Sapiensity/ @Sapiensity El Consejo Internacional de Museos, creado en 1946, es la única organización de museos y profesionales de museos con alcance mundial, dedicada a la promoción y protección del patrimonio cultural y natural, presente y futuro, material e inmaterial. Es el propio consejo el que se refiere al Museo, y así es aceptado por la comunidad internacional, como una institución permanente, sin fines de lucro, al servicio de la sociedad y abierta al público, que adquiere, conserva, estudia, expone y difunde el patrimonio material e inmaterial de la humanidad con fines de estudio, educación y recreo.
Dicho ésto, cabe pensar que favorecer el reconocimiento del patrimonio cultural de una zona cualesquiera es favorecer el turismo que contribuye, a su vez, y de forma muy significativa, a la prosperidad económica de esa misma zona y su entorno más inmediato.
Gracias al papel esencial en la protección y en la conservación del patrimonio así como en la promoción de la diversidad cultural, los museos están capacitados para promover la interacción imprescindible entre la protección del patrimonio cultural y el desarrollo cultural.
Hoy por hoy, las sociedades se enfrentan al reto de hacer convivir la conservación del patrimonio con el desarrollo del turismo, que se antoja y se demuestra, al menos en España, como el elemento principal de generación de riqueza. El patrimonio arquitectónico y medioambiental en la provincia de Huelva, por ejemplo, deben cohabitar con las necesidades de una sociedad tecnificada que aboga por estrategias de puesta en valor, de proyección y de visualización muy distintas ante un gran abanico de visitantes. El público infantil, por su parte, dada su idiosincrasia, exige cada vez más herramientas y formatos que puedan identificarse con las actuales tendencias de entretenimiento-conocimiento o interacción-ocio.
En estos últimos años, bibliotecas, archivos, centros de documentación y museos vienen digitalizando sus fondos y colecciones en su intento de proteger y difundir dichos fondos. Valga como comentario en este sentido, que en muchas ocasiones la digitalización no produce/permite necesariamente la accesibilidad deseada a los usuarios que intentan acercarse al conocimiento.
Hoy día, existen un vasto compendio de tecnologías y el reto principal es planificar y diseñar los “formatos” y los “accesos” adecuados, según el público al que nos dirijamos. Sin duda alguna, en la medida que seamos capaces de analizar y elegir las tecnologías adecuadas, dibujar los privilegios en los accesos, según perfiles de “consumidores”, y de gestionar los contenidos disponibles en cada momento, podremos ofrecer un catálogo de servicios y productos tecnológicos que puedan consultarse durante las visitas presenciales, en visitas o proyecciones virtuales o en consultas en movilidad, por poner algún ejemplo.
Es importante señalar que el modus operandi en muchos de estos “centros o fuentes de conocimiento” se ha alejado de los actuales modelos de consumo digital. Más que nunca, y motivado por el contexto de crisis actual, se ven abocados a redefinir sus instituciones bajo modelos de sostenibilidad financiera que ofrezcan un portfolio de servicios al visitante que permitan autofinanciarse.
En este sentido, se ha venido demostrando que muchas grandes inversiones realizadas hasta la fecha han apuntado a una infrautilización de los fondos patrimoniales disponibles, lo cual ha derivado en una falta de ingresos previstos en lo que el acceso en línea se refiere. La cultura, por consiguiente, se debe a dichos modelos de consumo digital que se vienen aplicando ya en otras ciudades vanguardistas e instituciones que de igual manera gestionan una cantidad ingente de contenidos de gran valor y calidad.
A modo de apunte significativo, podemos resaltar las Exposiciones Virtuales como acciones de captación de usuarios potenciales, incluidas en las estrategias de comunicación dirigidas a difundir colecciones digitales. Estas exposiciones se han convertido en un método de comunicación imprescindible para cualquier tipo de institución cultural, permitiendo acercar contenidos especializados a un público generalista o incluso adaptando mensajes narrativos a determinadas audiencias como niños, adolescentes, mayores o colectivos desfavorecidos.
Estas exposiciones basadas en contenidos digitales permiten nuevas experiencias que el visitante agradece y que les permite, a la vez, convertirse en un “embajador” del propio museo y del entorno del mismo .. en la medida que la tecnología ya permite un “llévatelo puesto”, concepto que se refiere al merchandising tecnológico.
Por otra parte, la penetración de los SmartPhones y de las Tablets en nuestras vidas hace que los Museos, por ejemplo, puedan incluir en sus estrategias no ya la presencia sino, diríamos, la convivencia, o incluso, una apuesta decidida por instalarse en este canal dado que las posibilidades del entorno móvil son casi infinitas. Una de las más explotadas la conforman las experiencias de consulta personalizadas y geolocalizadas.
La mayoría de nosotros ya hemos podido comprobar o ver en televisión cómo las apps museísticas son una realidad a la hora de difundir el patrimonio cultural. Desde el 2009, año en el que la National Gallery lanzó la primera, “Love Art”, se ha venido produciendo una carrera vertiginosa en este sentido.
Las nuevas prestaciones y la integración de tecnologías permiten actualmente la interacción del visitante con el museo, convirtiendo al móvil como una herramienta imprescindible. Las nuevas aplicaciones ya combinan recursos multimedia con el uso de la geolocalización, y la irrupción de la realidad virtual para la recreación y simulación del patrimonio es ya una realidad cuyo atractivo investigador, divulgador o vertebrador es celebrado por todos los usuarios.
Por su parte, las últimas innovaciones en el ámbito de aplicaciones culturales ponen su foco en su adaptación a cada museo, tanto a nivel de requisitos técnicos como funcionales. Esto es debido a que se pretende potenciar la interactividad frente a la unidireccionalidad. Pensemos que la tendencia es poder visualizar colecciones vigentes, trazado de recorridos, localización de servicios auxiliares (lavabos, cafeterías, tienda, restaurantes, etc..) y la generalización resulta ineficaz.
En este punto, y ante la inercia entre apps y museos, la gran reflexión se dirige a la necesidad de que los profesionales de los museos (gerencia, restauradores, guías..), los desarrolladores de aplicaciones y los gestores/consultores de tecnología emprendieran un esfuerzo de imaginación y asumieran un conocimiento avanzado de las posibilidades que nos brinda la tecnología digital. Sin duda alguna, de toda esta conjunción de esfuerzos resultaría nuevas formas de interacción al poder aprovechar todos los componentes del entorno museístico.
Por último, habría que señalar que el mercado de las apps museísticas en España aún no está maduro, pudiendo resaltarse casos concretos que efectivamente están dando buenos resultados: (contenidos) Navarra (hiperlink http://youtu.be/OpMhOrvff4Y ), (exposición) Mataró (https://itunes.apple.com/es/app/fabvolution/id530431148?mt=8 ) o (QR) Museo de la Ciencia y de la Técnica de Cataluña, por ejemplo.
Se constata igualmente la proliferación de guías en formato app para acompañar al visitante por las exposiciones del centro con la información de las obras del museo, recomendarles recorridos dentro y fuera de las instalaciones del museo, incorporación de tecnologías NFC o QR, social content .. etc.
Todo apunta que entre 2014 y 2015 la proliferación de apps oficiales de muchos museos irán posibilitando la incorporación de más tecnologías en movilidad, que de la mano de contenidos adecuados, redundarán en mejores resultados gerenciales en términos de rentabilidad, impacto social y comunidad de usuarios, para dirigir estrategias de marketing más personalizadas.
