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Carlos Fernández / @karlos686. El cine de animación infantil se coronó hace unos años con la presencia de unos personajes diminutos y amarillos -y no hablo de Los Simpsons- que servían al mal siendo unos completos desastres. La acertadísima decisión de dedicarles una película a estos entrañables, divertidos y adorables personajes, los minions, que sin duda pretenden hacerle frente al taquillazo de la decepcionante Jurassic World, constituirá una hora y media de tu tiempo, o del de los más peques, en la que el mejor cine de animación te hará olvidar ese coche mal aparcado, esa reunión del día siguiente o simplemente cualquier mal rollo de la cabeza.
Los minions están en pantalla y pese a su condición de precuela de animación comercial, la película no decepciona absolutamente nada. El ritmo es trepidante con un humor tan adulto a veces como absurdo la mayoría y lo bien que le sientan a estos pequeñuelos amarillos. Muchos fuimos los que nos preguntamos si los minions podían ser los protagonistas de toda una película sin perder la gracia y la respuesta, sorprendentemente, es que sí. Pueden, y pese a no poseer la ambición emocional de gigantes como Pixar o Dreamworks, Los minions han acabado constituyéndose de manera inmediata como uno de los mejores personajes de animación de nuestra época con un lenguaje que no hace falta entender.
Estamos ante animación pura, casi sin diálogos en castellano (sólo en idioma minion), cosa que no se veía desde Wall-e. El guión se basa en infinitos gags de los tres divertidísimos personajes (Kevin, Bob y Stuart) que no querrás parar de ver y, lo más difícil todavía, no cansan ni saturan como podría ocurrir fácilmente. Hay energía, ritmo y locura en la animación de esta película que no pretende enseñar nada, simplemente tiene un único objetivo: sacar una sonrisa. Los minions valorarán tu tiempo y tu dinero a cambio de una banana o de tus risas.