Inmaculada Jiménez. Eran aproximadamente las 20:00 cuando llegué a la tienda Girlady Novias y me recibió un nervioso, pero entusiasmado Enrique. Su cara lo expresaba todo, incertidumbre, ilusión, ganas de que comenzara el desfile que tanto tiempo llevaba soñando. Fue en ese momento cuando mi imaginación voló y pude encontrarme en los años 70, dentro de una exquisita boutique, en la que todo estaba en perfecto orden y armonía. No se escapaba el más mínimo detalle. La calle Rascón era testigo de la impaciencia que vivían las invitadas por entrar en la tienda y disfrutar del espectáculo que se avecinaba. Aproximadamente unas 120 butacas esperaban incesantes la llegada de las onubenses que se agolpaban en la puerta, era el momento de empezar.
Ante la atenta mirada de más de cien personas, en su mayoría féminas, un desfile rebosante de colores verde menta, tonalidades rosas, turquesas y morados tiñeron la alfombra roja con estilo y clase. El predominio de detalles brillantes y pedrería, me hicieron presagiar una temporada llena de luz y glamour en la que las invitadas y madrinas cobrarán protagonismo en los eventos nupciales del próximo año. Si tuviera que destacar algo de la colección de trajes de fiesta, sin duda alguna sería el repertorio de tocados artesanales que Girlady pudo lucir en esa íntima y familiar pasarela. Coronas de flores, diademas, detalles de plumas, pedrería; cobraban protagonismo en cada modelo que desfilaba por la alfombra roja. Fueron alrededor de 25 vestidos de fiesta los que Enrique había elegido para mostrar como pequeño aperitivo de lo que Girlady posee en su exclusivo catálogo.
De repente todo quedó en silencio, la música dejó de sonar, el público enmudeció, miré a Enrique y su cara rebosante de felicidad, con una sonrisa de oreja a oreja, me lo dijo todo. Fue en ese momento cuando apareció la primera modelo vestida con un impresionante vestido de novia. Una espectacular novia vestida con transparencias sobre su piel, con preciosos dibujos que envolvían su cuerpo otorgándole todo el protagonismo que se merece, abrió un desfile en el que unos 35 vestidos tiñeron de blanco la alfombra roja. Justo en este instante comencé a soñar despierta, un mundo de bordados, tul natural, mikado francés, seda natural, otomán; consiguieron despertar en mí una emoción indescriptible. Detalles de piedras preciosas, espaldas muy trabajadas, colas de sirena, elementos vintage, vestidos acorpiñados; serán tendencia en la próxima temporada nupcial que se avecina, consiguiendo así desvincular la imagen de novia clásica de siempre. Novias románticas, hippies, con aires flamencos serán las verdaderas protagonistas en la próxima temporada, que hacen que la novia deje su imagen clásica para darle un toque sexy y moderna. Marcas como Franc Sarabia, Ramón Bundó o La Sposa fueron las grandes protagonistas de este pequeño aperitivo que Enrique quiso mostrar en este desfile tan familiar y tan acogedor del que pude disfrutar hasta el último segundo.
Eran alrededor de las 22:30 cuando la última modelo apareció en la alfombra roja, con un espectacular vestido pintado a mano que arrancó la ovación y el aplauso de las allí presentes. Fue este abrumante jaleo el que hizo que volviera a la realidad y despertara de ese sueño en el que me encontraba inmersa. Una vez más, pude agradecer a Enrique Camargo esa delicadeza y esa clase, que en 23 años de trayectoria sigue intacta. Y es que, este onubense, gracias a su tesón y a su profesionalidad ha conseguido, como siempre lo hace, conquistar y cautivar a las novias de Huelva.
