Paula Crespo. Aunque nació de Zafra (1982) Jesús Chavero siente que su corazón pertenece a Aljaraque, a donde se mudaron sus padres cuando él tenía cinco años. Pasó su infancia en el municipio onubense y estudió la EGB en el colegio público Antonio Guerrero, centro que le vio dar sus primeros pasos en la interpretación como actor del grupo de teatro.
El IES La Rábida lo tuvo como alumno de los últimos años de la ESO y el Instituto La Marisma vio cómo cursaba el Bachillerato un muchacho que por aquel entonces «quería ser el mejor sacerdote de la provincia, lo que me llevó a estar dos años en el seminario dicocesano», explica Jesús.
Finalmente se marchó a Sevilla a estudiar Filosofía y fue en esos años universitarios cuando volvió al teatro «primero como actor y luego como director de los grupos de teatro de la Facultad de Bellas Artes y de la Politécnica«.
Durante estos años dirigió sus dos primeras obras, ‘Mucho ruido y pocas nueces’ de Shakespeare, y la ópera rock ‘Jesucristo Superstar’ en la parroquia de Los Remedios de Sevilla: «al terminar la primera Licenciatura, tuve la oportunidad de quedarme en Sevilla estudiando el Doctorado, pero ya tenía claro que me quería dedicar por completo al teatro, con lo que me pasé el verano del 2006 estudiando el último examen de la carrera a la vez que las pruebas de acceso a la RESAD de Madrid. Hice la prueba por la mañana en Madrid, y me cogí el AVE para poder hacer el examen por la tarde en Sevilla. Afortunadamente, pasé las pruebas, y aprobé el examen».
Al superar las pruebas le mandaron a estudiar a Valladolid, ciudad donde pasó los siguientes cuatro años, estudiando Dirección de Escena y Dramaturgia, donde trabajó con una beca para el Teatro Principal de Zamora, para el que montó ‘Así que pasen 5 años’, de Lorca y recibió un premio en el X certamen de arte joven de Calamonte, en Badajoz, por su obra ‘En los campos de Perséfone’.
Cuando se licenció en 2010, recibió otra beca para hacer prácticas en el Grotowsky Institut, una de las escuelas de teatro más importante de Europa, en el sur de Polonia. Durante mi estancia en tierras polacos encontró trabajo como profesor de español en una escuela privada y después como profesor de español y de teatro en la Universidad de Wroclaw, ciudad donde ha vivido 3 años, y con cuyos alumnos montó ‘Bodas de sangre’ en 2011, ‘La vida es sueño’ en 2012 y ‘El método Grönholm’ en 2013.
Además, durante estos tres años fue cofundador de la Fundación para la difusión de la cultura iberoamericana de Wroclaw, con la que ha organizado conciertos, recitales poéticos de autores hispanos y polacos, o mesas redondas sobre la situación de la cultura iberoamericana en Polonia.
– ¿Por qué decidiste irte a Londres?
– Mi último año en Polonia supuso un cambio de residencia y de vida radical, al irme a vivir del sur al norte de Polonia, a Szczecin, muy cerca de Berlín, donde he trabajado como director de una escuela privada de español, hasta que decidí que cuatro años en Polonia eran suficientes, y que necesitaba un cambio de vida, de ahí que decidiese cruzar el charco y mudarme a vivir a Londres, con la intención de centrarme en mi carrera como director de teatro, más que como profesor de español. Y en ello estoy desde que llegué a Londres hace ocho meses. Irme a trabajar a Londres fue una decisión que supuso de un proceso intenso de reflexión en un momento de mi vida en que necesitaba un cambio. Tras los cuatro años en Polonia, me planteaba el volver a España y tratar de empezar una carrera teatral en casa, rodeado de los míos o dar el salto a Londres e intentarlo en la meca del teatro europeo. Tras barajar muchos pros y contras, decidí que en este momento la mejor opción, para poder vivir del espectáculo, era intentarlo en las islas. Y de momento no me arrepiento.
– ¿Cómo es la vida de un director de teatro onubense en la capital inglesa?
