Últimas días para visitar la exposición ‘Gráfica transibérica desde Miami’ en el Museo Provincial

Paisaje de Sergio Payares.
Una de las obras expuestas.
Una de las obras expuestas.

Redacción. El Museo Provincial de Huelva acoge hasta el próximo domingo exposición ‘Trayectos de ida y vuelta: Gráfica Transibérica desde Miami’, que puede visitarse en la Sala Siglo XXI, el espacio dedicado al arte contemporáneo que gestiona la Diputación de Huelva.

La diputada de Cultura, Elena Tobar, ha señalado que esta exposición, que ha contado con un gran número de visitas desde su apertura, se trata de «una interesante propuesta» que recoge una muestra representativa de la creación de vanguardia a través de la obra de seis pintores de origen cubano residentes en Miami que mantienen una fuerte vinculación artística y espiritual con España.


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Se trata de una exposición colectiva de carácter internacional compuesta por un total de 26 grabados realizados por seis artistas que, durante su trayectoria creativa, vivieron en España, donde desarrollaron parte de su currículum artístico.

Paisaje de Sergio Payares.
Paisaje de Sergio Payares.

Los artistas plásticos participantes en esta muestra, comisariada por Aldo Menéndez y Samir Assaleh, son Baruj Salinas (La Habana, 1935), Víctor Gómez (La Habana, 1941), Joaquín Gonzáles (La Habana, 1957), Gustavo Acosta (La Habana, 1958), Néstor Arenas (Holguín, 1964) y Sergio Payares (La Habana, 1962).


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 Aldo Menéndez, comisario de la muestra junto a Samir Assaleh, ha subrayado que «todos recuerdan de España el ambiente propicio que encontraron para seguir desarrollando su obra gráfica, creando y estampando en distintos momentos y en diferentes talleres».

 De un modo u otro en cada una de las obras de este grupo de artistas está siempre contenido lo cubano. En estos artistas finalmente emigrados a Miami se repite «esa transculturación de vivencias, ese acomodo de las raíces nacionales a las nuevas situaciones culturales en que se insertan». Baruj Salinas define su estilo como ‘Pintura basada en el uso liberal de formas abstractas’, que proviene del Expresionismo Abstracto norteamericano de los años 50 del siglo XX.

Asimismo, señala que su afición a la lectura, en particular la poesía, le ayudó a crear un lenguaje personal a través de la palabra y la influencia que ejerció en él la misma, y el contacto con escritores y poetas de la talla de María Zambrano, José Ángel Valente, José Kozer, Michel Butor, Pere Gimferrer, Vahe Godel, y otros.

Víctor Gómez describe su obra como no figurativa o abstracta, con marcadas influencias del artista cubano Acosta León, el inglés Francis Bacon y el chileno Roberto Matta.

Las obras presentadas por Joaquín Gonzáles, descritas por Menéndez, reflejan una fuerte conexión neo figurativa, que bordea el grotesco y se ubica en función de una candorosa poética que nos enfrenta a cierto presente-pasado, concretado en la ‘Serie Inquisición» a manera de contrapunto entre el impasible ejecutor y su inquietante instrumental agresivo, entre el equilibrado verdugo enmascarado –de hecho anónimo y sereno– y las imaginativas herramientas que anticipan el fatal martirio. Tales visiones fueron consecuencia de sus frecuentes visitas al Museo de la Tortura, en Cuenca.

Gustavo Acosta parte de un realismo de base pop que luego transforma en certera aproximación a determinada realidad captada fotográficamente, cada vez más utilizada para conseguir atmósferas donde la presencia humana siempre es indirecta –sin la representación del hombre–, a veces opresivas y otras refulgentes aunque nostálgicas, como las que se aprecian en sus serigrafías y mesotintas.

Néstor Arenas ubica su obra dentro del fenómeno post-moderno porque la referencia, la cita y la parodia son parte de su discurso artístico. Con estas herramientas construye su obra enriquecida por su devenir por diferentes países o realidades. Néstor, desde sus inicios, se interesó por la obra de Rene Magritte, Marcel Duchamp y el Movimiento Dada. Asimismo, señala como referente, al fenómeno plástico Cubano de los 80 que critica desde el arte la realidad política de la isla.

Según Menéndez, en la obra de Sergio Payares, «abunda lo cubano, esa mixtura o ajiaco criollo de entelequias tropicales -tropicollage como lo define la canción de Carlos Varela-, un sainete kitsch que dibuja emblemas y metáforas sintetizadas de su idiosincrasia; algo en que coincide con el maestro Baruj Salinas, solo que para éste último la síntesis se va hasta el detalle».

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