Ana Rodríguez. Maestro de profesión, poeta de alma. Son las dos caras más visibles de un hombre que se llama Manuel Calvarro. Muchos lo conocen porque aprendieron sus primeras nociones de arte o historia por su boca en el Colegio Montessori, donde aún sigue impartiendo clases… aunque por poco tiempo. Después de casi toda una vida en el centro educativo onubense, éste será su último año como tutor, ya que piensa jubilarse en cuanto cumpla los 61 en 2016. «Soy un enamorado de la vida y pienso que respirar todos los días es lo principal y, si puedo hacerlo con tranquilidad, pues mucho mejor», expresa divertido.
Calvarro nació en Madrid, pero pasó su infancia y juventud viajando por gran parte de la geografía española debido el trabajo de su padre –veterinario-, hasta que a los 20 años fue a parar a Huelva, a la que llama su «ciudad de acogida». «Yo era un apátrida cuando llegué aquí», afirma, a la par que reconoce que se siente onubense y que muchas de sus obras son un homenaje a esta ciudad que le abrió sus brazos.
Llegó a estas tierras casi por casualidad. Por entonces, Manuel trabajaba como educador en un centro de Ávila para poder pagarse los estudios de Magisterio, pero él quería cambiar de aires y su director tenía familia en un colegio de Huelva, así que le ayudó a mudarse al sur.
Terminar la carrera especializándose en Humanidades fue el primer punto de su amplia trayectoria, pues jamás dejó de formarse dada su actitud inquieta y curiosa. A lo largo de los años, Calvarro también estudió Pedagogía Terapéutica, Artes Aplicadas y un Experto en Artes Plásticas y Audiovisuales en la Universidad de Huelva, «y ya dejé de estudiar porque tenía muchos títulos», asegura entre risas.
Sin embargo, su profesión oficial ha sido la docencia. Manuel casi siempre ha enseñado en Primaria porque él quería ser «maestro, no profesor», años durante los cuales se ha ganado su buena reputación y, lo más importante, el afecto de los escolares: «todos los niños quieren dar clase conmigo. Mis alumnos me quieren y eso para mí es fundamental».
La otra cara de esta indivisible moneda que es Calvarro es la artística. Manuel afirma que no se considera un artista, sólo una «persona que hace cosas», afirmación que justifica con las siguientes palabras: «a lo que hago no le doy ninguna importancia porque me resulta fácil y disfruto con ello, es una cualidad. El arte para mí es una ocupación de mis múltiples ocupaciones«.
Y no le falta razón en eso de “una de mis múltiples ocupaciones”, ya que es un ‘todo terreno’ que lo mismo pinta un cuadro o esculpe una obra que restaura una moto o se atreve con un trabajo de fontanería o albañilería. «Siempre he sido así de inquieto. Reconozco que no tengo zapatillas de andar por casa», destaca.
Miembro de la Asociación de Artistas Plásticos Onubenses ‘Enrique Montenegro’, este maestro posee obras en colecciones de España, Brasil, Italia, Korea, Francia, Bélgica y Portugal y ha expuesto en ciudades de Argentina, México, Holanda, Finlandia, Venezuela, Alemania, Reino Unido o Canadá, entre muchas otras. También ha colaborado con medios de comunicación –actualmente lo es de la revista digital BOE861, de César Reglero, y de la Revista Ensamblada La jirafa en llamas– y publicado en una veinte de antologías, entre ellas, en las de poesía visual de los últimos 10 años (Poesía visual andaluza, Poesía visual española. Antología incompleta, etc.).
Y es que, desde hace 15 años Manuel dedica sus esfuerzos, principalmente, a la poesía visual, un movimiento artístico bastante asentado en España y conectado con el mundo universitario, aunque en Huelva son pocos los que la practican. Se trata de una disciplina en la que lo importante es el concepto: «la muerte, la miseria humana, la vida, los movimientos del cambio, el paso del tiempo… ¿Cómo reflejas en una obra la pobreza, la miseria o el dolor? A través del arte conceptual. Lo que importa es que la persona que contempla la obra, de un solo vistazo, tenga un pensamiento. El artista debe ser un provocador de la gente del tiempo que le ha tocado vivir, pues el arte es un compromiso con la sociedad y por ello no tiene que dejar a nadie indiferente«.
En este sentido, la exposición de la que más orgulloso está este poeta visual, como le gusta considerarse, es una que mostró en el Museo Provincial de Huelva. En ella, por ejemplo, una de sus creaciones constaba de un grano de arroz sobre fondo negro. Su título: ‘Hambre’.
