Mari Paz Díaz. La incorporación de la mujer al mundo laboral es una cuestión que hoy vemos como algo habitual y normalizado. Nadie se plantea un debate sobre su idoneidad en nuestros días. Sin embargo, esta afirmación que nos parece una obviedad no lo parecía tanto en la España de hace tan sólo cuarenta años.
Porque hace cuatro décadas, el país iniciaba una nueva etapa democrática donde la mujer iba a jugar un papel fundamental en la transformación de España. En gran parte fue debido a la consecución de un empleo en condiciones equivalentes al hombre.
Es cierto que el acceso de la mujer a los puestos de trabajo es un proceso que se inicia de forma clara a partir de los años sesenta y, sobre todo, en los setenta. Pero fue un hecho lento y paulatino que se consolidó a finales de la Transición Democrática. Hasta entonces, eran pocas las mujeres onubenses que trabajaban fuera de casa. La gran mayoría se dedicaba a sus labores.
Y Huelva se situaba a la cola de España en este aspecto. Tan sólo hay que tener en cuenta que en 1974 apenas 10.800 mujeres de Huelva tenían un trabajo estable. Una cifra que se convierte en ridícula si se tienen en cuenta las que ocupaban un puesto directivo.
En este contexto, tras la finalización de la dictadura, surgió un grupo de mujeres que no se conformó con el status quo existente hasta ese momento. Nombres propios que iniciaron un camino en diversos campos para configurar la sociedad actual.
Así sucedió en el seno de las nuevas organizaciones que fueron surgiendo en los años setenta y ochenta al amparo del marco de libertad que fue creando la Constitución española de 1978.
Fue el caso de los sindicatos y de las organizaciones empresariales, como ocurrió en Huelva con la Federación Onubense de Empresarios (FOE), donde mujeres como Isabel Arcos Dabrio, jugaron un papel muy destacado en la configuración del sector. Arcos fue presidenta de la Federación Onubense de Empresarios (FOE), de la Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Huelva y de la Asociación de Mujeres Empresarias (ASEME) en Huelva, una institución pionera en la lucha de los derechos de la mujer, puesto que nació incluso antes de la celebración en España de las primeras elecciones democráticas. Y ya entonces se apostaba por una mujer que fuera la que impulsara su propia empresa con el objetivo de que se insertara en el mundo laboral.
La fundadora de Aseme fue Cinta Almoguera del Castillo, una conocida maestra onubense que continúa siendo presidenta de honor de la entidad. Lo hizo junto a Pilar Díaz-Plaja. Ambas consiguieron que la actividad de las empresarias onubenses llegara incluso a un congreso celebrado en París.
Pero, sobre todo, desde Aseme Huelva se impulsó un Congreso Iberoamericano de Mujeres Empresarias, que en su primera edición en 1990 trajo a la provincia onubense a más de 200 mujeres de Iberoamérica. Las organizadoras de aquel congreso iberoamericano fueron Cinta Almoguera, Elisa de Joyería Lozada, Manoli Vázquez, Encarna Aparicio, Soledad Mora –hoy presidenta de la Asociación de Mujeres Empresarias de Huelva-, Lola López, Isabel Arcos, Mari Paqui, Pilar Allepuz y Pepita Muriel.
Todas y cada una de ellas tiene una historia que contar, porque fueron las primeras mujeres onubenses que desde sus pequeños comercios y despachos de profesiones como abogadas, arquitectas o psicólogas, iniciaron una trayectoria que no iba a tener vuelta atrás y que hoy permite que veamos con normalidad la presencia de la mujer en el mundo laboral.
Para comprobarlo, hoy queremos quedarnos con el ejemplo de Josefa Moreno Benítez, conocida por todos en Huelva como Pepita Muriel. Una mujer luchadora a lo largo de su vida que dirige su propia empresa armadora de buques de pesca: Herederos de Ángel Muriel Santana (Baltimar).
Una cuestión que no es fruto, ni mucho menos, de la casualidad. Sino todo lo contrario. Es el resultado de una vida dedicada al mundo empresarial y a trabajar por su empresa.
Su inclusión en el mundo laboral se produjo en el año 1977, cuando entró a formar parte de la empresa promovida por su marido Ángel Muriel, una entidad dedicada a la pesca y la comercialización de marisco que en la actualidad ha conseguido una implantación internacional, aunque se centra en el mercado nacional y europeo.
El trabajo de Pepita fue fundamental para la expansión de esta sociedad de carácter familiar, ya que se encarga de la gerencia y administración de la empresa desde hace cerca de cuarenta años. Una trayectoria que le ha valido que su historia fuera recogida en una publicación editada por la Consejería de Economía y Hacienda de la Junta de Andalucía denominada 80 empresarias andaluzas, que han destacado por sus contribuciones.
