Ramón Llanes. El Condado es como un viejo lagar lleno de misterios y con la viveza del tiempo en todos los ojos que lo cuidan. Es mucho de vendimia y de trasiego y de bodega y de vides y de caldos amielados y de curtidas manos y de sombras y de luces y de riquezas y es también mucho de belleza y de valentía y de predisposición y de ilimitadas ilusiones; El Condado es mucho de todo, de cornucopias y devociones que brillan con las tardes largas esperando las puestas del sol entre las generosas cepas, la lontananza aliviando los desasosiegos que el rigor de la edad va marcando en las sienes, hombres engendrados para curtirse en la sola verdad que preside la genética.
Condado de casas con emblemas y tierras de labor que enjugan los cansancios por crearse con tanta vulva de bondad y con tantos sentidos; Condado egregio, cúpula de ancestros habitantes con historias profundas, lugares para admirar desde la sorpresa, sitios de agua y de tragos alegres con la vida, calles como enjambres de balcones y azulejos, paseos de prestancia y evocación, plazas donde se acuerdan las próximas tareas, iglesias con el postín en la esbeltez y en los retablos, la armonía de lo estético naciendo de cada rincón y todo el mar de verde y silencio que inunda los sentimientos más limpios de los seres que pueblan con aprecio esta tierra que habla y transmite sensaciones de afecto.
Niebla en el centro infinito de su importancia, fortificada y carismática, cálida y entretenida en sus planes de valor como siempre, poniendo la excelencia en el nombre; y todos los pueblos, blancos desde las entrañas, capacitados y capaces, agricultores y artesanos, entendidos y cultos, hombres del Condado que están apasionadamente necesitados de vivir la tierra y de pisarla con la amorosidad y el respeto que los siglos enseñaran. Cualquier sabor puede buscarse en el Condado y cualquier época huele a encanto, los inviernos tranquilos y cortos, las primaveras nacientes, los veranos de sofoco y jornal, los otoños caldeados, las estaciones respondiendo a la premonición de la manera más íntima de sobrevivir.
El Condado es un hervidero de causas que se definen acertadamente todas en los sabios moldes de virtuosismo de sus habitantes para saber entender esto tan complejo de la convivencia y saber llevarlo a la práctica con modestia y sencillez alcanzando altas cotas de perfección. Es gustoso vivir en el Condado, todos sus entornos están dotados de capacidad y confluyen en esta parte de la tierra con una llanura que ofrece mucho de ella y un elenco de humanos que la prestigian. Y todo se adorna de cultura y de arte. Un paraíso pequeño e inmenso es nuestro Condado.
