Ángel Custodio. Actualmente que nos sentimos molestos por cualquier pequeño mal olor que percibimos, deberíamos pensar lo que sería la vida en la Edad Media, en la que la calle recogía toda clase de detritus, animales y humanos, ya que como no tenían donde hacerlo en sus hogares, los tiraban por las ventanas.
Quizás este fue el origen del abanico, porque en el Medievo era tan frecuente el mal olor que el abanico tenía como única misión, no como ahora que los utilizamos para refrescarnos un poco, lo utilizaban para alejar el olor pestilente que te llegaba por todos lados, ya que sabemos que las personas, salvo escasas excepciones, solo se lavaban una o dos veces al año.
Si este verano va usted a París, le gustará, porque es casi obligatorio, visitar el Palacio de Versalles y sus maravillosos jardines. Pero el origen de estos jardines no fue el embellecer el entorno, su autentico origen fue crear un lugar para que los asistentes a las numerosas fiestas que la realeza celebraba, pudieran hacer sus necesidades cuando les viniera en ganas escondiéndose entre las numerosas plantas.
Lo de Versalles se agrava cuando nos dicen que el Rey Luis se orinaba en todos los rincones de Palacio a cualquier hora, por lo que había una legión de criados esparciendo paja en estos lugares, para retirarlas periódicamente y evitar la total putrefacción con el mal olor consiguiente.
La verdad, es que ahora vivimos mejor y ¡¡más limpios¡¡