Antonio Delgado Díez. Cuántas veces soñé después de ir almacenando en un cajón cuartillas y cuartillas escritas con mis recuerdos… Nunca me imaginé que aquello se convertiría en un libro. A veces, cuanto topaba con aquellas cuartillas que ya empezaban a amarillear, porque fue hace 30 años, cuando no sé cómo empecé a escribir mis vivencias y recuerdos, seguramente sería una tarde de invierno, cuando duerme mi Punta, seguro escribiría y escribiría de un tirón montones de recuerdos. Luego lentamente, a medida que pasaban los días, y entraba la primavera, aquellas tardes donde empieza a nacer la vida…
Cuando llegaba el verano, entre las pescas, baños, jaleos de vida…pararía, para luego más tarde, en los días de otoño, cuando se me movía otra vez el alma, empezaba otra vez a recordar y escribir más recuerdos… Lo que sí tuve muy claro desde el principio, fue, que si alguna vez se llegase a convertir en libro, se llamaría “Punta Umbría de mi alma, caminitos de madera” y donaría sus beneficios. Y pasaron los días, los años, y las cuartillas amarilleaban cada vez más, hasta que mis hijos decidieron convertirlo en libro y publicar mis recuerdos.
Hoy precisamente (25 julio) hace un año que mi sueño se convirtió en realidad, antes recopilación de fotos, de artículos, de nerviosismo de meses, de inseguridad y hasta vergüenza, la verdad. Y aquella Iglesia de Nª Señora del Carmen, donde el Padre Echevarría, me dejó para su presentación. Cuando llegué, no sé explicar aquella sensación que sentí, parecía estar flotando como en un sueño…tantos y tantos amigos, conocidos, gente y más gente. Don José María Segovia, el que desde primer momento me prestó todo su apoyo y mi compadre Rafael Delgado, grandes escritores y poetas, se ofrecieron a presentármelo.
Y sin parar de darle gracias al cielo “como una zombi”, iba dedicando mi librito uno a uno, sin pensar ni siquiera en la dedicatoria. Satisfecha y rodeada de cariño de haber realizado un sueño, ya que siempre tuve en mente por aportar algo a mi pueblo. Cuando me paran y me dicen que han disfrutado y revivido lo que escribí, aquellas vivencias, aquellos recuerdos de aquella Punta Umbría del alma que tanto llevamos dentro, disfruto y vuelvo a mirar al cielo, igual que cuando veo la ría en calma, que a veces tiene el agua como un espejo, la playa, las puestas de sol, las grandes mareas y las grandes bajamares, las salinas, los flamencos, charranes…y tantas y tantas cosas, que otro día seguiré hablando y recordando a la Punta Umbría de mi alma, caminitos de madera…