a disposición de los alumnos para participar en actividades culturales, deportivas o de idiomas, lo cual evidencia un modelo que debería imitarse. Por último, la suerte de hablar la misma lengua me permite conocer mucho más su cultura y sus costumbres y adaptarme fácilmente a sus formas de vida.

– Háblanos de Medellín, ¿cómo es esta ciudad?
– Medellín es una ciudad rodeada de montañas. La zona de negocios presenta un desarrollo elevado, pero los amplios barrios periféricos evidencian gran desigualdad social. También es una ciudad muy verde, posee extensos parques y zonas de ocio. Su vida nocturna recuerda mucho a la de los bares abiertos en las ciudades de las costas onubenses, en los que resalta la música latina, teniendo un lugar de honor la salsa y el tango. El clima es otro de los puntos fuertes de Medellín, pues posee una media de 26 grados al año, de manera que aquí vivimos, como ellos publicitan, en la ciudad de la eterna primavera. En cuanto a la cultura, cada semana existe una amplia variedad de eventos de todo tipo, siendo muchos de ellos gratuitos.

Vista del Amazonas.
Vista del Amazonas, que también ha visitado el onubense.

– ¿Cómo es vivir en Medellín? ¿Difiere mucho de España?
– El ritmo de vida es diferente. Colombia es un país en el que se trabaja mucho, las jornadas son muy largas y ciertamente las retribuciones no son muy elevadas para el tiempo dedicado. Pese a ello, la alegría con la que viven los colombianos el día a día es muy contagioso. No difiere de nuestra tierra en cuanto al trato cercano que dispensan las personas aquí; cuando vas a una tienda o a pedir un café sientes esa confianza y cercanía que tenemos en Huelva, o cuando hablas con un desconocido la amabilidad impera. Muy diferente a España es en la concepción de las ventas. En Medellín se vende de todo por las calles, hasta lo inimaginable, desde chocolatinas a películas pasando por libros e incluso chupitos o trozos de tarta. Ciertamente es una ciudad con un sentimiento de identidad muy fuerte y cada vez más acostumbrada al extranjero, pero su aislamiento continuo a lo largo de la historia ha posibilitado que mantenga amplios rasgos propios.

– ¿Cuáles son los principales obstáculos que has tenido que superar durante tu estancia?
– Tuve algunos problemas con el lenguaje en las primeras semanas, puesto que ciertamente poseen una forma de hablar diferente a la nuestra en muchas expresiones y, en otras, el significado es diferente al nuestro. Por otro lado, extraño mucho la comida onubense, sobre todo el pescado. También fue difícil en los comienzos empezar de cero, puesto que necesitas generar una nueva vida en un país ajeno hasta encontrar de nuevo la estabilidad. Tuve que adaptarme a la idea de coger todos los días el metro para desplazarme, la necesidad de estar más atento (sobre todo por la noche, aunque no hay que alarmarse, nunca tuve problema) por las calles ante la posible inseguridad. A pesar de todo lo anterior, la adaptación a Colombia ha sido muy fácil.

– Se habla mucho de los problemas de drogas y seguridad en Colombia en general, ¿es así? ¿qué panorama te has encontrado en este sentido?
– En realidad en todos los países hay una importante presencia de drogas si sabes dónde obtenerlas. Sí es cierto que aquí existe una mayor abundancia y a precios más asequibles por ser zona productora, pero esta idea de ir por las calles y observar la venta ambulante y liberal de la droga no es una realidad. En cuanto a la seguridad, me sorprendió enormemente que casi todos los edificios residenciales tienen un portero y seguridad privada con cámaras contratadas. En Colombia en los últimos años se ha avanzado mucho en esa línea, pero hay determinadas zonas entre sectores tranquilos en las que no es recomendable pasear por la noche solo y, mucho menos, si eres extranjero. Luego, por lo general, de día puedes pasear libremente por la ciudad con cierta prudencia. No hay que tener un miedo paranoico, que sería injustificado y podría provocar el efecto contrario al deseado.

En la plaza Botero de la ciudad de Medellin.
En la plaza Botero de la ciudad de Medellin.

