Paula Crespo/Ana Amador. La provincia de Huelva parece haberse especializado en la reproducción de navíos de mucho peso en la historia contemporánea. En los últimos 15 años, entre finales de los años 80 y la primera década del siglo XXI, se han construido y botado en astilleros y puertos de la provincia de Huelva tres réplicas de barcos históricos españoles -La Pinta, la nao Victoria y el galeón Andalucía– que posteriormente han recorrido medio mundo y han servido como atractivo turístico en los distintos países en los que han atracado.
La construcción de dos de ellos, La Pinta y la nao Victoria, se realizó en los astilleros Zamudio de Isla Cristina, coincidiendo con el quinto centenario del Descubrimiento de América, con motivo de la Exposición Universal que se celebró en Sevilla en 1992. La tercera embarcación es el galeón Andalucía, que se construyó en el astillero de Punta Umbría.
La primera de ellas fue la carabela La Pinta, diseñada por Francisco Monsalvete e Ignacio Fernández Vial y construida bajo la dirección de José Zamudio, se botó el 8 de agosto de 1989 en Isla Cristina, tras 16 meses de trabajo. El objetivo de la construcción de esta réplica, además de su exhibición en la Expo92, no era otro que el de repetir, junto con las otras dos reproducciones -construidas una en Barcelona y la otra en Cartagena- el viaje de Colón.
La Pinta original era una carabela nórdica de velas cuadradas y que se construyó también en tierras onubenses, en el astillero de Palos de la Frontera pocos años antes del primer viaje, junto con La Niña. El marinero palermo Martín Alonso Pinzón la conocía bien porque la había alquilado anteriormente y la eligió por su maniobrabilidad y sus cualidades náuticas. Era la más velera de los tres navíos que protagonizaron el Descubrimiento de América. Capitaneada por Martín, en ella viajaba Rodrigo de Triana.
Otra réplica de La Pinta se encuentra en Bayona, en el Museo de la Carabela Pinta, porque el gallego fue el primer puerto en recibir la noticia del Descubrimiento de América. El 1 de marzo de 1493, Alonso Pinzón atracó con la mencionada embarcación en esas aguas gallegas.
La nao Victoria
El buen trabajo realizado por José Zamudio y los carpinteros que participaron en la construcción de La Pinta, llevó a los ingenieros Fernández Vial y Monsalvete Mazo a solicitarle el encargo de construir otra réplica que también se exhibiría en la Expo 92: la nao Victoria.
Se trataba de un buque perteneciente a la Armada para el Descubrimiento de la Especería, una famosa expedición de la que formaron parte también la nao Trinidad (capitaneada por Magallanes), San Antonio, Concepción y Santiago. Esta nave fue liderada en un principio por Luis de Mendoza, pero cuando éste falleció luchando en la Isla de Cebú (Filipinas) su puesto lo ocupó el maestre de la nao Concepción Juan Sebastián Elcano. Tras tres años de viaje, el 6 de septiembre de 1522, el barco llegó al gaditano puerto de Sanlúcar de Barrameda con solo 18 supervivientes a bordo y se convirtió en el primer buque en dar la vuelta al mundo.
Esta réplica permaneció atracada en el Puerto de Triana (Sevilla) junto a las tres copias de las carabelas que posteriormente fueron destinadas al muelle de Palos de la Frontera. En 2004, la nao Victoria se rehabilitó para rememorar grandes hazañas de la navegación española, entre cuyos numerosos trayectos destaca el de la expedición Magallanes-ElCano y en el cual el navío hizo escala en Nagoya (Japón) con motivo de la Expo Aichi en 2005. La Nao Victoria, volvió a Isla Cristina en 2009, tras recorrer más de 55.000 millas alrededor del mundo.
Además de esta copia que permite viajar siguiendo el estilo clásico, en el mundo también se conservan otras réplicas de esta embarcación, como el ejemplar que fondea en el Puerto San Julián (Argentina) o la recreación realizada para el bicentenario de Chile y que desde 2011 se encuentra en el museo Nao Victoria de este país.
El galeón Andalucía
Junto a este emblemático buque, la Fundación Nao Victoria construyó en 2009 el galeón Andalucía, una réplica de los antiguos navíos de la flota de Indias y Manila del siglo XVII y XVIII. Este proyecto, desarrollado en Punta Umbría (Huelva) por los hermanos Palmás, fue el embajador de lujo andaluz durante la Exposición Universal de 2010 en Sanghái (China).
El histórico astillero puntaumbrieño realizó este complejo trabajo hace ahora cinco años, utilizando técnicas muy avanzadas, como el control numérico por ordenaodr y un profundo trabajo de documentación en colaboración con el gabinete de historiadores del Archivo de Indias de Sevilla. La dificultad radicaba en que era el tamaño de este barco es que era el doble de lo que se suele fabricar en fibras: 50 metros de largo, 10,5 de manga y 15 metros de altura y cuatro cubiertas.
Recientemente, con el objetivo de rememorar los 500 años del descubrimiento de Florida por Juan Ponce de León, este galeón llegó a las costas estadounidenses procedente del Puerto de San Juan (Puerto Rico), donde fue llamado Galeón de la Constitución al dar relevancia a la Constitución de Cádiz de 1812.
Durante su periplo por las tierras norteamericanas, la exposición ‘Viva Florida 500 Galleon’ ha hecho escala en distintos puntos de la costa oeste como Miami, Caño Cañaveral, Fort Lauderdale y San Agustín. Además, desde el pasado 28 de julio los neoyorkinos han podido contemplar este hermoso ejemplar sobre en las frías aguas de la bahía del río Hudson, frente a los imponentes rascacielos de Manhattan y la Estatua de la Libertad. Según los registros de navegación, no hay constancia de que ningún galeón español llegara nunca más allá del norte de Florida, luego los marineros de este buque han sido los primeros en lograrlo.
Con eso ,las réplicas de las embarcaciones españolas realizadas en tierras onubenses se han paseado por medio mundo dejando constancia de la calidad de las construcciones navales de nuestros astilleros, que fueron capaces de asumir estos encargos, algo que no es nuevo, ya que entre los personajes ilustres de Huelva contamos con José Fernandez Romero de Landa, el primer ingeniero español de la Armada en el siglo XVIII.
