Redacción. El Museo de Huelva ofrece a partir del viernes 14 de agosto la exposición ‘Esculturas de la colección de Bellas Artes del Museo de Huelva’, una muestra que exhibe todas las piezas escultóricas que habitualmente se conservan en los fondos de reserva del Museo. Comisariada por Enrique C. Martín, conservador del Museo, la muestra permanecerá abierta hasta finales de septiembre en las salas 3 y 4.
En un museo la colección es consecuencia de la propia historia de la institución. En el caso de Huelva, la Desamortización de bienes eclesiásticos de 1835-1836 no cristalizó en el Museo que el Estado contemplaba, al menos teóricamente, en todas las capitales provinciales y se perdió la posibilidad de nutrirse de las obras de arte de los 25 conventos masculinos de la provincia y de otras piezas que hubieran podido añadirse durante todo el siglo XIX. Habrá que esperar hasta 1921 para que se inaugure el Museo Provincial de Bellas Artes, que desgraciadamente cierra sus puertas en 1935, pasando de largo así otra posibilidad de incremento patrimonial: la derivada de la incorporación de bienes procedentes del patrimonio eclesiástico salvado de los sucesos del verano de 1936.
Cuando en 1973 abre sus puertas el Museo Provincial de Huelva su primitiva colección solo contaba con tres esculturas a las que se sumaron las adquiridas por el Ministerio de Educación y los depósitos de otros museos. Desde entonces solo algunas loables, y escasas, donaciones han ido incrementando su número, pero en contrapartida en los últimos años se han restaurado una decena de piezas con lo que las posibilidades expositivas han mejorado y permiten ofrecer, por primera vez, una visión de conjunto. Como la colección adolece de lagunas cronológicas y de escuela, más que presentar un panorama coherente de la historia de la escultura, la exposición pretende evidenciar la calidad y el vigor plástico de tallas, mármoles, terracotas y bronces, con un amplio arco cronológico que abarca desde la Edad Media hasta la actualidad.
La colección se inicia con cuatro piezas medievales entre las que destacan dos hermosas “Vírgenes de Majestad” del s. XIII, de escuela castellana la de época románica y navarro-aragonesa la gótica, obra esta última de gran delicadeza y del mismo estilo que un “Apóstol”, uno de los evangelistas, posiblemente del siglo XIV. La “Virgen de la Caridad”, concebida para ser colocada en alto, es obra a reseñar aunque la inexpresividad del rostro la acerca más a un discípulo que al propio Juan de Juní. Una “Virgen con Niño”, sevillana del último tercio del siglo XVI es una buena talla cuya visión queda alterada por los repintes de su policromía. El ‘Padre Eterno’ es obra de calidad media pero con el interés de proceder de la propia ciudad de Huelva. Un conjunto de terracotas sevillanas del siglo XVIII presentan un notable interés, está formado por obras de Cristóbal Ramos, Blas Molner, del raro y exquisito Sebastián Morera y por dos pequeños y encantadores barros trianeros. Otra “Virgen con Niño Jesús” de escuela madrileña de finales de siglo XVIII responde a la influencia académica que huye de lo barroco en composición y policromía, su estudio permitirá afinar una atribución más concreta. Del sevillano Joaquín Bilbao hay cinco terracotas preparatorias para otras tantas piezas definitivas que realizó para la portada de la Concepción de la Catedral de Sevilla que, inacabada, se completó a principios del siglo XX.
La temática no religiosa aparece por primera vez en nuestra colección a través de José Alcoverro y Amorós con su obra “En la pelea” (1897), bronce muy narrativo y de calidad a pesar de que algunos críticos achacaron a su autor un exceso de realismo. Antonio Pinto Soldán natural de la Palma del Condado, es autor de “Modestia”, realizada en 1912 en Roma, donde residía su autor, este bello y delicado trabajo es posiblemente un retrato de la hija del artista. Con “Polo”, un hermoso busto de bronce que hunde sus raíces en la estatuaria griega obtuvo Jaime Costa y Vaqué un primer premio en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1928. Muy representativos de la plástica de esos años son los retratos de la pintora Ascensión Hernanz, de 1952 el debido a Juan Polo Velasco y de 1949 el de Carmen Jiménez Serrano, que su autora utilizó como boceto para “Eva”, que ganó ese año el Premio del Círculo de Bellas Artes de Madrid.
Por donación ha ingresado en el Museo un pequeño grupo escultórico representando a la “Virgen de las Angustias”, realizado en 1958, y que a pesar de ser boceto es obra exquisita y ricamente policromada del imaginero onubense Antonio León Ortega. Acabaremos el recorrido de nuestra colección con otro retrato de artista, el del pintor José María Franco, realizado en terracota por su hijo Alberto Franco en 1994.
En el verano de 2010 se expuso de manera global por primera vez el conjunto escultórico del Museo de Huelva gracias ambiciosa campaña de restauración de piezas que se venía realizando desde años atrás posibilitaba presentar dignamente la colección. Cinco años después las esculturas de la Colección de BB.AA. vuelven a ser expuestas, sirviendo la ocasión para presentar cinco piezas que no estuvieron presentes en el año 2010 : dos de ellas (San Juan Bautista y Soporte italiano de mármol con decoración tallada) por estar necesitadas de una profunda restauración, y otras tres por haber ingresado en el Museo con posterioridad, mediante generosa donación; las obras donadas (retratos de Alejandro Herrero y Mariagus Molina por A. León Ortega y figura masculina del siglo XIX de inspiración clásica) lo han sido por los hermanos Herrero Molina y por doña Aurora Castro. Otras cuatro obras (que en 2010 se expusieron sin restaurar) lucen en esta ocasión en un estado óptimo: cuatro tallas de vírgenes -dos de estilo románico, una renacentista y otra neoclásica- y una imagen de San Sebastián del siglo XVI, que ya fue pieza del mes a principios del presente año. En sendas ocasiones el proceso fue financiado liberalmente por la Compañía Española de Petróleos CEPSA.
Por último, es preciso destacar el pedestal italiano del siglo XVIII, importante pieza -completamente inédita- que hasta ahora ha formado parte de la Sección de Arqueología y que adquiere todo su sentido al incorporarse a la Sección de Bellas Artes de nuestro Museo. Ingresó en 1973 junto con el resto de la colección del Museo de Riotinto y su primera procedencia es una incógnita pudiendo conjeturarse que llegara a las Reales Minas en la segunda mitad del siglo XVIII ,cuando eran dirigidas por Tomás Sanz, aunque también es posible que fuera aportada en el siglo siguiente por la compañía británica.