Juan Carlos Jara. Faemino y Cansado se preguntaban, en uno de sus geniales números cómicos, por qué el descubridor de los rayos X habría bautizado con una denominación tan vulgar un adelanto tan importante para la medicina y para el ser humano y no con un nombre que lo identificase claramente con él, como científico que logró ese avance de incalculable valor, para convertirle en uno de los hombres más afamados de la historia.
Hace solo unos días, a finales de la pasada semana, se concretaba por fin la anunciada venta del paquete mayoritario de acciones del Recreativo de Huelva, que a partir de ahora y según los pocos datos que tenemos, pertenece a un grupo hispano-mexicano. La peculiar compra del club decano por parte de estos inversores me recuerda en gran medida esa historieta cómica de los grandes Carlos Faemino y Javier Cansado. Desembarcan en nuestra ciudad unas personas que, según nos cuenta la parte vendedora, vienen a evitar que desaparezca uno de los patrimonios más importantes de esta tierra y con la intención de poner sobre la mesa de forma casi inmediata un buen puñado de millones de euros, imprescindibles para el inicio de la nueva temporada y para revitalizar al club albiazul de cara al futuro. Se postularían pues, con estas premisas y siempre atendiendo a lo que nos ha contado la otra parte, como claros candidatos a convertirse en ídolos de todo el recreativismo y de todos los onubenses por recuperar la grandeza del Decano. Y pese a ello, su identidad permanece a día de hoy en el anonimato. Como ocurría con el descubridor de los rayos X en el número cómico de Faemino y Cansado, los nuevos inversores se alejan de la fama y prefieren que el Recreativo de Víctor Hugo Mesa y Pablo Comas se transforme, al menos por el momento, en el Recreativo de X. Ciertamente, incomprensible.
En buena parte de Europa, aunque no en España, la radiación electromagnética que permite observar por dentro nuestros cuerpos es conocida 120 años después como rayos Röntgen, en honor a su descubridor. Ojalá también recordemos dentro de unas décadas a este nuevo Recreativo asociándolo con alegría y orgullo a los nombres de los que ahora son, espero y deseo que solo por timidez y modestia, sus enigmáticos propietarios.