Una publicación a la que nos remite la propia Pepita para recordar su historia. Una historia de superación, trabajo y desarrollo personal. Porque, aunque la vida de Josefa parecía haberse encaminado desde niña a ser esposa y madre de familia –como sucedía con todas las mujeres de su época- su destino iba a cambiar cuando el fallecimiento de su marido en el año 1977 le obligaba a dejar su hogar para encargarse de la gerencia de la empresa.
Nada había hecho pensar a Josefa anteriormente que tendría que encargarse de dirigir una empresa. Pero sus cuatro hijos –el mayor tenía entonces 17 años y el menor, tan sólo 5- y la necesidad de remontar un negocio que pasaba por momentos complicados le hizo tomar esta decisión.
Pepita tenía cuarenta años y ninguna experiencia profesional. Su único patrimonio eran dos barcos, que todo el mundo le aconsejó vender. Nadie apostaba por ella como empresaria. Sin embargo, lo tuvo claro. Ella se iba poner al frente de su negocio para garantizarle un futuro a sus hijos.
Y así fue como esta mujer natural de Cartaya tuvo que pasar de un día para otro de ama de casa a empresaria de una sociedad pesquera. Reconoce que no fue fácil, que los comienzos fueron muy complicados por su falta de experiencia y, por qué no decirlo, la inexistencia de apoyos al ser la única mujer en un mundo de hombres. Sí, porque Pepita Muriel había pasado a convertirse sin pretenderlo en la primera mujer empresaria en el sector de la pesca de Huelva. No existía ningún precedente.
Aprendió a disimular sus miedos y se adentró en los secretos de la gestión empresarial. Fue así como, poco a poco, fue consolidando una empresa que parecía abocada a la ruina hasta convertirse en una de las referencias cuando se habla de comercio exterior en Huelva.
Entre los momentos clave de su gestión se encuentran cuando en los años ochenta Baltimar pasaba a constituirse como sociedad anónima, al tiempo que adquiría nuevas embarcaciones que les permitía pescar en aguas internacionales. O en los noventa, cuando crea una sociedad en Senegal, desde donde puede faenar en África Occidental.
Todo ello, junto con otros momentos de expansión, han permitido que Baltimar hoy en día sea una empresa fuerte y saneada, que factura tan sólo en Huelva unos cinco millones de euros, contando con nueve barcos congeladores que dan empleo a unas 400 personas. Unos datos que pone de relieve la excelente gestión llevada a cabo por Josefa Moreno.
Y, sobre todo, la consolidación de la empresa ha permitido que con los años se hayan incorporado sus cuatro hijos, una cuestión que ha llenado de orgullo a Pepita, que siempre deseó que la empresa continuara siendo de carácter familiar.
Un papel al que contribuyó especialmente su hijo mayor Ángel, que a pesar de que tan sólo tenía 17 años cuando su padre falleció, siempre fue el principal apoyo de su madre, el que le alentó en la dura aventura empresarial que le tocó vivir.
Por este motivo, hace unos meses, Pepita tuvo que vivir el momento más duro de su vida: la pérdida de su hijo Ángel Muriel Moreno, recientemente fallecido, y que era el alma mater de la empresa.
Este triste acontecimiento ha provocado que Josefa se encuentre en un momento complicado, que ha empañado los numerosos reconocimientos que ha recibido tanto ella como su empresa en los últimos años. Entre otros galardones, se han encontrado la Medalla de Huelva a la Economía, que concede el Ayuntamiento de Huelva o uno de los Premios Familia-Empresa que otorga la Cátedra BBVA.
Una trayectoria que este martes 23 de septiembre vive un nuevo capítulo con el reconocimiento que le otorga la Junta de Andalucía al recibir la mención especial de los premios ‘Agricultura y Pesca 2013’. Un acto que se ha celebrado en la sede de la Consejería de Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural.
Una nueva medalla a una mujer luchadora, hecha a sí misma y que ha abierto el camino a otros muchas mujeres que un día decidieron que, a pesar de que todos le decían no, ellas iban a decir sí. Y así ha sido. Enhorabuena Pepita.
1 comentario en «La historia de Pepita Muriel, un ejemplo de la lucha de la mujer en Huelva por hacerse un hueco en un mundo de hombres»
ENHORABUENA A PEPITA Y A TODA SU FAMILIA .MUY TRABAJADORA, LUCHADORA, CARIÑOSA. Y UNA GRAN PERSONA. BESOS GUTI Y ROSY