La obra de la artista ayamontina Virginia Saldaña se expone en una galería de Nueva York

Leticia Camacho. En literatura, los viajes cobran una relevancia tal en la vida de los protagonistas que a veces los transforman hasta convertirlos en personas diferentes, mejores o peores, o cambian sus vidas por completo. Eso mismo ha experimentado la artista Virginia Saldaña (Ayamonte, 1978), que expone del 12 de junio al 2 de julio en la galería neoyorkina Ágora gracias, además de a su constante trabajo, a un viaje.

Hace un año la artista y su pareja volaron a Nueva York con la sencilla idea de conocer la ciudad y disfrutar de unas buenas vacaciones. Visita obligada en su itinerario era el barrio de Chelsea por la cantidad de galerías de arte que hay en la zona y, casualidades de la vida, fueron a parar a una que regentaba un estadounidense enamorado de Málaga, ciudad en la que había vivido. Tras una charla y entregarle su tarjeta, sin esperanzas porque se trataba de una galería dedicada a artistas ya consagrados, siguieron su ruta y volvieron a España.

Una semana más tarde tenía en su correo un email de la galería Ágora, en el que mostraban su interés por trabajar con ella. «No dejamos tarjetas en ninguna galería más, de hecho es algo que no se suele hacer, piden que se haga por correo electrónico, así que fue esa persona con la que hablamos la que les dio la referencia, porque además están en la misma calle, una frente a la otra», cuenta la artista.

Saldaña ha tenido total libertad a la hora de escoger las obras que ha enviado para esta muestra colectiva de 12 artistas que lleva como título Spatial Articulation: cuatro acrílicos sobre lino que muestran un acabado diferente al habitual, con más intensidad en los blancos y mayor suavidad en los colores. Eso sí, Virginia sigue fijándose en escenas humanistas y cotidianas, donde la sencillez y la calma se combinan con veladuras y juegos de luces y sombras.

«En Nueva York hay un abanico tan amplio de artistas que tener la oportunidad de aparecer en un escaparate de este nivel es una suerte, y lo vivo así, como una suerte, disfrutando del momento porque no se sabe aún si esta experiencia quedará en esto o va a dar más de si», explica ilusionada la artista, que también confirma que asistirá a la inauguración oficial de la exposición el día 18 de junio, a la que irá acompañada de su pareja y algunos familiares, pues «es un momento muy especial».

Precisamente la familia ha sido decisiva para que Virginia Saldaña haya cumplido su sueño de toda la vida, ser pintora. «Gracias a que mi familia siempre lo ha visto como algo natural, algo bello y digno de animar, lo he tenido siempre muy claro. Creo que era cuestión de insistir y estoy contenta por el momento».

Licenciada en Bellas Artes por la Universidad de Sevilla, Virginia Saldaña cuenta con algunos galardones, como el  Premio Fundación Cruzcampo, en el Salón de Otoño de Sevilla 1999, el Primer Premio Real Maestranza de Caballería de Sevilla en 2002 y 2004, el Premio del Ilustre Colegio Notarial de Sevilla 2006 y, de nuevo, el  Premio Fundación Cruzcampo 2011.

Entre sus retos a largo plazo -«porque de los inmediatos aún no puedo hablar», nos confiesa- está la idea de volver a abrir su casa-estudio en Ayamonte el verano que viene y así mostrar de nuevo su obra no solo a los vecinos de la localidad, sino a todo aquel que se acerque hasta allí. «La experiencia fue muy bonita y creo que es una buena manera de mantener mi vínculo con mi tierra y también de contribuir a que la agenda cultural de Ayamonte sea todavía mayor«, relata la artista.

De momento la cita es otra y, como en toda novela que se precie, será necesario un largo viaje para saber cuál es el final de esta historia.