Juan Carlos Jara. A solo unos días de que el decano del fútbol español cumpla 125 años, el repaso a las celebraciones de la efeméride que se vienen sucediendo desde comienzos de 2014 ruborizaría al más fanático de los defensores del onubensismo y dejaría sin palabras a cualquier artista de la demagogia y los fuegos de artificio. No solo faltan en la agenda de estos pasados once meses los eventos más costosos –imposibles en la coyuntura actual de la entidad albiazul salvo si se cuenta con el apoyo de empresas e instituciones locales- sino también aquéllos que solo necesitan un poco de alarde imaginativo –o, mejor, un poco de interés y ganas de hacer bien las cosas-.
En Huelva ni siquiera tenemos ya una gran bandera del 125 aniversario frente a la fachada de la Casa Colón. Solo quedan allí las telas rasgadas de una de las dos hileras de distintivos de menor tamaño pero nada más se supo de la gran insignia que se izó, en un acto sencillo pero coqueto, allá por el 18 de enero pasado. Y en el Nuevo Colombino, por muy increíble que parezca, tampoco ha ondeado el distintivo ni un solo día del año. Ni en el ayuntamiento ni en el club han dado importancia a ese símbolo.
A fecha de hoy seguimos aún sin un himno oficial conmemorativo que pueda servir para regenerar el sentimiento recreativista al cobijo de una melodía emocionante y crear afición los días de partido, tal y como ocurre en otros clubes con mucha menos historia y muchos menos motivos para el orgullo. Además, los balcones de la ciudad no lucen los colores azul y blanco y ni un solo aficionado, por muchos años que haya acumulado junto a su equipo, ha recibido la más mínima distinción. Algunos de los futbolistas más míticos que pasaron por el Decano se conforman con los homenajes que reciben de entidades más agradecidas allende nuestra tierra mientras resisten, a duras penas, en el recuerdo de una ciudad que descuida su patrimonio.
Una mirada a nuestro alrededor nos ofrece datos de la verdadera realidad de Huelva y el Recreativo. Las cercanas –en la distancia y en el tiempo- celebraciones del centenario de Sevilla y Betis muestran una desalentadora comparación, nunca aconsejable pero siempre inevitable, para quienes amamos esta tierra. O el ejemplo de Córdoba, donde tantos años alejados de la máxima categoría se maquillaban con pelos de punta al recibir a los blanquiverdes, desde la grada de El Arcángel, en un canto unisono con bufandas al aire.
El Nuevo Colombino permanece, frío y distante, tan al margen de la efeméride como el resto de la ciudad. Solo el calor que cada quince días le brindan 5.000 apasionados de siempre prolonga aún la leyenda. Solo un puñado de onubenses sienten hoy, parafraseando a César López, como ruge la grandeza de un símbolo de Huelva.
