Redacción. ‘El Niño y el Agua’, nueva escultura del Museo Platero en Moguer. El alcalde de Moguer Gustavo Cuéllar saludó a los numerosos vecinos y vecinas que se habían congregado junto a la casa en la que vio la luz Juan Ramón Jiménez, y recordó el gran protagonismo que la antigua calle de la Ribera tuvo tanto en la vida como en la obra del Nobel, felicitando al autor de la obra ‘por el cariño y el interés con el ha asumido este proyecto, que viene a sumar un elemento más de calidad a nuestro museo Platero EScultura’. Este proyecto artístico se convierte en un homenaje permanente que Moguer y los moguereños tributan tanto a Juan Ramón como a su universal personaje, y está compuesto por una selección de piezas escultóricas inspiradas siempre en ‘Platero y yo’, y ubicadas en espacios públicos relacionados de alguna manera con la obra y la figura del Nobel, unas obras artísticas con las que se mantendrá vivo en todos los rincones de la ciudad el recuerdo del poeta y de su entrañable borriquillo.
Tras haberse inaugurado ya las esculturas dedicadas al capítulo I, ‘Platero’, y al capítulo XXIX, ‘Idilio de Abril’, ayer se presentó la nueva pieza, una deliciosa composición inspirada en el capítulo XLII que lleva por título ‘El Niño y el Agua’. Se trata de un trabajo en bronce realizado por el artista extremeño afincado en Málaga, Francisco Martín Molina, que representa al niño protagonista del delicioso capítulo en el que Juan Ramón nos describe con su incomparable pluma el modo en el que un chiquillo del Moguer de la época queda absorto ante el agua que fluye de una fuente.
La obra, además de sus innegables valores artísticos, se ha diseñado también como una fuente pública de agua potable, lo que la dota sin duda de un valor añadido.
Tras el develado de la nueva pieza, el autor agradeció al Ayuntamiento la confianza depositada para poder desarrollar este proyecto ‘que me ha permitido acercarme a la gran obra de Juan Ramón y con ella también a su pueblo’, y destacó ‘el magnífico trabajo y la ilusión que tantas personas de Moguer, están poniendo en la conmemoración del Año Platero’.
Por su parte la concejala de Cultura, Lourdes Garrido, felicitó también a Francisco Martín por su gran aportación al museo al aire libre, y leyó el precioso texto del capítulo ‘El Niño y el Agua’ que inspira la obra, uno de los de mayor carga poética de cuantos componen ‘Platero y yo’.
El acto inaugural finalizó con las palabras de agradecimiento del alcalde que se comprometió a seguir trabajando con todos los medios a su alcance para que ‘la conmemoración del Año Platero nos permita devolver a nuestro premio Nobel una parte de tanto como él nos dio’, y reconoció especialmente el trabajo realizado por la concejala de Urbanismo, Rocío Domínguez, a la que acompañaba también en la presidencia del acto el responsable municipal de Turismo, José Antonio Rodríguez.
Desde el mismo momento en el que se develó la nueva estatua del Año Platero, decenas de niños y niñas se acercaron a conocer la obra, sobre la que también se han posado un par de pajarillos cuyas pequeñas figuras completan la sencilla pero emotiva escena escultórica.
La ubicación de la nueva pieza junto a la casa natal de Juan Ramón, contribuye también a aumentar el atractivo del espacio juanramoniano, llevando la estela del Año Platero a un barrio tan emblemático y tan presente en la ‘elejía andaluza’ como el de La Ribera.
Barrio de fiesta. La inauguración de la estatua dedicada al capítulo ‘El Niño y el Agua’ se convirtió en una gran fiesta para Moguer, y especialmente para los vecinos y vecinas de la calle Ribera. El Ayuntamiento había organizado una verbena amenizada con música y una copa de vino, que permitió a los cientos de personas que se congregaron junto a la casa natal del premio Nobel, disfrutar de una agradable velada.
La cantaora local Cecilia González, acompañada a la guitarra por el joven valor de las seis cuerdas, Álvaro Mora, emocionó al público con su cálida voz llena de matices, poniendo compás y sentimiento a varios textos de Juan Ramón Jiménez, que sonaron como verdadera poesía flamenca en homenaje al genio moguereño.
Y todo ello aderezado con una copa de vino y unos aperitivos que se sirvieron a los mayores, y con dos puestos de algodón de azúcar y palomitas de maíz que hicieron las delicias de los más pequeños.