¿Hacemos una app o un web para móviles?

Distintas pantallas de la aplicación.
Distintas pantallas de la aplicación.
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App de móvil.

 

Sapiensity/ @Sapiensity El debate está servido. Estudios de todo tipo que avalan la tesis de que el mundo de las apps es muy difícil. El triunfo de una app es algo bastante complicado. De otro lado, a la hora de enfrentarnos a la tarea de llegar a los usuarios de móviles o tablets conectados a Internet, disponemos de otra posibilidad, la de siempre, nuestra casa en Internet: nuestro web. Como consultores siempre decimos que lo que más debe cuidarse es el web propio, por encima de otras cuestiones como las apps, los perfiles en redes sociales, etc. Y  más teniendo en cuenta las reglas imperantes en estas que no están en nuestra mano entre otras valoracines que dan para otro artículo.

Centrándonos en este debate, ¿hacemos una app para llegar a los usuarios potenciales de smartphones o no? ¿invertimos en un web que se adapte de la forma más usable posible a los móviles o no? Y esto último, ¿cómo podría hacerse? ¿Son sustitutivos estos dos tipos de productos digitales? Pues antes de nada, veamos algunas reflexiones y datos.


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Imágenes de la App móvil de las Colombinas 2014.
Imágenes de la App móvil de las Colombinas 2014.

Desde 2010 ya se escuchan ecos de la desaceleración del uso de las apps y de que se está creando una burbuja en torno al desarrollo de las mismas. La empresa Fast Company por ejemplo ya emitió un informe al respecto.  Ha llovido desde entonces y parece confirmarse la tendencia.

Nos encontramos con que la descarga de aplicaciones para el móvil por parte de los usuarios disminuye. El uso que hace de las mismas también. Cada vez más apps se usan una sola vez. Los usuarios solo permanecen fieles a sus aplicaciones más usadas, normalmente demasiado típicas, como las de comunciaciones y redes sociales que acaparan el uso en smartphones de contenidos digitales. No se cambia de aplicación cuando los conocidos usan la misma. Buscamos aquellas que nos hacen algo más fácil o de algún tema de interés específico, pero poco más. El entusiasmo en general disminuye. En Deloitte lo tienen así de claro, “uno de cada tres usuarios desinteresado por las apps”. Y si recurrimos a cifras de U.S.A., de la mano de Comcore, no tendremos datos muy buenos: “la mayoría de los usuarios no descarga una nueva app al mes”… y sobre todo, la inmensa mayoría se descarga apps gratuitas, incluído en el market de Apple con más descargas de pago.


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Si pensamos en grandes compañías de éxito en el lanzamiento de apps, asistimos a caídas de cotización, como la de King Digital, responsable de la conocida Angry Brids.

En definitiva, el éxito y la rentabilización de apps es un reto muy difícil.

Con este panorama, si soy una empresa o una entidad pública, o cualquier organización po persona que tenga un web: ¿invierto en una app? Pues nuestra respuesta es que claramente solo si aporta un valor especial y persigue un objetivo concreto que deba ser respaldado por dicha App. Y aún así, dimensionando y controlando muy bien dicha inversión.

La primera pregunta que debería hacerme es: ¿mi proyecto puedo abordarlo mejorando mi web y supliendo esa app? De entrada, esto ofrece ventajas pues la inversión probablemente sea menor y además pueda llegar a más público y con más servicios a parte de lo que en la aplicación para móviles pudiese incluir. Realmente, los usuarios con smartphone acceden a webs continuamente cuando lo necesitan. Y para seguirme continuamente dispongo de herramientas como RSS, perfiles en redes sociales, canales multimedia, email marketing (que está teniendo un auge importante como medio aunque en algunos momentos se creyó como algo a desaparecer), etc.

Distintas pantallas de la aplicación.
Distintas pantallas con apps.

Cuidando y mejorando la web para adaptarla a móviles, posicionándola bien en buscadores y con otras herramientas, ¿qué motivo tendría para desarrollar una app? Realmente, al menos actualmente debemos definir unos objetivos claros y de mejora evidente para que nuestros usuarios, clientes o potenciales clientes usen dicha app. Debe suponer un valor y utilidad real y diferenciadora para ellos. En caso contrario, probablemente caiga en el cajón de las apps olvidadas. Si es así, adelante. Si vamos a replicar la información de nuestro web y otros medios disponibles y poco más, la verdad es que puede ser una inversión fallida.

También a valorar con un distinto prisma, son aquellos proyectos incluso empresariales, que nacen alrededor de una idea que se basa en una app como eje central. Este ámbito se sale del debate planteado en este artículo.

Aún en medio de este panorama, el uso de las apps más populares (Facebook, Twitter, Tuenti, Instagram, Pinterest, Linkedin, Google+, etc.) impulsa cada vez más el uso del móvil para consumir contenido en Internet. El consumo de información en smartphones y tablets en movilidad además, es enorme. El cliente está conectado, busca información, compra y realiza gestiones desde su dispositivo esté donde esté. Un Internet 24H más que nunca y en la palma de la mano. Debemos llegar ahí.

Si la decisión es hacerlo con nuestra web, debemos tener claro que debe adpatarse a ello. Hasta hace un tiempo, los webs que podían navegarse cómodamente en diversos dispositivos debían cumplir uno de estos requisitos:

  • Diseño web líquido: es decir, que se escala convenientemente según las dimensiones y resoluciones de pantalla, y el usuario lo amplia y mueve en ella para leer lo más cómodamene posible.
  • Desarrollamos el web como queramos, y añadimos una versión especial para móviles. Detectando automáticamente el dispositivo con el que el usuario nos visita, el mostramos la versión adecuada.
Realizó compras por internet.
Internet.

Hoy día, la verdad es que estas dos opciones podrían ser ya obsoletas. Quizás pueda darse la circunstancia de que si disponemos de un web desarrollado cumpliendo alguna de las dos premisas anteriores, no sea urgente invertir en cambiar de “tecnología”. El usuario podrá acceder a estas versiones. Pero su experiencia sería mejorada y recompensada enormemente si dispusiera de un web “responsive”. Se trata de un web “inteligente” en lo que a su presentación se refiere, y puede adaptar su maquetación a la pantalla y resolución del dispositivo, con un grado de usabilidad mucho más elevado que las opciones anteriores. Además, solo se desarrolla una versión del web, disminuyendo los costes frente al segundo método mencionado con anterioridad.

Si unimos esto al hecho de que Google mejora nuestro posicionamiento en el resultado orgánico de sus búsquedas premiando los webs “responsives”, la evidencia está servida igual que el debate inicial: nuestra próxima casa digital debe ser desarrollada mediante estos cánones.

En el caso de nuestra web no compla ninguna de estas premisas, deberemos abordar su remodelación con cierta premura, pues no conseguiremos llegar convenientemente a los dispositivos en los que actualmente se consume gran parte del contenido por parte de los usuarios de Internet.

¿Que hay de Huelva? Por poner algunos ejemplos de las inciativas de nuestras administraciones. Pues la mayoría de sus webs adaptan su escala a nuestras pantallas de móvil o tablet, y en algunos casos se dispone de versión para web. Soluciones no de última generación y ni con la mejor usabilidad, pero al menos son visitables desde smartphones. Por tanto, el aprobado podríamos otorgarlo, si nos permiten el atrevimiento.

En cuanto al estado del mundo de las apps en lo que a Huelva se refiere, publicamos un artículo respecto a ello con anterioridad que quizás pronto sea revisado.

Fuentes: 

http://www.puromarketing.com/

http://www.marketingdirecto.com/

http://www.enriquedans.com/

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