José Miguel Jiménez/Zalamea. El Buitrón celebra este fin de semana –del 1 al 3 de mayo– uno de los rituales más antiguos de Zalamea y de la provincia de Huelva. De las singularidades de esta festividad destaca la presencia de dos parejas protagonistas. Los mayordomos del romero o de la bandera, solteros, aunque no necesariamente pareja y los mayordomos de la cruz, que deben de ser casados, sin ser necesario que formen matrimonio.
Durante la jornada del sábado, los mayordomos del romero, se desplazan a los alrededores de la aldea a cortar romero, depositándolo en un terreno cercano a la población. Al caer la tarde, ambas parejas de mayordomos salen desde la iglesia hasta la capilla de la cruz, cada uno con sus insignias correspondientes, depositando la cruz en el altar decorado con cortinas y colchas a las que se les ha dado forma de panal de abejas , adornadas con motivos florales.
A continuación, los mayordomos se dirigen al lugar donde se ha depositado el romero con anterioridad, acompañados por grupos de caballistas, el grupo, va entonando las canciones típicas de la festividad, con ritmos y letras muy originales y poco contaminados por otros estilos populares.
El resto de vecinos espera la llegada del romero en la Cruz del Calvario, situada a la entrada de la aldea, cuando llega la comitiva con el romero, es obligada tradición, dar tres vueltas a la cruz, para desplazarse luego a la capilla de la cruz y esparcir en romero por toda la estancia. De nuevo se entonan las típicas cancioncillas: “Vamos por el romerito, de las flores azuladas, para poner a la cruz, una bonita guirnalda….”.
Durante la jornada dominical, a primera hora, la diana recorres las calles de El Buitrón, siendo tradición que los mayordomos del romero inviten a café a los asistentes, acompañado del dulce típico de las celebraciones cruceñas del término del Zalamea, la “rosa enmelá”.
Tras la misa de mediodía, se realiza una primera procesión. Una vez finaliza, de nuevo son trasladadas las insignias a la capilla al son de cánticos como“Mayordoma de la Cruz, acércate a la bandera, que ya viene cansada, la pobre de tu compañera”.
Por la tarde, una nueva procesión con la cruz recorre las empedradas calles de la aldea, cuando el paso llega a la puerta de la iglesia, comienza una curiosa puja que mantiene las mismas características desde tiempo inmemorial.
Cada banco para portar el paso es valorado en fanegas de trigo, los portadores harán un primer intento de entrar en la iglesia. Los congregados en la puerta del templo, impedirán que entren para forzar una nueva puja, así hasta que la cruz consiga entrar en la iglesia.
A renglón seguido, se realiza la puja de la bandera, el mayordomo impondrá un precio de salida, cuando finalice la misma, los ganadores, introducirán la insignia en el templo. El mayordomo de la cruz preguntará a los asistentes si alguien tiene promesa de ser mayordomo para el próximo año. Si no aparece nadie se nombrarán en voz alta nuevos mayordomos.
Los mayordomos de la cruz se dirigirán al domicilio de sus sucesores para el próximo año, entregándoles la cruz que devolverá a la parroquia, del mismo modo, la mayordoma de la cruz realiza el mismo acto con los nuevos mayordomos. Todas las parejas realizarán la presentación y posterior despedida en la capilla de la cruz.