Rosa Mora. La idea de trasladarse de forma indefinida al extranjero, nos confiesa, le «aterraba», pero consciente de la excelente oportunidad laboral que se le presentaba, hizo maletas y tomó rumbo a la capital belga, Bruselas, a día de hoy, corazón de la Unión Europea. Nuestro Onubense por el Mundo se llama Jesús Márquez, tiene 29 años, es graduado en Administración y Finanzas y, por qué no decirlo, es un enamorado del sur, de su Huelva natal.
Su periplo por la ciudad de la ‘Grand Place’, el ‘Manneken Pis’ o el ‘Atomium’, entre otros muchos emblemas, comenzó hace más de un año. En mayo de 2014, Jesús aterrizaba en Bélgica para incorporarse a la plantilla de una empresa americana especializada en el sector de la industria química. La compañía, con un gran volumen de negocio, posee fábricas repartidas por todo el mundo, una de ellas en Huelva, para la que el onubense trabaja.
La calidad del chocolate y la infinita diversidad de cervezas han convertido a Bélgica en parada obligada para los amantes de estos dos productos que suman millones de adeptos por todo el mundo. A pesar de ello, incide Jesús, la gastronomía onubense -que tanto echa de menos- nada tiene que envidiar a una cocina belga que presume de patatas fritas como plato estrella.
Entre las cosas que más añora, el onubense destaca la familia, aunque también “esos ratos con los amigos tomando algo, sentados al solecito de alguna terraza echando unas risas”. Y es que reitera Jesús, “como nos reímos por ahí abajo no se ríen en ningún lado”. Reconoce que en un futuro le encantaría volver a Huelva –no pasan cinco meses sin que visite su tierra, y la Semana Santa es intocable en el calendario del onubense-, sin embargo, y mientras las condiciones económicas y laborales no mejoren, se continúa viendo allí. Mientras tanto, aprovecha todo lo bueno que una ciudad tan cosmopolita como Bruselas le ofrece, y disfruta viajando cada vez que tiene oportunidad, sin olvidar una de sus grandes aficiones, la bicicleta. Huelva Buenas Noticias ha hablado con el onubense de su experiencia en Bélgica.
– Cuéntanos, ¿Cómo llegas a Bruselas?
– Llegué después de que me ofrecieran un puesto de trabajo aquí. Es decir, que no me vine a buscarme la vida, en ese aspecto fue bastante fácil, ya que venía con un contrato firmado y sabía dónde iba a trabajar y lo que iba a hacer. Duro es tener que marcharse sin saber dónde vas a acabar. Ahí tuve mucha suerte. Lo peor de todo fue hacerse 2.200 kilómetros – que son los kilómetros que hay desde Huelva a Bruselas- en dos días.
– ¿Te imaginabas residiendo fuera? ¿Estaba en tus planes?
– Bien es cierto que yo era de esas personas que no se veían fuera de su ciudad en ningún momento, no tenía ese espíritu aventurero que otras personas puedan tener, pero claro, uno nunca sabe que le deparará la vida. Hoy en día, y aunque al principio la idea de salir fuera me aterraba, puedo asegurar que ese espíritu aventurero está muy despierto.
– Y la familia, ¿cómo reaccionó cuando les comunicaste que te irías a Bélgica?
– Digamos que fui preparándolo poco a poco, sobre todo a mis padres, ya que soy el pequeño de tres hermanos y por lo tanto el último en abandonar la casa familiar y eso para los padres -por lo menos a los míos- pues les entristecía bastante. Pero bueno, digamos que la reacción normal de la familia fue de mucha alegría, ya que en España, la situación, por desgracia, no es del todo buena, sobre todo para los jóvenes y era una muy buena oportunidad para mí.
– Trabajas en el departamento de compras de una multinacional americana, háblanos de la empresa ¿a qué sector de actividad se dedica?
– Es una empresa americana dedicada a la industria química, con fábricas repartidas por todo el mundo. Una de ellas ubicada en Huelva para la que yo trabajo.
– Y en lo que se refiere a tu día a día en el trabajo, ¿cómo lo resumirías?
– Pues el día a día es bastante interesante, yo disfruto mucho. Todas las jornadas hay un nuevo reto, se presentan nuevos problemas que hay que intentar solucionar siempre a la mayor brevedad posible. Digamos que ningún día es igual al anterior y nunca sabes qué va a pasar. Otra cosa que me gusta de mi trabajo es que te da la posibilidad de estar en contacto con mucha gente por lo que siempre estás aprendiendo.
– ¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre?
