Ana Rodríguez. Hace ya dos años, Víctor Fernández Gil, un enfermero onubense aficionado a la bicicleta que trabaja en el Centro de Diálisis de Minas de Riotinto (Diaverum), se puso un reto: participar y terminar la Titan Desert, una carrera de mountain bike que se disputa cada año en el Sahara marroquí y que está considerada una de las más duras del mundo, más que por el recorrido que contempla (entre 600 y 700 kilómetros en seis etapas), por las condiciones extremas en las que se desarrolla (elevadas temperaturas, vientos, dificultades del terreno…).
Pues bien, el pasado 2 de mayo Víctor cumplió su sueño. Tras seis días muy difíciles y no exentos de problemas, el onubense logró cruzar la línea de meta, quedando además en la mitad de la tabla de clasificaciones, el 330 de las 600 personas que han participado en la competición este 2015 y de las que un centenar se vieron abocadas a abandonar la carrera dada su extrema dureza.
«Me ha salido todo muy bien porque no me ha pasado nada, alguna avería mecánica, un poco de fiebre… pero he resistido físicamente sin grandes dificultades y estoy muy contento por haber alcanzado mi objetivo, que era terminar la prueba», explica Víctor, ya de vuelta en España.
No en vano, el joven llevaba dos años preparándose para enfrentarse a este reto, dos años en los que sus días se han dividido al 50% entre su trabajo y sus entrenamientos físicos. En este segundo caso, Fernández se ha valido de dos entrenadores personales que le ha enseñado a resistir y a recuperarse para soportar cada etapa sin desfallecer en el intento.
Cabe destacar que la intención de Víctor era participar el pasado 2014, pero 13 días antes de que empezara la carrera tuvo un accidente mientras entrenaba y se rompió la mandíbula y se lastimó los ligamentos de una mano. A pesar de ello fue hasta Marruecos e intentó subirse en su bicicleta, pero en sus condiciones era imposible. Entonces, se quedó y trabajó de voluntario como enfermero en la organización, lo que, como él mismo explica, «me vino muy bien para conocer mejor la prueba y además, por haber colaborado con ellos y mis circunstancias, me guardaron mi inscripción para este año«.
Así, el pasado 27 de abril el onubense comenzaba en Boumalne la primera de las seis etapas de la Titan Desert 2015. Le esperaban seis días de jornadas larguísimas, soportando temperaturas de 45º de día y entre seis y ocho de noche, moviéndose por pistas pedregosas, incómodas para circular con la bicicleta, puertos montañosos en el Atlas, áreas más arenosas, rachas de viento, rectas infinitas, recorridos sin señalizar… a lo que se sumaba el inconveniente de que los ciclistas no sabían hacia dónde tendrían que dirigir sus pedaladas al día siguiente, pues el recorrido de cada etapa se conoce al finalizar la anterior. Este año la competición ha finalizado en Maadid y sólo 500 de las 600 personas que la iniciaron consiguieron llegar a esta ciudad, incluso hubo un participante que se perdió durante la quinta etapa (el trayecto no estaba flechado), aunque finalmente fue localizado horas más tarde por los cuerpos de seguridad marroquíes.
Durante el recorrido, los ciclistas contaban con tres puntos de avituallamiento de líquidos, pero para soportar el camino, el onubense llevaba «mis barritas energéticas y mis bocadillos de jamón. Hemos ido ligeros salvo en la etapa maratón, que tuvimos que llevar todo lo que nos hacía falta para pasar la noche y el día siguiente, como ropa, el saco de dormir, una colchoneta para no acostarnos directamente en la arena…»
La experiencia ha sido dura, pero ha valido la pena. Además, cuando Víctor se planteó esta aventura quiso que su esfuerzo fuera por una causa solidaria y qué mejor que el colectivo para el que trabaja, el de enfermos renales. Por ello, durante estos dos años, se han organizado diferentes actividades -merchandising, kilómetros solidarios, torneos de pádel, de golf, etc.– con motivo de la participación del enfermero en la Titan Desert cuya recaudación se ha destinado a la Asociación para la Lucha contra las Enfermedades Renales Alcer Onuba.
Ya de vuelta en casa, la familia de Fernández reconoce que está orgullosa de él aunque, como el onubense afirma, «mi mujer y mi hija me han echado mucho en falta, no sólo estos días de carrera, sino durante estos dos años, que cuando no estaba trabajando estaba preparándome.
Su ayuda ha sido fundamental, pero ya mi niña me ha dicho ‘papi, tú ya no te vas más’. Así que ahora me plantearé nuevos retos, pero no de este tipo, porque son muy sacrificados«.
Lo que no le quita nadie a Víctor es el mérito de haber superado esta competición titánica, sirviendo además su esfuerzo para colaborar con los enfermos renales de Huelva.