Parte de la esencia del carnaval isleño recogida en un museo

Maniquíes disfrazados esperan al visitante.

Maniquíes disfrazados esperan al visitante.
Maniquíes disfrazados esperan al visitante.

Redacción. Fuera del trasiego diario de visitas escolares y turistas invernales, se hace más cómodo conocer, de forma tranquila y casi para uno mismo, algunas instalaciones municipales, disfrutando casi en exclusividad de ellas y recreándose el tiempo que apetezca. Uno de esos lugares se encuentra a caballo entre el Paseo de Las Flores, centro neurálgico de Isla Cristina y su lonja, la que sigue batiendo récords de venta en pescado y marisco fresco de Andalucía. Es el Patio San Francisco, una antigua corrala de vecinos que acogió, allá por 1890, la Logía Masónica ‘Regeneración Isleña nº 274’ y que, tras su compra y rehabilitación por el ayuntamiento, alberga la Delegación de Turismo y Educación, entre otras.

Entre oficinas de información turística y de gestión de las delegaciones, desde su patio central con techo acristalado, se accede a la primera planta, bien por escaleras o ascensor. Arriba, en silencio, esperando calladamente al visitante, duermen sus habitantes, esos que no hablan pero que albergan una historia y recuerdos increíbles de fantasía, papelillos y serpentinas, noches de teatro, focos y cantos a la Tierra.

El Museo del Carnaval no recoge toda la fiesta, pero sí da una idea de lo que se puede encontrar durante “febrerillo el loco”. Protegidos por dos gárgolas, los 25 maniquíes portan trajes de reinas del carnaval, disfraces de coros, comparsas y murgas, así como de grupos e individuales de calle y cabalgata. El más antiguo data 1933 y perteneció al coro ‘El Signo del Zorro’, del director Jerónimo López, al que acompañan otros que, por su originalidad, cariño y primeros premios, son merecedores de ser exhibidos.



Algunas de las coronas y cetros que han portado algunas de las Reinas del Carnaval.
Algunas de las coronas y cetros que han portado algunas de las Reinas del Carnaval.

Asimismo, la muestra municipal cuelga los carteles anunciadores del carnaval isleño. Y aunque la etapa contemporánea comienza en 1968, el primero que se conserva data de 1974, que bajo el título ‘Fiestas Típicas de Isla Cristina’, eludía la palabra “carnaval” para comodidad de las autoridades de la época.

La exposición continúa abierta a donaciones de privados, poseedores de esos disfraces que continuarán engordando en el futuro la muestra, descubriendo, de una forma tangible, aquellos primeros años de uno de los carnavales más antiguos del país que, junto a los de Cádiz y Tenerife, continuaron celebrándose, incluso, durante la dictadura, ejemplo fehaciente de que la Fiesta va intrínsicamente ligada al ADN del isleño.


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