– Pues mi tiempo libre lo dedico principalmente a hacer deporte y viajar. Vivir en Bruselas te da la posibilidad de, en apenas dos horas de coche, estar en cualquier país, ya sea Holanda, Alemania, Francia, Luxemburgo e incluso Inglaterra. Y con un grupo de amigos, siempre que tenemos oportunidad hacemos un “road trip” por alguno de estos países. Tengo que decir que me traje mi bicicleta de montaña desde España pero es cierto que no la estoy utilizando tanto como me gustaría. El clima aquí es bastante distinto, levantarse un día temprano para montar en bici y que el termómetro marque -5ºC ,-2ºC sabiendo que, con mucha suerte, subirá hasta los 0ºC ó, en el mejor de los casos, a los 2ºC, quita la afición a cualquiera, por lo menos a mí, y es la principal razón por la que hoy en día apenas disfrute de ella como lo hacía cuando vivía en Huelva. Desde aquí mandar un abrazo a todos mis amigos y compañeros con los que compartía esos tan buenos ratos de bici -Venancio, Paco, Joaquín, Antonio, Seba (padre), Seba, Sergio, Ale y como no a Samuel -alias ‘el Castaña’-, esos ratos sí que los echo de menos.
– Bruselas: francés, inglés, neerlandés, ¿cómo te manejas con los idiomas?
– Por suerte para mí, aquí en Bélgica la mayoría de la gente habla inglés o, por lo menos, lo intentan. Pero al cabo de un año y medio viviendo en esta ciudad te acabas dando cuenta de que tarde o temprano tienes que aprender uno de los tres idiomas oficiales del país ya que no siempre -o no todo el mundo- habla inglés. Me temo que tendré que empezar con el francés ya que el Neerlandés, lo veo, o más bien lo escucho,demasiado complicado, pero bueno todo se andará…(risas).
– Vives en la capital belga, capital también de la Unión Europea, ¿te ha sorprendido la ciudad?
– La ciudad bien es cierto que sorprende bastante, principalmente por lo cosmopolita que es. Paseando por la calle es fácil encontrar casi todas las nacionalidades del mundo. Es muy común escuchar multitud de idiomas -alemán, italiano, inglés…y, por suerte o desgracia, mucho español. Lo realmente complicado es encontrar alguna persona que sea belga…(risas). Además hay muchos bares españoles donde es interesante ir, o por lo menos a mí me resulta interesante, sólo por ver y leer la carta en español y saber, al menos, que vas a comer.
– Y el país, ¿qué es lo que más te ha llamado la atención?
– Pues sobre todo el tema de los horarios. Aquí se almuerza realmente temprano. A las 12 de la mañana ya está la gente almorzando y, si por ejemplo, estás en la calle y no comes a esa hora, a partir de las dos de la tarde es muy difícil encontrar un sitio donde puedas o te quieran dar de almorzar. La cena es en torno a las 18.00 19.00 horas de la tarde. En España a esa hora mucha gente está tomando la merienda.
El tema de los horarios de los comercios es también bastante curioso. A las 18.30 horas de la tarde está casi todo cerrado por lo que si estás trabajando y necesitas comprar algo, en muchas ocasiones tienes que esperar al fin de semana para poder hacerlo.
Hay cosas curiosas también como por ejemplo el tema de tirar la basura. Si vas por la calle no ves ni un contenedor de basura, y es que aquí las tienes que sacar un día determinado de la semana y es cuando pasa un camión a recogerla. Hasta ahí todo bien, parece sencillo, pero el problema es cuando se te olvida sacar la basura el día que toca y tienes que estar con ella toda una semana en casa -toda una experiencia-. Yo conozco a gente que ha tenido que congelar basura porque no sabían qué hacer con ella. Reconozco que yo he hecho cosas aún peores que es mejor no contarlas aquí. Otra cosa curiosa, o por lo menos, a mí me lo parece, es que te cobren dinero por ir al servicio en bares, restaurante, metro, etcétera. Recuerdo una vez en el metro que cobraban 40 céntimos por usar el baño, en ese momento no tenía ni una moneda, así que saqué el billete que tenía -que en esa ocasión era de 20 euros-, yo realmente pensé, esta amable señora me dejará usar el baño sin cobrarme, ya que pagar 40 céntimos con 20€… Pues bien, no sólo me cobró los 40 céntimos si no que me dio todo el cambio, a excepción de un billete de 5 euros, en monedas de 20 y 10 céntimos. Desde aquí le mando un saludo a esa amable señora.
– ¿Algo a lo que te costará más adaptarte o acostumbrarte de Bruselas?
– Está claro que siendo de donde somos, lo más difícil es acostumbrarse al clima, no es sólo el frío porque, al fin y al cabo, si hace frío pues te abrigas y solucionado, pero eso de no ver el sol durante semanas…, llega un momento en el que no sabes por qué pero te afecta. Yo pensaba que eso era cosa de gente “rara”, pero para nada, en realidad afecta y mucho. La comida es otra cosa que no termina de convencerme, pero es que claro, venir de donde venimos y pretender que la comida al menos se parezca o tenga algo que ver con lo que estamos acostumbrados, es cuanto menos complicado.
