Navidad en la Huelva de 1860… y algunos más atrás

Un anuncio de la época sobre productos de Navidad. / Foto: Archivo Municipal de Huelva.

Mª Dolores Lazo López / Jefa de Archivos y Bibliotecas, Ayuntamiento de Huelva. Esta profesión nuestra nos hace forzosamente curiosos.

Un anuncio de la época sobre productos de Navidad. / Foto: Archivo Municipal de Huelva.
Un anuncio de la época sobre productos de Navidad. / Foto: Archivo Municipal de Huelva.

Pasan por nuestras manos a diario papeles de todas las categorías, de todas las épocas, de todas las procedencias. Rebuscando, con motivo de las fiestas navideñas, algo de antaño con que abrigar las fiestas de hogaño, movidos por el interés de averiguar algo más acerca de nuestras tradiciones, hemos encontrado,  con la ayuda del perspicaz compañero Paco Grajal unos sabrosos documentos, que nos han transportado muchos, muchos años atrás, deleitándonos con sus descripciones.


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En el presente, la Navidad se nos presenta con unos rituales que le sirven de antesala, la arraigada costumbre de la felicitación navideña antes mediante el envío de Christmas, hoy mediante otros y más rápidos medios tecnológicos, o la celebración de la Lotería. Pero, ¿desde cuándo?, ¿también eran costumbres de nuestros abuelos?. Pues todas las noticias apuntan a que algunas de ellas se remontan a los últimos años del s. XVIII, afianzándose otras a lo largo del XIX.

Sabemos gracias a las investigaciones de Diego Díaz Hierro que existe administración de Lotería en Huelva desde al menos 1789, siendo habitual la costumbre de adquirir décimos y billetes de la Lotería Navideña, de forma que en el año 1884 la ciudad se vió sorprendida con el 3º premio de la gran jugada de Navidad, gracias a un billete compartido por empleados de la Diputación, y siendo el mayor lote premiado de ¡30.000 duros!, un buen pellizco para la época.


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¿Y… existían los Christmas? El periódico La Provincia, en su edición del 24 de diciembre de 1881 nos cuenta que todos los españoles en estas fechas se apresuran a saludar a sus amigos, parientes y contertulios con la frase felicito a usted en las presentes Pascuas, así que sí parece que ese espíritu de paz, cordialidad y buenos deseos viene también de muy antiguo.

Por supuesto, no faltan los conciertos navideños. Los artículos del periódico en aquella época se presentaban de forma anónima, por lo que desconocemos la identidad del irónico comentarista que anuncia  que con mayor solemnidad, si es posible, que el año anterior, se celebrará mañana el natalicio  de Jesús en la Iglesia de la Merced. La capilla de Santa Cecilia, la banda de música de la capital , un escojido cuerpo de coro y el magnífico melodium de nuevo sistema que posee el acreditado maestro D. Rafael Martín, amenizarán la misa y maitines. Celebraremos que no tenga consecuencias.  Parece que la ceremonia del año anterior se había presentado con algún que otro problemilla.

Coplillas de Navidad publicada en la prensa de la época. / Foto: Archivo Municipal de Huelva.
Coplillas de Navidad publicada en la prensa de la época. / Foto: Archivo Municipal de Huelva.

Y llegamos al Nacimiento. El periódico dedica en esas fechas columnas a cuentos navideños, muy al estilo de Dickens, y entre ellos una narración anónima que aparece los días 24 y 26 de diciembre de 1892 con la que me quedo y les resumo. El autor cuenta la Navidad que celebraba con su abuelita unos 30 años atrás (nos vamos a 1860) que a su vez repetía la que ella había celebrado con sus propios abuelos (es decir, a finales de siglo XVIII). Nacimiento puesto con tiempo y dedicación, en cuyo montaje  los niños de la familia tenían un papel protagonista, en el que no faltaban el césped, musgo, ramitas de boj, olivo, laurel y naranjo cogidos por esos niños de entre los huertos cercanos y que formarían los prados y bosques del Portal. Y claro, las figuritas de barro sufrían a veces desperfectos,  la pata de la oveja, la ropa del pastor o el manto de la Virgen necesitaban un repaso, con lo que la preparación se iniciaba quince días antes.

