Carlos Arroyo. Plaza de Toros de Valverde del Camino, segundo festejo de la feria, con tres cuartos largos en los tendidos, se lidiaron toros de Millares, de buen juego en líneas generales, nobles, se le concedió la vuelta al ruedo al último de la tarde como premio al conjunto de la corrida, para los diestros;
Álvaro Lorenzo, de azul rey y oro, estocada casi entera caída, oreja; estocada de efecto fulminante, oreja.
Ginés Marín, de verde botella y oro, estocada, oreja; pinchazo y estocada, oreja.
David de Miranda, de blanco y azabache, estocada, dos orejas; estocada, dos orejas y rabo.
Magnífico juego el demostrado por parte de los novillos de la ganadería triguereña de Manuel Ángel Millares, en la que se proclamó triunfador sin paliativos el también triguereño David de Miranda, obteniendo cuatro orejas y rabo, continuando así la marcha triunfal en esta temporada de consagración definitiva.
El último de la tarde fue premiado con la vuelta al ruedo, más por el conjunto de la tarde que por las condiciones del utrero. Muy buen juego de los novillos que permitieron el triunfo de los tres novilleros actuantes.
El tercero de la tarde, primero del lote de David de Miranda, blandea en los primeros tercios, lo que no es óbice para que el de Trigueros no arranque la primera ovación fuerte de la tarde en el quite por cordobinas. Quieta la planta, y el toro rozando con sus astas el cuerpo del torero. Con la misma tónica comienza la faena de muleta por estatuarios. Se va afianzando el toro a base de temple y quietud, la mejor medicina.
Buenas series por el pitón derecho, al natural se descompone algo más el novillo. A pesar de ello, consigue David una serie meritoria por el izquierdo. Remata la faena en el epílogo con bernardinas ceñidas, donde se funden los ayes con los olés. La espada viaja certera, y el novillero pasea las dos orejas.
En el sexto de la tarde llegó el momento álgido de la tarde y de esta feria de dos novilladas. Todos los tercios se realizan con limpieza y acierto, ¡cómo lo echamos de menos ayer!, resultando todo lucido.
Desde el recibo capotero a la verónica, pasando por un magnífico puyazo de José León, seguido por un quite por tafalleras y un gran tercio de banderillas, en el que Pereira y Muriel son obligados a saludar tras la ovación del respetable. El toro es el más encastado de la embestidas. Buenas series en redondo, y mejores con la mano de la verdad. El toro lo prende en un desplante, propinándole una fuerte voltereta que se salda con un aturdido David y roto en la taleguilla. Se repone el torero, y se mete aún más en los pitones en el toreo de cercanías, sin desprecio del temple. Remata por manoletinas ceñidas, lo que hace que la emoción invada estocada tirándose en el morrillo del utrero sin contemplaciones. Pasea los máximos trofeos en clamor.
El primero de la tarde no muestra excesivo poder en la muleta de Álvaro Lorenzo. El torero se afana, aunque el toro se viene abajo demasiado pronto. Va acortando las distancias hasta terminar en toreo encimista, dominando las embestidas del burel con buen oficio. Muy hecho está este novillero. La estocada caída, pasea en trofeo. En el cuarto sale bullicioso, de rodillas en el tercio toreando a la verónica.
El toro tiene menos clase en la muleta , se rebrinca, y el toledano no se inmuta, colocando la franela por delante y conduciendo al astado. De nuevo termina la faena en las cercanías, rubricando su seria actuación con una estocada de efecto fulminante.
El jerezano Ginés Marín tiene gusto y temple con las telas. A su primer oponente lo lancea con gusto a la verónica. En la muleta, se queda corto y se rebrinca por la falta de fuerzas. Se afana el novillero, premiado con una oreja tras la estocada. El quinto de la tarde es el de menos fortaleza de la tarde.
Tras el recibo con larga cambiada de rodillas, quita al novillo por gaonera con gusto y riesgo. El toro necesita que se le haga todo con suavidad y temple, y así lo hace el novillero, en la fase de más vistosidad y toreo más preciosista de la tarde. Los últimos pasajes de la faena son a base de bernardinas, y las estocada tras pinchazo le supone la oreja que le permite acompañar a sus compañeros de cartel por la puerta grande.