– De momento no puedo quejarme. En comparación con mi experiencia en Polonia, donde encontré fuertes barreras por motivo del idioma, por ejemplo, en Londres he tenido mucha suerte, de hecho ahora mismo, estoy dirigiendo a una pequeña compañía de teatro español, con la que he vuelto a representar, por segunda vez, “Bodas de Sangre” de Lorca. El camino no es fácil, pero lo mejor de Londres es que te brinda la oportunidad de intentarlo, de tener proyectos y de realizarte. Además, aquí equivocarse no supone una condena perpetua, sino una oportunidad de aprender y de seguir mejorando cada día. Por lo demás, es cierto que para vivir hay que hacer otras cosas; de momento trabajo también como recepcionista en un hotel, y espero poder empezar a dar clases muy pronto, en cuanto haya preparado mis documentos. Aquí en Reino Unido, como en el resto de Europa, no hay oposiciones, como en España, sino que tienes que demostrar lo que eres capaz de hacer cada día, y del mismo modo que puedes prosperar en tu trabajo, si no lo haces bien, sabes que vas a la calle.
– ¿Qué oportunidades ofrece en el ámbito teatral y de la interpretación?
– Desde mi punto de vista y mi corta experiencia, me atrevería a decir que por un lado, la competencia es mayor, dada la gran cantidad de teatros, espectáculos y performances que hay cada día. Pero creo que eso es un aliciente para hacerlo aún mejor. Por eso creo que Londres ofrece calidad, ofrece formación y también te ofrece networking, es decir, te ofrece contactos en todos los ámbitos, que te pueden ayudar a realizar tu proyecto. Eso sí, no te regalan nada. La vida del director o actor de teatro es una carrera de fondo en la que, como decía mi profesora de escritura dramática, “hay que tener el culo muy pelado”.
– ¿En qué obras/proyectos interpretativos has participado hasta ahora?
– Aquí en Londres he montado por segunda vez ‘Bodas de Sangre’, como ya he mencionado antes y me encuentro en proceso de creación de mi propia compañía, junto con un colega madrileño. Pero desde que decidí dedicarme por entero al teatro, he trabajado en distintos proyectos y con distintos autores como ‘Esta noche se improvisa’ de Pirandello, ‘Mucho ruido y pocas nueces’ de Shakespeare, ‘Así que pasen cinco años’ de Lorca, o ‘Tango’ del autor polaco Slawomir Mrozek, que fue mi proyecto-montaje de fin de carrera.
– ¿Qué es lo más positivo de tu trabajo y de tu vida allí?
– ¿Lo más positivo? Las posibilidades que te ofrece esta ciudad en la que siempre hay algo que hacer, algo que ver, algo que no has visto todavía, etcétera Además, el saber que no tienes que preocuparte por el trabajo o el dinero como te puedes preocupar en España, porque sabes que hay trabajo y que, en general se paga bien, con lo que puedes vivir sin problema, y además, hacer lo que te gusta. También la posibilidad de convivir con gente de todos los colores, todas las razas, las religiones, las maneras de pensar posible… No hay palabras para expresar esa sensación.
– ¿Cómo han sido estos ocho meses tiempo?¿Qué balance haces?
– En una escala del uno al diez…un ocho y medio. Yo he tenido y estoy teniendo mucha suerte desde el momento en que decidí venir a vivir a Londres, pero hay cosas que no me gustan y que me parecen excesivas, como el precio de los alquileres o el transporte público. Cuando lo analizas en frío, piensas: «¿Nos estamos volviendo locos? ¿Cómo podemos pagar 550 libras (unos 600 euros al mes), por un cuarto que además tienes que compartir?» Londres es una ciudad cara y eso se nota. Por lo demás, a mi esta ciudad me parece un trocito de cielo: It’s almost the heaven!.
– En cuanto a las perspectivas profesionales, ¿cómo se presenta tu futuro en Londres?
– Espero que lleno de teatro. De momento estoy conociendo gente y planteando nuevos proyectos. Parece que me está llegando esa estabilidad para poder dedicarme por entero y de lleno a lo que más me gusta, el teatro. Esto es algo que antes no me podía plantear, pero ahora lo veo mucho más fácil porque en Londres puedo demostrar que soy bueno, y eso aquí, se premia.
– ¿Cómo es tu día a día en esta ciudad tan cosmopolita?
– En Londres se corre un gran peligro en el día a día, que es sumergirte en el trabajo y olvidarte de tu vida por completo. Por eso tienes que tener cuidado en el salto de ser el nuevo en la ciudad, con lo que eres como un turista más, a ser un currante más, de los que se pasan la mitad del día trabajando, y la otra mitad durmiendo. A mí, como buen español y andaluz, me encanta la fiesta de noche, y en Londres hay mucha fiesta, pero lo que más me gusta es disfrutar la ciudad de día. Siempre hay algo que hacer o ver en Londres, y no siempre cuesta dinero, así que siempre que tengo libre estoy moviéndome por la ciudad, disfrutando parques, plazas, teatros, museos, etc. Y por supuesto, por la noche, fiesta.
