M. P. D. Alberto Hernández Sande es un joven Licenciado en Psicología por la Universidad de Huelva que confiesa que inició la carrera con una visión preconcebida, como sucede con la mayoría de los estudiantes que eligen esta titulación. Este hecho provocó que en un principio continuara sus estudios con cierta desgana.
Así fue hasta que tuvo la oportunidad de vivir una estancia Erasmus en París, ciudad a la que se marchó “convencido de que aprendería otros puntos de vista que me ayudasen. Pero encontré todo lo contrario, un viaje atrás a las teorías de Freud, Lacan y una psicología precientífica, que alejaba aún más cualquier garantía de ayudar a alguien. Entonces fue cuando empecé a cuestionarlo todo, cada página que leía y cada teoría que aprendía”.
Fue el comienzo para que en el último año de carrera comprendiera el método científico, lo que le ha posibilitado pasar meses en el laboratorio de Psicología Experimental, así como participar en congresos, talleres y eventos, gracias al apoyo que ha recibido de los doctores José Andrés Lorca y Jesús Gómez.
En la actualidad, Alberto, que se considera psicólogo y escéptico, ha visto reconocido su esfuerzo con un premio Sapere Aude, que concede la Cátedra Cepsa, correspondiente a la Facultad de Ciencias de la Educación. Así nos lo cuenta en esta entrevista.
-¿Qué ha supuesto para ti este premio?
-Un reconocimiento al tiempo dedicado, a la investigación y al método científico. Espero que ayude a que más personas puedan interesarse por una labor investigadora.
-¿Qué han valorado de tu trayectoria para darte el galardón?
-El premio está orientado a una labor creativa e investigadora. Creo que hay ambas en mi trabajo. Creativa por el tema, y porque hubo limitaciones y problemas que tuve que resolver. Investigadora porque procuré que cada uno de los pasos dados estuviera justificado y suficientemente documentado para replicarse con facilidad por cualquiera que se interese por este estudio. Considero que éste es el punto más importante, la facilidad para replicarlo.
-¿Cómo te sentiste en el acto de entrega?
-Nervioso. Ha sido un año muy ajetreado y creo que el mejor de los que he pasado en la Universidad de Huelva. Supongo que de alguna forma recordé que había dejado de ser un alumno y tenía nuevos retos por delante.
-¿En qué consiste el proyecto o investigación que te han premiado?
-He estado investigando sobre el funcionamiento de un sistema BCI (Brain Computer Interfaces, o interfaz cerebro-ordenador). En concreto sobre el Emotiv EPOC, de reciente aparición, y su capacidad de discriminar entre una conducta pública (como cerrar la mano derecha) y una conducta privada (evocar dicho movimiento).
Las interfaces cerebro-ordenador permiten relacionar un patrón de actividad eléctrica cerebral con un comando en el ordenador. Es algo que empezó en 1973, pero, como suele suceder con la tecnología, ha evolucionado hasta dar con formas más baratas, simples y eficientes de realizar la misma tarea. Sin embargo, el dispositivo estudiado disponía de software privativo (código cerrado), por lo que se requería estudiar las capacidades del dispositivo ayudando a comprender su funcionamiento. Se están iniciando algunas investigaciones y aplicaciones en Estados Unidos para ayudar a personas con problemas motores, manejando aparatos como sillas de ruedas o exoesqueletos. También para comunicarse a través de un ordenador.
-¿Cuál es el título de tu trabajo?
-Se llama ‘Emotiv EPOC: Discriminación de un sistema BCI (Brain Conputer Interface) entre conductas públicas y privadas’.
-¿Tienes previsto publicarlo?
-Sí. Estoy adaptando el formato y el contenido al inglés para que cumpla las condiciones de algunas revistas científicas internacionales, con índice de impacto y de amplia difusión.
-¿Qué estás haciendo ahora?
-En enero empezaré el máster de Neurociencias y Biología del Comportamiento en la Universidad Pablo de Olavide. Mientras tanto, sigo pasando algunos días en el laboratorio de la Universidad de Huelva, ayudando a los nuevos alumnos y cerrando algunas tareas pendientes.
-¿Tienes algún otro proyecto para el futuro?
-Con un dispositivo tan interesante como es el Emotiv EPOC, y los sistemas BCI en general, ya hay ideas para abrir nuevas investigaciones, pero es algo que empezarán otros compañeros del laboratorio, seguro que con resultados muy interesantes y una rigurosa metodología. A pesar de ser un laboratorio muy joven, hay mucho entusiasmo y ganas de trabajar. Es genial poder compartir el tiempo con personas apasionadas por la ciencia, por explorar, descubrir y comprobar.
A pesar de todo no es la única línea. Hay más líneas de investigación que continuarán el gran trabajo iniciado por algunos compañeros, como Miguel Ángel Maldonado, Pilar Cáceres o Eloy Martín. Investigadores muy prometedores, no pienso quitarles ojo.
-¿Algún mensaje a los jóvenes universitarios onubenses?
-Me gustaría que más personas se interesasen por la ciencia, que comprendiesen cómo la ciencia es la mejor herramienta para describir y explicar la realidad. Como decía Carl Sagan, vivimos en una sociedad totalmente dependiente de la ciencia y tecnología, en la que no muchos comprenden de ciencia y tecnología pero toman decisiones sobre éstas y opinan. Vivimos en un momento en el que la charlatanería y las soluciones milagro están en auge. La comprensión de cómo funciona nuestra sociedad, de cómo hemos llegado a tener los avances que usamos a diario, es clave para una actitud crítica, porque los que hicieron estos avances se cuestionaron asuntos muy importantes, sin creer algo porque lo dijera una persona u otra, o miles de ellas, sino porque las pruebas y las evidencias les condujeron a la respuesta. Eso significa ser escéptico, y la sociedad necesita más escépticos.
Estudiéis lo que estudiéis, cuestionad, pedid evidencias y pruebas, y sopesad si esas evidencias son suficientes para sostener la afirmación. De ello dependerá vuestra salud, vuestro dinero y los de toda la sociedad.
1 comentario en «El joven psicólogo Alberto Hernández Sande, de París al Laboratorio de Psicología Experimental de la Onubense»
Tb es trop bueno organizando fiestas.