Asimismo, cabe recordar que Calvarro fue uno de los profesionales que participó en 2013 en la exposición ‘Huelva, La luz dentro del tiempo’, un proyecto que llevó la Diputación a ARCO y que consistió en la instalación de una biblioteca envasada en la que se mostraban 19 unidades (a modo de probetas) de cada artista participante. Entre la casi veintena que ideó Manuel se encontraba una llamada ‘Opio‘ en la que el autor le cambió a un rosario las cuentas por pelotas de fútbol, así como otra bautizada como ‘Horas bajas’ que contenía dos cuchillas de afeitar… «eran poemas objeto, que es un apartado de la poesía visual», explica.
El de ARCO fue, según comenta Calvarro, uno de los proyectos más interesantes en los que ha trabajado, junto con otro que llevó a cabo para el Colegio de Arquitectos de Huelva: «cogí una puerta de entrada a una casa y la pinté de celeste, le puse un pomo dorado, la palabra ‘Dios’ y un cartel de ‘No molesten”.
Lo último en poesía visual que lleva la firma de este maestro son 30 obras originales para la Revista Ensamblada La jirafa en llamas, una publicación de editores independientes que coordina Alfonso Aguado Ortuño.
Pero Calvarro también lleva años practicante el arte postal o mail art, una iniciativa que consiste en el intercambio de obras vía correo postal con otros autores. Este método lo descubrió hace años, cuando visitaba una exposición en una galería de Moguer y se fijó en que, junto a las obras expuestas, aparecían unas direcciones postales. «Se trataba de una muestra de mail art y yo no lo sabía. Así que se me ocurrió enviar creaciones a todos ellos», recuerda.
Desde entonces son muchas las piezas que ha intercambiado ya que, como él mismo relata, «mantengo correspondencia con gente de todo el mundo: Chile, Brasil, Francia, Canadá, China, Italia, Alemania… lo que me mandan lo archivo en carpetas. Yo siempre envío relicarios de Huelva, es decir, obras que tienen siempre las palabras ‘Relicario’ y ‘Huelva’ y en las que incluyo objetos de aquí, como arena de la playa, plumas de ave, hojas de árbol… todos los tengo numerados y con sus fichas para saber quién los tiene y dónde. Estos relicarios son un homenaje a la ciudad que me acogió». Así pues, el maestro ha creado una colección de ‘Relicarios de Huelva’ que se hallan repartos por todo el mundo en manos de las personas más variadas.
Otra de las grandes pasiones de Manuel es la escultura, pero en este ámbito cambia su estilo conceptual por la figuración imaginativa. Sin boceto ni guía, talla directamente sobre la piedra ‘lo que le sale’, siguiendo la filosofía del gran Miguel Ángel de que la obra está dentro y sólo es necesario eliminar lo que la recubre para que salga a la luz.
Las creaciones de Calvarro pueden contemplarse en dos exposiciones que se encuentran abiertas al público. Una de ellas, que con anterioridad se ha podido ver en Miami, es una muestra colectiva en Bodegas Juncales, en Bollullos, titulada ‘Platero antes de Platero’. En ella exhibe, junto a otros artistas, su visión de la obra de Juan Ramón Jiménez en torno a la figura de Platero. Asimismo, también tiene otra exposición, ésta de poesía visual, en itinerancia por el Condado de Huelva.
Asimismo, también ha colaborado recientemente en un libro de fotografías de Eduardo Barbero, escribiendo las letras que acompañarán a una de las imágenes. Él es uno de los 130 poetas que han prestado su pluma en esta obra.
En resumen, podemos decir que este onubense de corazón es, aunque a él no le guste el término, un artista en el sentido más amplio de la palabra y, lo que es igual de importante, un gran educador cuyas enseñanzas están grabadas en el recuerdo de varias generaciones.
9 comentarios en «El maestro Manuel Calvarro, un poeta visual que ha dado a conocer Huelva por todo el mundo con sus ‘relicarios’»
Un gran compañero y mejor persona!!
Grandísimo educador donde los haya. Una suerte que podamos disfrutar de tu inmensa humanidad y de tu sapiencia. Formador de personas. Maestro en una palabra.
MAESTRO, que viene de Magister que significa EL QUE SABE.
Orgulloso de que sea el profe de mi hijo durante dos años.
Todo un Maestro de la vida.Felicidades
Gran artista y mejor persona.
El listón del magisterio debe estar muy alto. Él es uno de los que contribuye a esa altura. Nunca olvidaré sus tablas de multiplicar, sus números romanos y sus excelentes dibujos.
Tuve la suerte de tenerle de profesor y tutor durante varios años. Hace más de diez años de eso y aún lo recuerdo como si fuera ayer… Por algo será.
Magnífico artista y excelente PERSONA
Ole mi profe del alma. Marcastes mi vida. Sabes que te quiero! Mucha felicidad en tu nueva etapa.
El mejor profesor del mundo. Los holandeses no han hecho que me olvide de él.