Huelva se llenó de Esperanza por su 75 aniversario

Sergio Borrero. Las siete de la tarde marcaba el reloj cuando las puertas de la iglesia de Santa María de la Esperanza se abrían y comenzaba a salir del templo el cortejo que antecedía al paso de palio. En el exterior y anunciando la llegada de la cruz de guía, la Banda de cornetas y tambores Santísimo Cristo de la Expiración avanzaba hacia la Plaza Niña con los sones de la adaptación de “Esperanza por Huelva Coronada“. Por delante quedaban unas siete horas de emociones encontradas en torno a la Señora de San Francisco.

Avanzaba el cortejo con decenas de hermanos de cirio en el que figuraban las insignias marianas que cada Miércoles Santo pone en la calle la hermandad como son el Simpecado, el guión de la Medalla de la Ciudad o el Guión de la Coronación. Diferentes hermandades quisieron acompañar también en esta jornada extraordinaria, caso de las Hermandades de la Lanzada, Santa Cruz, Misericordia o Nazareno. Portaban el guión de Santa Ángela de la Cruz miembros del Colegio María Inmaculada. Numerosos organismos e instituciones de la ciudad como el Recreativo de Huelva acompañaban también en la antepresidencia. La Marina volvió a estar representada como siempre en la presidencia acompañando a Alfonso Aragón, hermano mayor de la Esperanza y varios infantes de marina escoltando el paso de palio.

Nuestra Señora de la Esperanza Coronada se encaminaba al dintel de su templo a los sones de Esperanza de San Francisco a la vez que se giraba para ponerse de cara frente a su hijo de la Expiración. Pasaban 45 minutos desde que las puertas se abrieron cuando los sones del Liceo de Moguer entonaron la marcha real y la Esperanza Coronada salió al encuentro de los miles de onubenses que abarrotaban la antigua calle Padre Andivia. Fuera ya del templo la marcha “La Esperanza de San Francisco”, compuesta por Iván Macías y que se estrenaba para la ocasión, marcaban los primeros metros del caminar de la Señora de San Francisco.

Si extraordinario era el carácter de la procesión, no menos lo era su exorno floral. Rosas color salmón y nardos blancos decoraban el trono verde bordado en oro que cobija a la Esperanza. Unos nardos que dejaban a su paso un embriagador aroma, tan característico de esa flor y que no podemos disfrutar en los Miércoles Santo debido a la época del año. Nardos, cera e incienso creaban una atmósfera alrededor de la bellísima imagen que gubiara Joaquín Gómez del Castillo para el deleite de los sentidos.

Los primeros momentos de emoción se vivieron con la llegada del palio a la puerta del convento de las Hermanitas de la Cruz. A los sones de “Pasan los Campanilleros” la Virgen de la Esperanza se acercaba hacia sus camareras de honor, donde entre rezos la recibían como cada Miércoles Santo. Minutos después, era el antiguo Brasil quien se convertía en epicentro de emociones ante la llegada de la Esperanza. Una lluvia de pétalos daba la bienvenida a la Virgen y desde uno de los balcones, el grupo Andares entonaba la Salve a la Esperanza Marinera. Tras un giro de 360º para despedirse del Brasil, avanzó la procesión por la Gran Vía camino de la calle Tres de Agosto, donde fue recibido el paso de palio por las Madres Agustinas.

Uno de los momentos más emotivos se vivieron cuando Nuestra Señora de la Esperanza recorría los últimos metros de la calle Palos y el palio, acompañado tan solo por la presidencia y el cuerpo de acólitos, se adentró en Fernando el Católico en silencio para encontrarse con la casa de la familia Sardiñas, aquella casa donde mientras se construía su futura capilla, encontraron refugio la Virgen de la Esperanza y el Cristo de la Expiración.

Pasaban las once de la noche cuando la calle Miguel Redondo daba la bienvenida a su Virgen. Una multitud de devotos, tanto onubenses como cofrades de otras ciudades, acompañaban por los últimos metros de la procesión a la Esperanza Coronada. Petaladas, sevillanas, rezos y vivas se enlazaban unos tras otros provocando que apenas si avanzara escasos metros en cada chicotá el paso de palio. Son muchos los grupos onubenses que no se han querido perder su cita con la jornada de hoy y que desde los balcones distintos del recorrido, han puesto sus cantos al pasear de la Esperanza

La Hermandad de la Oración en el Huerto recibía a la Virgen de la Esperanza en su casa hermandad de la calle Alfonso XII, una de las calles más adornadas para la procesión con varios balcones que llamaron la atención del numeroso público que allí se congregó. Un maravilloso altar presidido por el simpecado de la corporación del Jueves Santo decoraba su portada y la junta de gobierno entregó un ramo de flores a la primera dolorosa coronada de la ciudad, soñando ya ellos con la coronación de su titular en septiembre del año que viene.

Poco faltaba para las dos de la noche cuando con algo de retraso, Nuestra Señora de la Esperanza Coronada realizaba la última revirá de su recorrido y enfilaba la calle que lleva su nombre. Unos primeros metros en los que pasó bajo el maravilloso arco instalado por hermanos de la hermandad bajo una lluvia de pétalos. A las puertas de su templo, era el Grupo Onuba el último que le rezaba con sus cantes a la Virgen de San Francisco, en el ocaso ya de una jornada que quedará para la historia de esta centenaria hermandad. Pasadas las dos y media de la madrugada, Nuestra Señora de la Esperanza Coronada hacía su entrada en el templo entre vivas y palmas de los miles de devotos que abarrotaban la calle.

Galería de fotos de la Procesión Extraordinaria de la Virgen de la Esperanza