El micro “padrinazgo” y las inversiones sociales

Sapiensity/@Sapiensity. Como todos sabemos, acceder a fuentes de financiación hoy día es una tarea ardua y compleja en el mejor de los casos. Lo es también para muchas de las iniciativas que van proliferando en Internet en tanto se cuestiona en muchos casos la transparencia de sus mecanismos de control, expresión ésta muy en boga en estos tiempos, el nivel de detalle y el seguimiento que puede establecerse entre “lo” apadrinado y el padrino/a. Los usuarios tienden a buscar cosas concretas, estímulos muy dirigidos, “el mínimo detalle”, la seguridad en sus datos, la aplicación correcta de su donación o inversión, y se decanta, finalmente, por la opción que encuentra más atractiva en un mundo segmentado.


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Esto es así porque las malas experiencias, propias o compartidas, se propagan exponencialmente y nos “somatizan” incluso a veces. En todo caso, es de agradecer la experiencia de microPadrinos bajo el mensaje «Por apenas un euro al mes puedes ayudar a un animal que tiene difícil encontrar un hogar».

Es de resaltar, igualmente, la llamada “Inversión de Impacto” o la “Inversión de Riesgo Social” como aquella que busca un rendimiento financiero y un impacto social medible. En ese sentido, podemos referirnos a Creas.org como un canal que concentra y casa inversores con emprendedores. La generación de ingresos para la supervivencia de una iniciativa, la generación de empleo, la producción o prestación de servicios de primera necesidad y el fomento de un ambiente social sostenible están convirtiéndose en los factores determinantes para selección de proyectos de este calado. La importancia del impacto social o medioambiental tiene tal transcendencia que estos inversores hasta pueden exigir un rendimiento bajo o incluso la simple devolución del principal.


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En los actuales momentos de máxima urgencia por convertirse en emprendedor, como fórmula o modelo de vida para salir adelante, una buena selección de proyectos, un enfoque adecuado y un conocimiento de plataformas y espacios como el citado se antoja muy determinante para salir airoso si uno opta por ser un emprendedor social.

La observación de las corrientes y tendencias de los movimientos ciudadanos y de las corporaciones en este sentido son una vía con mucho potencial para el futuro laboral de muchas personas.

Esta corriente de solidaridad asociada a los negocios, a la compra de productos y servicios, se debe a un conjunto de factores. Así, como sociedad, estamos, en general, cansados de mantener un papel meramente consumista y queremos pensar que nuestro dinero es usado con fines de mayor calado. Por otra parte, constatamos a diario que los medios nos bombardean con noticias sobre los problemas acuciantes de muchas personas del planeta y eso se traduce en una mayor concienciación y predisposición.

Hay que sumar a esa cuestión también las tendencias actuales por parte de víctimas y de medios de trasladar a la opinión pública las problemáticas sufridas, y sin tapujos, lo que convierte la situación en una denuncia en lugar de en una tragedia “vergonzosa”. Y precisamente el eco mediático de esos problemas “produce” la creación continua de instituciones, fundaciones u ONG para solidarizarse con esas causas. Ni que decir tiene que dichas causas tienen problemas para recaudar fondos ya sea porque los gobiernos y empresas han reducido drásticamente sus aportaciones por el contexto de crisis actual ya sea por la gran cantidad de causas nobles y acuciantes que están surgiendo por doquier.

Por último, el factor determinante de todo lo anterior lo está aportando la tecnología, y en concreto, el uso extendido de las Redes Sociales. Han contribuido al nacimiento de un sinfín de instituciones nuevas que han utilizado estas plataformas como canal de denuncia o caja de resonancia para dar a conocer el problema, concienciar a las personas y, sobre todo, recaudar fondos. En el ámbito de cooperación internacional existen multitud de iniciativas, algunas amparadas y financiadas por el ministerio de asuntos exteriores y cooperación, como es el caso de ONGAWA que promociona y canaliza proyectos de base tecnológica y de ingeniería que busca la participación de emprendedores sociales a tal fin. Podemos nombrar, igualmente, a ASHOKA España, la Asociación Española de Emprendedores Sociales, la plataforma Social & People o la recientemente constituida REIS (Red Española de Innovación Social).

Básicamente, estas instituciones y asociaciones exploran y promueven acciones a través de sus emprendedores para potenciar y mejorar la huella social de actividades económicas a través de modelos de negocio exitosos a la vez que sostenibles social, económico y ambientalmente hablando. El inestable escenario económico que asola numerosos países ha hecho que cada vez más personas decidan emprender proyectos de carácter social y ambiental con los que obtener beneficios, pero con los que también pueden ayudar a la sociedad. Así, podemos comprobar estas “derivas” comentadas en los últimos negocios surgidos como los coworking, las aplicaciones para compartir transportes, el crowdfunding u otras plataformas de economía colaborativa. En definitiva, se tratan de ideas que generan ganancias pero con las que además se obtiene un bien común.

El termino de emprendimiento social se acuñó en 1972 por William Drayton aunque posiblemente con anterioridad ya se desarrollasen proyectos con este enfoque. Estados Unidos se ha convertido en el país donde este movimiento ha calado con mayor fuerza y donde existen mayor número de emprendedores sociales. Por su parte, Europa ha tardado más en despegar pero tanto Francia como Reino Unido se sitúan a la cabeza y en ésta última existen plataformas como Village Capital London que se basa en la democratización del emprendimiento. Todo una carta de intenciones!.

En España, vamos con retraso porque este movimiento y modelo de negocio aún no se ha extendido, promovido, apoyado y aceptado suficientemente pero obviamente está poco a poco despegando y se está constituyendo como una “válvula de escape” de muchos jóvenes al poder desarrollar un proyecto de vida en colaboración con otras personas de forma colaborativa. Resaltamos un ejemplo de proyecto promovido por BBVA y ESADE, denominado Momentum Project, cuya finalidad es crear un entorno de concienciación y conocimiento para apoyar iniciativas de emprendimiento social.

No obstante, nos quedaremos con las palabras de Jason Pontin, redactor jefe de la revista del MIT – Instituto Tecnológico de Massachusetts, publicadas recientemente, en las que reconocía que los españoles somos de los más innovadores del mundo (añado que prueba de ello ha sido la reciente apuesta de Google por Madrid), y que con tal tasa de paro era muy probable que existiera un mercado negro de emprendimiento detrás. El problema, añadía, es que hay un mercado interior muy pequeño para esa innovación y la falta de capital para invertir en startups españolas hace, por otra parte, que la innovación que sobrevive no consiga “saltar las fronteras”.

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