– De gastronomía podemos hablar. Bélgica es conocido por sus cervezas, patatas fritas y chocolate, ¿una valoración general de estos productos?
– En cervezas y chocolate esta gente sacan sobresaliente, pero en cuanto a patatas fritas, con todos mis respetos, suspenden estrepitosamente, vamos que no saben lo que son unas buenas “papas” fritas ni soñando.
Donde se pongan una buenas “papas”, fritas en sartén, con aceite de oliva y unos dientes de ajos ,que se quiten todas las “belgian fries” “french fries” del mundo ¡Hombre, por favor!
Ahora bien, en cervezas, esto es una auténtica maravilla, las tienes de todos los estilos, sabores, colores, etcétera. Es una gozada para aquellos que nos gusta la cerveza, ir a un bar y tener una carta sólo de cervezas que en muchos casos es el doble o el tripe que la de la comida. Tengo como objetivo probarla todas pero creo que no va a ser posible… Lo del chocolate es otro asunto interesante, es una auténtica gozada acercarte en cualquier momento a una chocolatería y pillar una cajita de bombones para comértelos mientras paseas. El problema, es que dicen que las buenas chocolaterías son caras.
– ¿Has recibido la visita de familiares y amigos?
– Bueno, todo el que viene –que, por cierto, no son muchos- quedan bastante contentos o, por lo menos, eso dicen, y es que que Bruselas y las ciudades de alrededor -Gante, Brujas o Amberes, entre otras- tienen muchas, y muy interesantes, cosas que ver. Pero si soy sincero, todos los que vienen, al final, se van diciendo eso de “todo muy bonito pero como Huelva…nada”.
– ¿Cuáles son tus planes a corto plazo? ¿Te gustaría volver a España?
– Pues a corto plazo realmente me sigo viendo en Bruselas. Digamos que lo malo ya pasó, es decir, que los primeros meses aquí son los realmente duros. Son esos meses en los que se te viene a la cabeza en más de una ocasión esa pregunta de “¿qué hago yo aquí?” Pero, sí es verdad que, pasado esos primeros meses, te acabas acostumbrando y te acabas habituando a tu nueva vida. Conoces gente nueva, tienes otras rutinas y, al final, acabas encontrando tu comodidad.
Claro que me gustaría volver a España, aunque no por ahora. Creo que aquí se pueden presentar mejores oportunidades laborales que, por desgracia, en España y, al fin y al cabo, lo que uno busca hoy en día es estabilidad laboral principalmente.
– ¿Qué añoras más de Huelva?
– Pues de Huelva lo añoras todo en general, ya que por suerte somos de una tierra que tira bastante y tenemos una forma de ser -ni mejor ni peor que otra-, pero muy especial. Tengo que reconocer que siempre que puedo presumo que soy de Huelva, aunque la mayoría de la gente no sabe ni donde está…(risas).También es cierto que siempre que tengo oportunidad estoy allí. Realmente creo que no he estado más de cuatro o cinco meses sin ir, y pienso seguir haciéndolo así. Semana Santa siempre está tachada en mis vacaciones a primero de año, eso es inamovible. Añoro de verdad esos ratos con los amigos tomando algo, sentados al sol de alguna terraza echando unas risas, porque otra cosa es que, como nos reímos por ahí abajo, no se ríen en ningún lado. La familia la añoras bastante, sobre todo cuando sabes que algún familiar está enfermo y te gustaría estar allí, esos ratos son bastante malos.
– Más de un año ya en Bruselas, ¿cómo valoras la experiencia?
– La experiencia, muy positiva sin ninguna duda. Salir de tu espacio de confort te hace darte cuenta de que realmente eres capaz de hacer cosas que nunca se te habían pasado por la cabeza, y eso en muchas ocasiones te llena de orgullo. Ya lo he dicho antes, no me veía viviendo fuera de Huelva y ahora me veo viviendo en cualquier parte del mundo.
– Qué mensaje mandarías a los onubenses.
– Siempre digo lo mismo, si me he marchado yo de Huelva para trabajar en Bélgica, lo puede hacer cualquiera. Ya lo he dicho antes, a mí me aterraba la idea de salir de mi ciudad, pero a veces lo mejor es no pensar y tirar adelante, y con un poco de suerte todo sale bien. Yo animo a todo el mundo al que se le presente una oportunidad de trabajar en el extranjero que la aproveche, que no se lo piense y que se marche. Que no va a perder nada sino todo lo contrario, a la larga se dará cuenta de que todo son beneficios.
-Muchas gracias.
– Gracias a vosotros.
2 comentarios en «Jesús Márquez, de Huelva a Bruselas para trabajar en una multinacional americana»
Este tío es un figura!
Orgullosa de haber conocido a este niño. Hay gente que entran en tu vida y la cambie para siempre.