Mari Paz Díaz. La belleza del Parque Nacional de Doñana es una cuestión que ha sido expuesta en múltiples ocasiones. Su riqueza natural lo convierte en uno de los lugares más especiales del continente europeo, tanto por su flora como por su fauna, al ser la mayor reserva ecológica de Europa. Un espacio natural protegido que abarca las provincias de Huelva, Sevilla y Cádiz con más de 600 años de historia que ha fascinado a diferentes pueblos y personalidades.
Con una superficie de 108.086 hectáreas, este espacio natural está considerado como la mayor reserva ecológica europea y, debido a su ubicación, en el camino de paso de las rutas de migración de las aves hacia África y de vuelta al norte de Europa, es un santuario de una riqueza inestimable para un gran número de mamíferos y especies ornitológicas que descansan o anidan dentro de sus límites. En 1994, la Unesco lo declaró Patrimonio de la Humanidad y Reserva de la Biosfera.
De hecho, la importancia de Doñana ha provocado que sean muchos los mitos que existen sobre el parque. Creencias de todo tipo que, por ejemplo, consideran que fuera el lugar en el que se encontró Tartessos o, incluso, la ciudad de la Atlántida.
Sin embargo, una de las cuestiones más curiosas sobre la historia de Doñana -y a pesar de ello, quizás poco divulgada- es el hecho de que fue aquí donde Francisco de Goya y Lucientes pintó sus Majas. Sí, la Maja Vestida y la Maja Desnuda de Goya (Fuendetodos, Zaragoza, 1746 – Burdeos, 1826) parece que se realizaron en este bello paraíso.
Para conocer el origen de esta historia hay que remontarse a finales del siglo XVIII. En concreto, al año 1797, cuando el pintor zaragozano visitó el Coto de Doñana acompañado por la duquesa de Alba, esposa del propietario del Coto, el duque de Medina Sidonia, José María Álvarez de Toledo. Hay que tener en cuenta que desde el siglo XVI, el séptimo Duque de Medina-Sidonia regaló a su esposa, Doña Ana de Silva, una residencia en la zona, rodeada de un coto de caza, de donde nació el nombre actual de Coto de Doñana, es decir, Coto de Doña Ana.
Al parecer, Goya acudió al parque junto a otros ilustres invitados para asistir a una gran cacería, invitado por su íntima amiga y modelo, la XIII duquesa de Alba, recién enviudada del XV duque de Medina Sidonia, hecho que escandalizó en la corte de Carlos IV. En esos días, Goya pintó el ‘Álbum de Sanlúcar’ y el retrato de la Duquesa de Alba con mantilla, en el que aparece de fondo el monte bajo de Doñana.
Este hecho ha provocado que sean muchas las teorías que defienden que la Maja Desnuda y la Vestida son la duquesa rejuvenecida para no levantar sospechas, siendo en Doñana donde Goya pintó estos cuadros, especialmente la primera de sus majas, la desnuda. Los defensores de esta creencia argumentan que no se tiene constancia de más encuentros en los que la duquesa pudiera posar para el pintor ese año, por lo que sólo pudo ser en Doñana donde las pintara.
Y es que parece que el artista mantuvo un romance con la Duquesa en Doñana, por lo que Goya retocó la cabeza de sus Majas para disimular la verdadera protagonista y evitarle un escándalo. En concreto, la imagen representada sería la de Pepita Tudó, amante de Godoy, primer ministro de Carlos IV.
No parece descabellada esta idea si tenemos en cuenta que era el primer ministro español Manuel Godoy, príncipe de la Paz, quien poseía ‘Las majas’ de Goya, registradas con el nombre de ‘Gitanas’ en el inventario de su palacio en 1808. Más tarde, al secuestrar su colección en 1815, la Inquisición convocó a Goya para saber quién era la dama y de quién provenía el encargo, aunque el artista no aclaró esta cuestión.
En general, estas teorías no están confirmadas, aunque sí parece claro que fue en el palacio de Doñana donde pintó su retrato de la Duquesa de Alba, como así se demuestra en el fondo del cuadro.
En cualquier caso, según recoge el Museo del Prado, «existen pocas representaciones de una mujer desnuda que, en la historia de la pintura, hayan suscitado tantas interpretaciones novelescas y fantasiosas como La maja desnuda, de Goya», tal y como recoge Jeannine Baticle.
Entre todas las conjeturas, es la leyenda concerniente a la duquesa de Alba una de las cuestiones que más ha llamado la atención desde entonces hasta ahora. Y es que todavía continúa fascinando a los aficionados y críticos de arte, hasta el punto de que, en 1945, el duque de Alba mandó exhumar los restos de su célebre antepasada con el fin de demostrar que sus huesos no correspondían a la anatomía de ‘La maja desnuda’.
Sea como fuere, lo que queda claro es que Doñana -y, por ende, Huelva- permanecerá siempre unida a estos cuadros de Francisco de Goya, dos de las obras más representativas de la historia del arte en España.
1 comentario en «Las teorías que aseguran que Goya pintó sus ‘Majas’ en Doñana»
Una especulación francamente estival y tentadora, este revuelto de Duquesa y Goya en los arenales de Doñana, lugar que si visitó en varías ocasiones el pintor.
A decir del historiador José Antonio Vaca de Osma, Goya no tuvo amores con la duquesa de Alba ni ésta posó desnuda para él. «El cuerpo de las dos majas pertenece, posiblemente, a Pepita Tudor, la amante de Godoy».
Sea como sea, quien sabe si al calor del sur, entre pescaito frito y buen vino, la admiración tuvo sus momentos de apasionado romance. Me quedo con estos encuentros entre pinos y retamas y lo que nadie supo descifrar a ciencia cierta.
Enhorabuena Mari Paz. Saludos.