Ramón Llanes. Adorables aquellos tiempos que nos permitieron solucionar los asuntos de estado y de casa en las tabernas; ya no es así, acaso dada la muy convulsa sociedad o despreciados en la actualidad los consejos que de tales foros surgieran. Quizá cualquier tiempo pasado no fuera mejor o quizá la inercia de esta difícil existencia se encamine a ir complicando poco a poco las cosas y nunca se atajen los problemas desde el primigenio instante de su nacimiento o quizá incluso que haya mermado la capacidad resolutiva de los seres que de ello se encargan.
De cada ciclo se despotrica a la merced del despotricante, siempre amparado en las libertades de expresión que tan bien provistas de normas se presentan para aportar con ello una colaboración positiva. Aún existen expresiones que ni las leyes saben dónde meterlas, si en la libertad de expresión o en la falta de respeto a los demás; un galimatías más a la pronunciada inexactitud de la verdad. Ahora ni se sabe qué pensar ni qué elegir ni siquiera qué comprar; la incertidumbre es la premisa más en boga que es capaz de ahogar todos los proyectos o eludir todas las responsabilidades.
Es imposible conocer el cuadrilátero completo para abarcarlo, descifrarlo o protegerlo, tal como ocurre con las ideas. Y todos aquellos malvados sistemas que en el antaño predominaran en las prácticas del poder como fascismo, dictadura, imperialismo, anarquía u oligarquía, se resumen, con todos sus vicios, en esta democracia parlamentaria que a bien ha tenido absorberlos y hacerlos propios a pesar de no encontrarles emparejamiento de color y espacio con la evolución ideológica actual. Los teoristas y rigoristas que analizan estas incidencias se asustan, no acaban de entender las mezclas de sistemas que se están produciendo y advierten de sus nefastas consecuencias.
Como si no hubiéramos avanzado; las intransigencias en el deber de la gestión han propiciado la aparición de las reprochables formas para dirigir un estado que ya estaban presumiblemente superadas. Y muchos aún desprecian a los individuos y grupos antisistemas, como si de tal origen proviniera el daño.