Carlos Fernández / @karlos686. Pocas veces uno tropieza con una sorpresa tan inesperada al entrar en una sala de cine como es el caso de El año más violento, película que tiene los grandes trazos del Coppola de El padrino o del Lumet de Sérpico. Son tiempos difíciles, duros y violentos, pero un inmigrante, Abel Morales (Óscar Isaac), que trata de mantenerse el camino correcto en un mundo que no juega limpio para sacar adelante a su familia y su empresa. En ese camino se encontrará más de una tentativa manera de conseguir sus objetivos de la forma más rápida pero sucia.
El año más violento, al que hace referencia el título de la película, es 1981 (NY) y los problemas ahogan a la gente honrada casi sin dejarles respirar y en esta odisea que sigue el protagonista, junto a su inteligente mujer, que funciona como la segunda cara de una moneda que en conjunto nos da la visión de un matrimonio que se complementa a la perfección, y que deberá elegir cuál es, para él, el mejor camino para conseguir lo que quiere.
Importante destacar el potencial actoral de los protagonistas de la película, con un Oscar Isaac “corleonizado” y una Jessica Chastain que da lugar a una altísima presencia en cada una de sus puestas en escena como una esposa que lidera a su familia y empresa en la sombra (la escena en la que le muestra una pistola a su marido denota una increíble actriz camaleónica).
La fotografía también recuerda a las dos primeras entregas de El padrino con un Nueva York tan sombrío y oscuro como el que habitaban los Corleone. J.C.Chandor, guionista y director de la película, ya sorprendió y trató un tema relacionado con la temática de El año más violento en su ópera prima, Margin call, película que retrata los momentos previos al inicio de la crisis económica de 2008 en la que se plantea si es posible seguir la iniciativa capitalista del éxito, poder y del sueño americano siguiendo un camino que no implique ensuciarse las manos.
Nos encontramos ante una película elegante y moral, con una visión diferente del cine de gangsters con un ritmo lento pero sin pausa puesto al servicio de varios momentos de cine del bueno.