P.C.G. Si hay un castillo emblemático y con historia dentro del inventario patrimonial que constituyen este tipo de construcciones repartidas por toda la geografía onubense y especialmente concentradas en la zona fronteriza con Portugal ese es el castillo de San Marcos, en la localidad andevaleña de Sanlúcar de Guadiana, geográficamente enfrentada al municipio luso de Alcoutim.
Desde el sur la de Sanlúcar de Guadiana es la segunda fortificación, tras el castillo de Ayamonte, en la raya de Huelva, que enfrentaba las construcciones defensivas implantadas por ambas coronas para el control estratégico de la zona y que llegaba hasta Galicia, constituyendo lo que se conoció como la ‘Banda Gallega’.
Construido en el medievo en un cerro a 135 metros de altura, al noreste del municipio, es un claro ejemplo de la arquitectura defensiva de la provincia de Huelva que, tras las reformas de los siglos XVI, XVII y XVIII, se erigió como una de las grandes fortalezas señoriales y militares de la corona española, durante la Guerra de Independencia portuguesa (1640-1668), época en la que fue necesario construir el baluarte de San Jerónimo (1642), precisamente por los ataques provenientes de Alcoutim.
Uno de los principales elementos de interés del castillo de San Marcos es precisamente ese reflejo de la evolución de la artillería y de los conceptos arquitectónico-defensivos que van desde las medievales torres de planta cuadrangular, pasando por las torres cubo de planta circular hasta la utilización de elementos abaluartados de la fortificación moderna después de que fuera invadida por los soldados portugueses en 1666.
De hecho, tras las diversas investigaciones e intervenciones arqueológicas que se llevaron a cabo entre 2003 y 2012 para la rehabilitación, puesta en valor y construcción de un centro interpretativo de la arquitectura defensiva del Bajo Guadiana, se desveló que este el castillo se había construido sobre diversas fortificaciones anteriores que llegan incluso a la época islámica en el siglo XIII, aunque de esta primera etapa casi no se conservan restos.
Así, como si se tratara de unas matrioskas, la fortificación de planta rectangular 155 metros de perímetro y cuatro torres, está compuesta por un antemuro que se adapta a la superficie del cerro donde está edificado y ocupan una superficie de unos 6.000 metros cuadrados. El fuerte, de forma poliédrica aproximadamente 3.000 metros cuadrados de superficie, que dispone de tres cubos circulares y uno de forma triangular, en el que se conserva una garita. En el cubo sur se observan los restos de otra similar que ya no existe.
Protegido por un revellín, el acceso al recinto, al que se llega por una rampa dividida en dos -una hacia la puerta del fuerte y otra al revellín oeste-, se encuentra en el flanco norte del recinto. En el interior se conservan las ruinas de las dependencias del alcalde y la capilla con el pavimento original de toba colocada en espiga, las cocinas con restos de na pequeña almazara y el aljibe, labrado con ladrillos de taco, enlucido y encalado. Y en el lado oeste el cuartel donde se alojaba la guarnición.
Invasión portuguesa
En cuanto a la invasión portuguesa de 1666, fue un ataque dirigido por el conde de Schomberg, entonces gobernador del Alentejo. Sus tropas bombardearon una de las torres de la fortificación para entrar y tomarla. Después saquearon a conciencia la población y la incendiaron, por lo que ésta quedó totalmente despoblada.
Durante el tiempo que estuvo en manos portuguesas (entre 1666 y 1668, cuando se firmaron los acuerdos de paz) el castillo de San Marcos experimentó diversas reformas que incluyeron, las medias lunas exteriores y elementos triangulares que hacían más férrea la estructura, la construcción del aljibe y algunas modificaciones en el baluarte de la torre nordeste.
Y en 1741 los ingenieros de la época, perfeccionaron la fortificación para hacerla más resistente a los bombardeos y aumentar su capacidad artillera. Así, se reformó el cubo oeste y es en esta etapa cuando San Marcos adquiere la fisonomía de baluarte actual.
Pese a que Ayamonte era la principal fortificación de la frontera, el castillo de San Marcos por su posición junto al río Guadiana, constituía un punto clave de la defensa de la corona española ante una posible invasión portuguesa.