Ángel Custodio Rebollo. Cuando se descubrió América, las naves que iban para allá y las que regresaban convirtieron la costa de Huelva en una zona excesivamente transitada, aunque hubo una variación obligados por las circunstancias. Al principio, los barcos iban y venían en solitario, pero empezaron a aparecer piratas y corsarios en todo el litoral, que esperaban a las naves cargadas para hacerse con el preciado botín.
Surgió el tráfico bajo protección, pero seguían asaltándolos, ya que los medios de protección con los que se contaba entonces, no eran muy eficaces, pues a veces los vientos o los golpes de mar, separaban a los barcos protector y protegido, y los hacían vulnerables.
De nuevo varió el sistema de protección y navegaban en convoy y escoltados por la llamada Armada de la Mar Océana, que los acompañaba hasta que salía de la zona peligrosa o hasta final del viaje.
Fruto de la afluencia de Corsarios y Piratas, es la amplia relación de barcos que están hundidos frente a nuestra costa, aun muchos sin recuperar
Los barcos de regreso del continente americano enfilaban el Cabo San Vicente, y costeaban lo que hoy es El Algarve portugués y el litoral onubense, pero encontraban una zona peligrosa cuando los barcos pasaban por Arenas Gordas, hoy Mazagón, ya que eran frecuentes los que embarrancaban y quedaban destrozados. El pasar cerca de tierra, para refugiarse en caso de ataque, sería el origen de que muchos embarrancaran y se hundieran.
Como habían llegado al sur, muchos barcos vascos, con objeto de colaborar con la Corona para combatir a la invasión musulmana, que en realidad eran mercenarios que quedaban protegidos por la colaboración prestada. Hubo de todo y había unos que vinieron dispuestos a luchar abiertamente por quien les pagaba y otros que se quedaron por la zona y se dedicaron al fructífero pillaje.
Los barcos que marchaban desde Gibraleón, Lepe Palos, Huelva, San Miguel del Arca del Buey o Ayamonte con destino a Inglaterra, Francia y Flandes llevando vinos, higos y diversa mercancía, también necesitaban protección, porque la zona estaba infectada de corsarios y piratas, a veces procedentes de los que habían llegado para el desempeño de un trabajo legal y se convertían en fuera de la ley.
Era tal la imposibilidad de proteger a algunas naves, que hemos leído casos que se adentraban los piratas en el mismo puerto de Huelva y se llevaban el barco y la mercancía.
Nuestro litoral era considerado en aquellos tiempo, como una zona muy peligrosa y la Corona decidió que con la colaboración de la nobleza que veía beneficiados sus feudos por la protección de los ataques por mar, que se construyeran desde la frontera con Portugal hasta la zona de Tarifa, una torres de vigilancia, desde donde se realizaran avisos para alertar a la población de los ataques.
Muchas de estas torres han desaparecido, otras se conservan en muy buen estado y de algunas quedan unos ligeros vestigios.