MGL. A lo largo de toda la provincia de Huelva nos encontramos huellas del intercambio y la presencia de las distintas culturas que han recorrido la provincia. Tartesos, fenicios, musulmanes, y un sinfín de civilizaciones que nos han ido dejado restos que han ayudado a escribir la historia de Huelva. De ellas, conservamos infraestructuras mineras y ferrocarriles, de las más contemporáneas; ruinas tartésicos o restos de urbes que se corresponden con el paso de los fenicios por Huelva, entre otras muchas que enriquecen la provincia.
Uno de los vestigios que aún se conservan en la provincia y que, según estudios científicos y arqueológicos, parece ser la única edificación similar en pie actualmente, es la torre que da nombre al municipio onubense de San Bartolomé de la Torre. Se trata de una construcción de carácter militar, ubicada en una loma de la localidad y que, según sus características, pudo utilizarse como una torre vigía de las mercancías procedentes de la cuenca minera del Andévalo occidental.
A unos 700 metros del municipio, su situación estratégica la ubica en el camino que conduce a la serranía y zona minera de la comarca. Por este motivo, en un principio, los investigadores dataron al edificio como una construcción de carácter púnico. En los primeros estudios y datos bibliográficos que se conocen sobre la torre, Emilio Serrano, en su obra ‘Castillos de Andalucía‘, estima que data de los siglos IV y III antes de Cristo,e incluso llega a apuntar que se tratara de un panteón funerario romano de la época Imperial.
Tras varios estudios, los orígenes de la construcción se establecieron entre mediados y finales del siglo XII, ya que su carácter militar y ofensivo la situaron en una Huelva inmersa en conflictos culturales y económicos, como es el caso de los problemas fronterizos con al vecina Portugal; el dominio del reino de Sevilla ante el crecimiento de los señoríos y las continuas revueltas entre la población por los choques culturales y el desequilibrio social y económico.
El paso y la erosión del tiempo habían hecho mella en la torre que, a mitad del siglo pasado tuvo que ser reforzada y reformada para garantizar la seguridad de los vecinos que merodeaban la zona y el propio edificio. Un hecho que facilitó las tareas de investigación del origen del edificio y con las que se han podido deducir que la torre estaba compuesta por tres plantas diferenciadas y que es una construcción almohade.
En el archivo municipal de San Bartolomé, se conservan los documentos de la reconstrucción de la torre en los que se ubica como un edificio militar de la época medieval. Los científicos de Bellas Artes estimaron que, por el tipo de material empleados y las características de la construcción, la torre no guarda ningún tipo de relación con las edificaciones propias de los periodos romanos.
Según un informe realizado por Alfonso Jiménez, de 1980, se recoge la afirmación de que la construcción es de tipo almohade, algo que sí coincide con los estudios de los investigadores y arqueológos que trabajaron en el edificio de San Bartolomé años después. Según este informe, la torre que da nombre al municipio onubense es un edificio medieval, que fue construido en el siglo XII.
Se trata de una construcción militar que, a modo de atalaya o fortificación para la vigilancia, controlaba el acceso desde la cuenca minera del Andévalo occidental y desde la taifa de Évora. Además, en los documentos se añade que existen construcciones similares tanto en el norte de África, como en la Península, en torres albaranas y en alminares de la misma época.
Características de la torre
La torre está levantada a base de ladrillos rojizos, que obedecen a las características del arte almohade de tipo toledano implantando en el siglo XII en la baja Andalucía y taifa de Badajoz. Otra de las características, es la singularidad de los huecos y remates de sus construcciones que se prestan a diversas interpretaciones pero que apuntan a que se trata de una torre vigía.
Aunque el paso del tiempo hizo que desapareciesen los elementos originales del edificio, por la composición de sus muros, la torre estaba compuesta por dos plantas y una zona defensiva ubicada en la parte superior. La planta baja, a la que se accedería por la puerta principal, está ventilada por dos tragaluces. Aún se conserva el dintel de piedra y restos de ladrillos que deducen que se emplease como establo o almacén. De otro lado, la planta superior tenía el suelo de madera y se accedería a ella a través de la planta baja. Su función era de zona de estancia y de vigilancia con dos huecos en la zona superior de la fachada. La composición del edificio se puede deducir por los restos de ladrillos que se mantienen en pie y la forma actual de la torre.
Durante los trabajos de remforma de la torre de San Bartolomé, se llevaron a cabo distintas excavaciones tanto en el interior como en el exterior del edificio y donde se hallaron restos cerámicos que se encuentran expuestos en el Museo de Huelva.
Su diseño tosco y la calidad de los materiales empleados en la construcción pero con unas directrices y un diseño claro, indican que se trata de una torre militar de baja categoría pero de una gran importancia ya que podría ser el único edificio de este tipo que se conserve.
En definitiva, la torre es la seña identidad de la localidad onubense de San Bartolomé de Torre, que a pesar de haber sufrido cambios sigue erigiéndose como el edificio defensivo que se construyó durante el medievo.