Paula Crespo. Ana Sierra sonríe sin parar. Sonríe a la vida y no puede ocultar que está feliz. Cualquiera diría que hasta hace no tanto estaba batallando con uno de los peores enemigos que uno se puede encontrar en su periplo vital: el cáncer. Pero llegar hasta aquí no ha sido fácil. Atravesar todo un proceso de operación y tratamiento no es moco de pavo. Hacen falta grandes dosis de valentía y mucha fortaleza mental. Y más aún si en ese camino no están cerca tus seres queridos, o al menos, no todos.
Esta joven palerma especialista en Recursos Humanos se notó algo raro en el pecho la noche antes de volar a Londres. Por circunstancias había decidido cambiar el rumbo de su vida marchándose de su tierra en busca de una oportunidad laboral en la capital londinense, al tiempo que aprendía inglés. Allí la esperaba su primo Antonio que trabaja como matrono en Inglaterra desde hace ocho años. Los nervios del viaje y las inquietudes propias de los cambios y la nueva situación que se le avecinaba provocaron que no reparara demasiado en lo que se había notado.
Enseguida encontró trabajo en un restaurante y comenzó a aprender inglés en un college y a los tres meses se convirtió en funcionaria del equivalente a la Seguridad Social en Inglaterra, trabajando como limpiadora en un hospital. Después de darle muchas vueltas con su primo decidió que tenía que ir al médico a mirar lo del bulto: «Del médico de cabecera fui a un centro especializado donde me hicieron todas las pruebas en un solo día: ecografía, mamografía y biopsia. A las dos semanas me dieron los resultados y se confirmó lo peor. Ese momento fue muy duro. Yo pensaba que no era nada porque la semana antes de marcharme a Londres había ido al ginecólogo y todo estaba bien. Decidí no contárselo a mis padres por teléfono, sin que me vieran la cara y comprobaran que estaba bien, así que fueron mis hermanos los que hablaron con ellos», reconoce Ana.
Todo sucedió muy rápido, en apenas tres semanas tenía fecha de operación en Londres si quería. Llegaba entonces el momento de decidir cuál iba a ser el lugar en el que se iba a librar la batalla: Huelva o la capital londinense: «Quise renunciar al trabajo porque no me parecía justo, pero me dijeron que no me iban a echar, que había accedido a la plaza y ya era mía. Eso fue una de las cosas que me empujó a quedarme porque pensé que podía estar trabajando durante el tratamiento si me encontraba bien y que si me venía a España, como no tenía trabajo, iba a estar sentada esperando a que me llamaran para operar y sin hacer nada mientras. Mis padres y mis hermanos me dijeron que ellos irían donde hiciera falta. Mi primo Antonio y su pareja Iñaki pusieron su casa a disposición de todo el mundo, por lo que decidí operarme en Londres», explica la palerma.
Y así fue. Como, por aquel entonces, su nivel de inglés no le permitía comunicarse en el hospital dejaron que su primo Antonio estuviera prácticamente todo el tiempo con ella traduciendo. Una de las cosas que más sorprendió a Ana fueron las instalaciones: «Me chocó el hospital porque era como los antiguos de aquí, con muchas camas por habitación y con baño compartido. Las instalaciones de los hospitales ingleses son peores que las de España, pero ellos tienen más personal. Yo no conocía nada, solo tenía algunas referencias buenas del cirujano y apenas podía defenderme en inglés, pero me trataron muy bien».
Dos semanas después y tras la buena noticia de la exitosa operación, Ana recibía los resultados de la misma: no tenía el sistema linfático afectado y con tres semanas de radioterapia era suficiente. No hacía falta quimio. La batalla estaba prácticamente ganada: «Quizás fue en esos momentos del tratamiento, además de cuando me enteré de la noticia, cuando lo pasé peor porque pensaba mucho en mi familia aquí y sabía que mi madre lo estaba pasando mal por no poder acompañarme».
Después de tres semanas de radio llegaba el final de la guerra. Momento de reflexionar y de analizar todo lo vivido. En esos momentos uno puede decidir si mirar hacia adelante sin volver jamás la vista atrás, ignorando o escondiendo el pasado o ser fuerte y entenderlo como una experiencia más de la vida, como una oportunidad de aprender a apreciar otras cosas. Otras veces, simplemente algo pasa y te pelliza o te marca pasa siempre. Ana ha decidido no mirar hacia otro lado, como si la cosa ya no fuera con ella. Librada y ganada la lucha individual, este corazón valiente considera que toca cerrar filas y pelear en grupo por aquellas personas que están pasando por lo mismo: «A mí esta experiencia me ha tocado, se me ha quedado cogido un pellizco y siento la necesidad de ayudar. Yo antes era muy poco solidaria, lo reconozco, pero cosas como esta te cambian la vida y hay que dar las gracias. Fíjate si me cambió y fíjate lo negativa que era que mi frase en Whatsapp era: paso demasiado tiempo pensando en el futuro cuando llega el presente y me lo fastidia. Ahora no, me siento feliz y muy tranquila y solo quiero vivir el presente. Reconozco que tuve mucha suerte por los conocimientos y los avances que hay, por eso quería apoyar a la investigación».
Y por eso el 16 de mayo participará junto a su primo, Iñaki -sus dos grandes apoyos en Londres- y Debbie, una amiga de ellos que también perdió a su madre a causa del cáncer, en una marcha de ocho horas por las calles de Londres y por eso también los cuatro han empezado a recaudar fondos -en concreto 2013 libras- para la asociación de lucha contra el cáncer que organiza ese mismo evento y que se llama Walk to walk. Para colaborar se puede hacer una donación desde la propia página o en cualquiera de las huchas que han instalado en Palos de la Frontera (Recreativos V Centenario en los dos establecimientos, Autoescuela Rábida, Farmacia Mercedes Prieto, Menta Canela, Peques tienda infantil, Alimentación Gema y Papelería Nuevo Siglo) y en Aroche (Cafetería Lalo, Bar López y Casino Sociedad).
Los 42 kilómetros de marcha por Londres no los recorrerán de cualquier manera, sino vestidos de avatares, los personajes de la película de James Cameron, ya que la temática de esta marcha este año es: película de sábado noche. Y es que el color azul, además del de su tierra,está cargado de simbolismo y le permite en cierto modo darle un toque de humor a todo lo vivido: «Cuando te operan te inyectan una sustancia azul que reacciona para indicar los ganglios centinela y ver si las células cancerígenas han pasado al sistema linfático. Entonces cuando me miré y vi que tenía el pecho de color azul, salí diciendo que parecía un avatar y nos reímos todos mucho. Fue una nota de humor en todo esto por eso hemos decidido ir de avatares. Además una amiga maquilladora nos va a ayudar gratis con la caracterización.
Después de todo lo vivido Ana ha vuelto a sonreír y transmite una vitalidad y una energía increíbles. Ana sonríe feliz porque está «contenta ahora. Ha mejorado mi inglés y estoy disfrutando de Londres y de todo. Aprovechando que aquí hay españoles para salir y tomar cervezas, manteniendo las costumbres españolas. Ahora miro a la vida de forma diferente con otro positivismo y sin dejar de disfrutar lo que tengo en el momento presente».
1 comentario en «La palerma Ana Sierra, un corazón valiente que ha vencido al cáncer en la distancia»
Muchas gracias a Huelva Buenas Noticias,. Paula Crespo me ha parecido una persona genial, me ha encantado conocerla y me encanta vuestro periodico, con el que siempre estoy informada de las cositas buenas que pasan mi tierra