– ¿Qué es lo que más te gusta de Colombia?
– La gran oferta cultural y oportunidad que se le da a los jóvenes en el país. Es cierto que los sueldos son bajos en su mayoría y que es necesario trabajar muchas horas para conseguir un salario digno, pero no es menos cierto que Colombia ofrece grandes oportunidades para estudiar a los jóvenes más necesitados. Los precios son irrisorios para la mayoría de las personas que desee estudiar en la universidad, lo cual evidencia una apuesta decidida por los jóvenes.
Por otro lado, la simpatía de las personas en Colombia, el mestizaje de la población que dota a la sociedad de una belleza muy atractiva. Ello parte de la sensación de que en América todo es posible. Colombia es todavía un país que está creciendo y está generando nuevas vías de desarrollo, por ello aquí uno tiene la sensación de que puede construir ideas nuevas.
Finalmente, la biodiversidad del país es muy notable, puedes pasar de las costas tropicales a ver ballenas en el Pacífico, pasando por la calurosa región del Cauca al círculo cafetero antioqueño para llegar al Amazonas, retornando de nuevo al Caribe por el desierto del Magdalena.

– ¿Qué es lo que más te llama la atención de los colombianos?
– La sensación de renacer que tienen en sus seres. Colombia es una nación que ha sufrido mucho, que ha vivido cruentas matanzas por parte de los paramilitares, la FARC y otros grupos armados, pero aún así son capaces de enfrentar el día a día con gran simpatía y dulzura. Eso junto con su belleza (que no es un tópico) genera en mí el orgullo de poder compartir con ellos mi vida. En segundo lugar, que es un país de grandes contrastes y en el que uno no sabe qué se va a encontrar a la vuelta de la esquina. Es un país muy apasionante en el que cada día puede llegar a ser único.

– ¿Cuáles son tus planes futuros?
– Mis ideas pasan por terminar este semestre académico, que pasaré aquí en Colombia y con el que finalizaré la carrera; terminar el último curso de piano de grado profesional en el Conservatorio de Huelva, en el que deseo implicarme a fondo; avanzar en mis estudios de inglés y analizar las posibilidades de realizar un máster en América Latina o Estados Unidos que me haga especializarme más en los estudios americanos y su relación con España. Por último, ver a mi familia, amigos y mi perrita y pasar con ellos un tiempo incontable.

La luz natural, determinante en ecosistemas como las marismas o las dehesas.
El onubense echa de menos las puestas del sol en la ría de Huelva.

– Hablando de tu familia, ¿qué piensan ésta y tus amigos de tu marcha?
– Mi familia se mostraba temerosa de que me marchara a un país con tal mala imagen en España y Europa. Las noticias aparecidas en la prensa española solo hacen referencia a las matanzas y enfrentamientos en el país, es por ello que mi familia pensaba que las drogas, las luchas armadas y el subdesarrollo iban a ser una amenaza real para mí. Mis amigos, por otro lado, eran partidarios de que me fuera porque saben lo importante que es la movilidad y la interculturalidad en un país como Colombia.

– ¿Qué echas de menos especialmente de Huelva?
– Echo mucho de menos a las grandes personas que he dejado allí. Mis mejores amigos y mi familia están allí. Aunque suene tópico, la comida es otro aspecto importante, en Huelva se come muy bien y parece que uno necesita salir fuera para saberlo. Por último, echo de menos el pasear por sus calles cuando no hay mucha gente y poder disfrutar de esas calles estrechas de la ciudad y las puestas de sol en la ría de Huelva. También extraño la comodidad de la ciudad. Paradójicamente, irse de España es acercarse a ella. Esa nostalgia hacia la nación de origen propicia que uno quiera aproximarse más a la realidad española y se interesa por todo lo relacionado con la Península.

– Para terminar: un mensaje a los onubenses.
– Me gustaría que los onubenses, entre los que me incluyo, fuéramos más conscientes del pasado heredado para propiciar así una unidad diversa y abierta al exterior. Generar centros de debate cultural y social y potenciar la identidad de la ciudad de Huelva a través de la conciencia de ser ciudadano, evitándose así posibles discursos populares que clasifiquen y limiten las aspiraciones de los ciudadanos de generar una identidad abierta y diversa.

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