La Inquisición Secreta

La quema de libros, una práctica habitual de la Inquisición.
La quema de libros, una práctica habitual de la Inquisición.
La quema de libros, una práctica habitual de la Inquisición.

Ángel Custodio. Curiosamente la Inquisición que tanto  atemorizaba con los castigos que infligían a las pobres personas que caían en sus manos, después mantenían todo bajo control para el más riguroso secreto; los archivos, los procesos, los prisioneros, las torturas, todo pretendían que no se supiera ni como, ni que, ni las personas que intervenían en ello, para evitar que después pudieran volverse estos actos contra ellos.

En las casas de la Inquisición, donde se guardaban los archivos y al mismo tiempo se “guardaban” también a los presos, se elevaban muros de mucho grosor y alturas inconcebibles, se abrían pequeños ventanucos y casi limitando con el techo y todo ello, para que en la calle no se escucharan, ni voces, ni gritos, ni nombres, ni nada.



Hace poco, estuve leyendo un informe que se expuso cuando un inquisidor quiso instalarse en la misma casa de la Inquisición y el fiscal, los notarios y el escribano de secretos, emitieron su opinión sobre la conveniencia de autorizar la pretensión del Inquisidor o los problemas que podía traer esa medida.

El fiscal dice que no se debe autorizar la petición, porque el personal de servicio que tiene el Inquisidor viene con él de la casa que ocupaba antes y no pueden cruzar el patio y ver físicamente a los presos y a los funcionarios que los trasladan antes y después de sufrir tortura.


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Además esgrime que alguien que no es del Santo Oficio, pueda conocer los libros y escrituras secretas valiéndose de cualquier artimaña para entrar en los archivos, que aunque las puertas tienen varias cerraduras, cada una con llave en poder de distinta persona, pueden ser violentadas de alguna forma.

Uno de los notarios también  indica que para ir a la nueva residencia del Inquisidor, hay que atravesar la sala de juicios y que en medio de un proceso sería contraproducente que esto sucediese.

Otro de los notarios dice que la sala de torturas está pared con pared con la cocina de la del Inquisidor y al ser los tabiques interiores muy finos, todo el personal del servicio podría escuchar los gritos y martirios a que someterían a los encausados para hacerles confesar su culpa.

Desistieron alegando un gasto muy elevado para una Casa que no reunía condiciones, y una vez se pronunciaron todos, el “gabinete de crisis y consultas”, se disolvió.

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