Leticia Camacho. Un programa pionero llegaba a Huelva en 1994, diez años después de que el modelo italiano de rehabilitación, Progetto Uomo, aterrizara en Madrid con la apertura de la primera sede en el país. Tras 20 años de evolución, Proyecto Hombre quiere celebrar su cumpleaños en Huelva con un espectáculo de doma vaquera y clásica que tendrá lugar en la Plaza de Toros de la Merced, hoy, a partir de las 20.30 horas y en el que también actuará la cantaora onubense Cristina Soler.
En Huelva, más de 15.000 personas han formado parte de esta iniciativa que cuenta con gran peso no solo a nivel local, sino también a nivel nacional e internacional. El distintivo de Proyecto Hombre reside en su apuesta por la participación activa de la familia en el proceso de recuperación. La experiencia del método demuestra que la estructura familiar supone un soporte fundamental en el acompañamiento del paciente, por lo que los familiares que se implican han de seguir un período paralelo de formación. «Tienen que conocer el problema al que se enfrentan para poder ayudar y nosotros les damos las herramientas, les enseñamos a poner límites y, por otro lado, pueden compartir su situación con otras familias a través de las sesiones grupales, descubriendo que no son los únicos, desahogándose, relativizando y adquiriendo día a día esperanza», explica Víctor Rodríguez, director de Proyecto Hombre desde 2003.
«Yo siempre he querido solucionar mis problemas solo, sin meter a nadie -asegura Francisco, de 49 años, que atraviesa en estos momentos una de las últimas fases del tratamiento– y ahora me he dado cuenta de lo importante que es mi familia para curarme. He consumido drogas durante 30 años y he pasado por varios centros, para ponerme más gordito, para recuperarme un poco, pero Proyecto Hombre es diferente, me ha calado más y es precisamente por haber implicado a mi familia».
Normalización
Atendiendo a la evolución de las adicciones existe la creencia generalizada de que se han normalizado. Es decir, la drogodependencia no se asocia ya exclusivamente a colectivos marginales, sino que que el problema de la droga puede darse en familias de cualquier realidad social. «El doble rasero -apunta Víctor Rodríguez- está en que las drogas se han convertido en un problema invisible para el que no lo tenga en casa, ya no generan la alarma social de antes».
De hecho, se ha observado un leve aumento de un perfil de personas de clase media, de 50 años, adictos al alcohol, que han ido perdiendo su estatus social, el trabajo, la pareja, la familia, la vivienda, y que llegan a Proyecto Hombre en una espiral de hundimiento y baja autoestima. También se observa otro perfil en los últimos años, según afirma Rodríguez, «de personas con patología dual, o lo que es lo mismo, personas con enfermedades mentales que a su vez son adictos al consumo de drogas».
Por otro lado, la manera de acceder a estas sustancias y su consumo también ha cambiado, volviéndose en ocasiones muy accesible y afectando muy especialmente a jóvenes y adolescentes, «cuyo concepto de drogas como el cannabis es que son incluso buenas para la salud. Por este motivo, la prevención sigue siendo muy importante y es uno de nuestros mayores focos de atención».
Desde Proyecto Hombre aseguran que la combinación de cocaína y alcohol sigue siendo la adicción más frecuente en los pacientes, seguida del consumo de alcohol y hachís, aunque siguen llegando casos de personas politoxicómanas. Esa es la historia de Miguel Ángel, de 56 años, que decidió pedir ayuda en Proyecto Hombre hace diez años porque «ya no podía más. Al principio crees que lo controlas, pero ya había llegado a una situación de autodestrucción y deterioro y lo había perdido todo, mi familia, todo«. Tras un proceso de rehabilitación que se alargó durante tres años, Miguel Ángel fue viendo los frutos, recuperó a su familia y los valores que había perdido. Su reinserción social es ejemplar: ha estudiado en la universidad, ha obtenido la titulación de Formador de formadores y hoy en día es uno de los educadores de plantilla de Proyecto Hombre.
«Al principio es duro, se pasa mal, pero en mi recuperación me dotaron de una serie de herramientas y de una fortaleza que utilicé para no volver a caer. Luego me enamoré, ahora comparto mi vida con mi pareja, tengo trabajo y estoy viviendo una segunda parte de mi vida con una intensidad y una ilusión enormes», cuenta orgulloso Miguel Ángel.
La reinserción está en el centro de la diana de Proyecto Hombre. Tal y como lo cuenta el presidente, «el método es de paso, dinámico, busca en todo momento la normalización de la vida de la persona. Todos los que acuden a nosotros han caído en un pozo y han ido perdiendo cosas en el camino. El tiempo de recuperación dependerá de lo profundo que sea su pozo, y el programa que seguirá se ajustará a sus necesidades».
La eficacia de Proyecto Hombre conlleva una reputación «de dureza», cuenta Francisco. «Yo no he acudido antes por eso, porque tenía fama de ser duro y largo, pero una vez que estás aquí te das cuenta de que no hay otra manera, te enseñan a ser honesto y de ahí se parte para empezar a salir».
Proyecto Hombre en Huelva debe gran parte de su consolidación al equipo de trabajadores con el que cuenta, 16 en la actualidad, y a los voluntarios implicados. «Con ellos y con todos los onubenses queremos celebrar este aniversario para seguir dándonos a conocer y seguir siendo el apoyo de esas familias que no saben adónde acudir», explica Rodríguez, que también apunta que «el precio de 5 euros de la entrada al espectáculo de doma es asequible por esta misma razón».
Si le preguntamos a Francisco, a punto ya de enfrentarse a la vida real, el mensaje es alto y claro: «quienes tengan un problema de adicción tienen que pedir ayuda, y una vez hecho eso, tienen que dejarse ayudar». Miguel Ángel, de quien pocos averiguarían su pasado, lo corrobora, «estoy tan agradecido a Proyecto Hombre que jamás he dejado de ser voluntario, cada día soy más feliz y sin ellos no hubiera sido capaz».