José Luis Rúa. Se nos va el tiempo como quien no quiere perderse nada. Se nos va el verano y hace tan solo unos días que abrió sus puertas. Se nos agolpa el trabajo porque no queremos perdernos ritmo pero es que la ocasión bien lo merece. Hoy en Ayamonte hay unas cuantas exposiciones abiertas al público, exposiciones de distinta materia y temática, pero es que nuestra ciudad se viste así, de mil lienzos y utilizando toda la gama de colores.
Hace unos días hablaba de la exposición de Alberto Moreno que debutaba en esta plaza con una enorme actuación. Mañana seguramente tendré que mencionar ese Paseo por el Arte que está a punto de abrir sus puertas en su tercera edición y ahora tengo que hacer referencia a una exposición colectiva de enorme calado que se nos ofrece en la Ermita de San Sebastian, en el antiguo barrio de La Villa.
Siete paletas compiten en espacio por atraer la mirada del espectador curioso o, del conocedor de la tendencia pictórica de la ciudad y buscando alguna novedad, alguna sorpresa o reafirmándose en el conocimiento de los ya clásicos autores. Siete pintores que cubren el calendario en cuanto a edad, los espacios en cuanto a maestría y la diversidad en cuanto a la manera de manifestarse a través de un soporte.
Si Fátima Concepción se mostraba como hace unos días en “ Matices”, con sus paisajes de las Huertas o del mismo Castro Marín, hoy además, nos deja caer el calor del verano con una imagen de la playa sembrada de sombrillas. Fiel a sus últimos trabajos se hace dueña de una paleta llena de matices de verdes y azules. Manolo Giráldez por su parte, refuerza su dominio del hiperrealismo y nos regala esos paisajes de las olas rompiendo en la playa con una maestría inmejorable, sin olvidar el recordarnos esas composiciones sencillas y cargadas del realismo cotidiano.
Juan Vázquez, maestro del lápiz y la textura se adentra de nuevo por las dunas y las playas y juega con sabiduría con las luces y las sombras. Tambien se recrea de manera especial con los oleajes y las figuras caprichosas de la arena sometida al imperio del viento.
En esta convocatoria no podía fallar el pintor por excelencia de la Villa y de Ayamonte, Angel Guerrero D´Esury. Sus clásicas imágenes del barrio alto. Sus diseños y trazados de arquitectura sometidos a la disciplina de colores cálidos, de tonalidades pastel que juegan con la experiencia del maestro y se someten a su eterno capricho. Y sin movernos del barrio, Oscar Fábregas ofrece una temática también muy suya, muy de su barrio. Muestra una visión distinta en blanco y negro, de escenarios costumbristas y de paisajes urbanos que parecen detenidos en el tiempo. Siguiendo con la arquitectura, Patrick Descamps, hace malabares con el blanco y el azul y se detiene constantemente en las azoteas de la villa, como se podría haber detenido en cualquier ciudad moruna. Como los antiguos bancales que nos dejaron los árabes, el pincel de Patrick lo ha hecho con las azoteas que buscan la puesta del sol en lo más alto del barrio. Y finalmente, haciendo un mundo aparte, José de la Rosa se centra en el rostro, en la figura, en la expresión humana o en la religiosa, por la que siente una enorme devoción. Es una visión distinta y un enfoque muy particular.
Siete sensaciones distintas, temáticas similares en algunos casos y visiones personales en cada uno de los soportes ofrecidos en esta colectiva, que se repite verano tras verano. De momento sigue abierta la muestra hasta el 23 de agosto en horario de tarde-noche 20.30 a 22.30.h. Un espacio recuperado para la cultura y gestionado por la Asociación juvenil El Solá.