Se escogía para colocar el Nacimiento una habitación amplia (¡qué tiempos!) en la que se colocaba una gran mesa cuyo centro se reservaba para el portal y cuyas figuras aparecían ataviadas de ricas vestimentas, pasando manifiestamente por alto el origen humilde de los protagonistas. Y la noche de Nochebuena se iluminaba con gran algarabía de familiares y vecinos, música y canto. Y se lamenta el autor del desuso en el que van cayendo estas costumbres, a favor del intruso “árbol de Noél”, que no dice nada de nuestras costumbres.

Mientras tanto, también en la cocina había barullo, criadas remangadas hasta el codo con grandes barreños llenos de la masa para hacer hojuelas y pestiños regados de miel. En la chimenea, un enorme “nochebueno” (grandísimo  tronco que se hacía arder el dia de Nochebuena) alegrando la cocina con sus chisporroteos, un barril de vino de la tierra, de viñas de la casa,  mosto puro.

La mesa de comedor se engalana para cenar el exquisito menú: riquísimos mariscos, pescado fresco acabadito de coger, aceitunas aliñadas al estilo del país, peros de Galaroza, naranjas de Gibraleón, castañas del Castaño, turrón y otra porción de golosinas: la prensa anuncia de forma destacada los mazapanes de Toledo, en el almacén de Comestibles de José Domínguez Briones en la Calle Monasterio, a 6 reales los más baratos. Turrón toledano, empanadas rellenas de yema, peces pequeños y jamoncitos rellenos de cabello, granada de melocotón… licores superiores de varias clases, Ojén y anisados de Sanlúcar se ofrecen para los más exquisitos paladares.

A medida que avanza la noche se escuchan rumores de panderos, zambombas, almireces, carrasquiñas: iban a la misa del gallo;  grupos de chiquillos llaman a la puerta para pedir el aguinaldo, o para entrar a ver el Nacimiento, con cánticos curiosos y jocosos a los que los de dentro responden con humor, y salen de la casa bien provistos de castañas, batatas, naranjas, peros y nueces.

El portón no se cerraba esa noche hasta bien tarde, pues después de la cena venían los cánticos, bailes y villancicos, amigos y vecinos entran, siendo la cocina es el lugar más concurrido de la casa, donde la Nochebuena se celebra con verdadero frenesí y con derroche de laringes,  mientras el personal más serio se acomoda  en el comedor junto a la mesa donde no faltaban las golosinas de esta época y el Jerez.

Además de los villancicos y canciones navideñas, nos cuenta el autor que se habituaba en aquella época cantar canciones algo locuelas y sin sentido,  como La Tarara y la Doña Juana, que como era tuerta, con el pie atrancaba la puerta, mientras se bailaba sin descanso haciendo corro.

Sobre las dos de la madrugada el padre de familia estima que ya está bien por hoy, que se van a despertar los más pequeños, y que mañana hay que madrugar, porque habrá que cumplir con el precepto de oir las TRES misas de Navidad.

Han pasado 150 años, y parece que nuestras tradiciones siguen gozando de buena salud,  con menos misas, eso sí, resistiendo con fortaleza a lo largo de los años  los envites del forastero “árbol de Noel”.

5 comentarios en «Navidad en la Huelva de 1860… y algunos más atrás»

  1. Enhorabuena por este artículo tan interesante y de paso felicitar a la Jefa de Archivos del Ayuntamiento de Huelva,María Dolores Lazo, así como a todo el equipo del Archivo Municipal, por la inmensa labor que realizan en pro de la investigación histórica; es un lujo para Huelva tener unos profesionales como ellos. Gracias.

  2. Una verdadera delicia leer este artículo tuyo, Lola, que espero se repita con mayor frecuencia. Cuando pasen las fiestas te haré algún comentario sobre este anuncio de «La Gloria» que creo obtendré en mi tertulia de los jueves.

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