– ¿Qué tal te defiendes con el idioma?
– Ahora sin problemas. Pero cuando me fui a Polonia no tenía ni idea y me ponía furioso estar en las conversaciones y no poder participar porque no me enteraba de nada. Así que me puse a estudiarlo sin descanso, y cuando he venido a Londres, he tenido algún problemilla con los acentos, ya que los ingleses te hablan para que no los entiendas, pero ahora lo domino bastante bien. En cualquier caso siempre estoy aprendiendo palabras, expresiones, etcétera.
– Personalmente, ¿qué es lo que más te ha llamado la atención?
– Pues en primer lugar, lo cosmopolita que es la ciudad. Siempre hay gente en la calle y puedes disfrutar de mil colores de piel, peinados, ropa… Aquí puedes salir a la calle como quieras que nadie se fija, nadie te critica (a parte de los españoles, claro). He visto gente con las zapatillas de deporte rotas y traje de vestir o dos chicas que iban por la calle hablando, una llevaba puesto un collar de perro con una cadena, mientras que la otra tiraba de ella. En estos momentos me sigo sintiendo muy cateto y pequeño. Hay un cine donde ves las películas tomando champan en un jacuzzi. Eso me llamó mucho la atención.
– ¿Qué tres cosas no puedes perderte si vas de visita?
– Esa una pregunta con trampa ya que es muy difícil elegir tres cosas de todo Londres, aunque me voy a arriesgar: el mercado de Camden, Covent Garden, y los espectáculos que yo dirija (risas). Es broma, creo que es obligatorio dar un paseo por Hyde Park.
– ¿Echas de menos Huelva?
– Cada día más. A veces me dan unos ataques de morriña que me hacen pensar en dejarlo todo y volver a casa. La familia, los amigos y el Atlántico… ¿Qué más se puede pedir? Y mi sueño es vivir unos años en Inglaterra, reunir dinero y volver a Huelva; crear una pequeña compañía de teatro y tratar de abrir una sala de teatro alternativo.
– ¿Hay algo de Londres que te recuerde a nuestra tierra?
– ¿A parte de que el andaluz sea el segundo idioma oficial del metro de Londres? No mucho, la verdad, pero este verano, las mañanas soleadas eran muy parecidas a las mañanas en Huelva cuando sale el sol y paseas por la calle Concepción o el Mercado de El Carmen.
– ¿Conocen tus compañeros y amigos algo de la provincia?
– Sí. Es curioso porque Huelva es más conocida de lo que pensamos. En Polonia conocí a no pocas polacas que habían estado en Huelva trabajando en las fresas o de Erasmus. Incluso una de ellas había tenido una relación bastante larga con un chico de Moguer, y me dijo que lo que menos le gustaba de Huelva, era que su suegra la llamaba por las mañanas para limpiar la casa (risas). Aquí en Londres también he conocido gente que sabe de Huelva. Por ejemplo, uno de los chicos de la compañía de teatro, ha estado dos veces en el festival de teatro de Niebla. Y una de las recepcionistas del hotel en el que trabajo, es eslovaca, y ha estado varias veces de vacaciones en Isla Cristina ya que tiene amigos de allí.
– ¿Qué les has contado tú?
– Yo cuando hablo de Huelva hablo de las playas, es lo que más echo de menos, el mar. Les hablo de que Huelva es la mejor provincia de España porque tenemos de todo. Del Santuario de la Cinta (uno de mis rincones favoritos de la capital), y de que el Recreativo es el decano de España. Cuando les hablas del Recre, todo el mundo conoce Huelva. También les hablo de El Rocío y de las romerías, porque eso es algo que a la gente le fascina, y no entienden. A mí me encanta Huelva, y siempre trato de hacer que se conozca un poco más. Para mí Huelva es siempre mi referente, las personas que cada día se levantan con fuerza y alegría para sacar nuestra tierra, nuestra provincia adelante. Y en cierto modo, como ya he dicho, es mi meta, a donde me encantaría volver sabiendo que no voy a tener que volver a irme.