Benito de la Morena. Esta mañana un par de niños, el mayor no pasaría de 17 años, llamaron a mi puerta para presentarme a Jesús, le dije que yo era católico y expresándome su alegría me dio un folleto para que profundizara en su versión de la Biblia. El joven tenía un camino en su vida que le permitía adentrarse en algo que ya no se lleva, lo espiritual. Algo que, acertado o no, exacto o inexacto, seguro que es mejor que estar disparando con un fusil, como pasa en Gaza en estos momentos.
Pocos días antes me encontré en una situación opuesta, en la que un joven, ebrio de quien sabe que producto, retaba a los conductores que circulábamos por la urbanización donde habito, simplemente porque decidió sentarse en la calzada, animado por sus “amigos” que gritaban desde la acera. El joven era producto de esa miseria que permite que la droga se distribuya desde corazones insensibles a mentes necesitadas de ayuda, pues son débiles y no saben cómo salir de su tristeza.
Hace un rato las noticias cuentan que Estados Unidos ha vuelto a intervenir en Irak contra “terroristas”, ¡curioso!, aún sigue la escalada de Gaza, Ucrania tiembla ante Rusia, China presiona a Taiwán y el perro de mi vecina ha mordió a un gato. Todo me hace pensar que el “poder” usa la fuerza para conseguir sus objetivos.
La violencia de género se impone y en una semana tres señoras fueron agredidas en Andalucía, alguna incluso muerta por su agresores. Hay quien mata de manera directa y otros son meros inductores, pero todos son fruto de esa agresividad que se vincula a la pérdida del poder decidir sobre la vida de los demás.
Ébola aparece en el momento justo que, no se cual laboratorio, dispone de un antídoto, ¿lo dará gratuitamente?. Me recuerda a las innumerables vacunas que compraron los países desarrollados hace pocos años para combatir la Gripe A, alertados por la “credibilidad” de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Administración de Alimentos y Fármacos (FDA) estadounidense, la Agencia Europea de Medicamentos (EMEA), y que luego resulto ser una falsa alarma. Y yo me pregunto, ¿debo de pensar así?
¿En qué orilla me encuentro?, ¿estoy en el lado correcto?, ¿he adquirido un grado de desconfianza que resulta pernicioso para mi mente?, ¿tengo que pasar de estos temas y dedicarme a vivir en las tinieblas para evitar mi dolor?, ¿debo de impulsar acciones desde mi rabia interior para combatir estas injusticias?, ¿donde está la reflexión que me da la tranquilidad de espíritu que me permita ser feliz?
Afortunadamente desperté a tiempo de mi mal sueño, he visto un pájaro volar y una flor alumbrar con sus bellos colores. Seguro que toda mi disertación está confundida, es confusa, no tiene sentido, son cosas del… pensamiento. Nada importante, mañana todo seguirá igual y usted, como yo desayunaremos “tranquilos” percibiendo los subliminales mensajes de los telediarios.
1 comentario en «Solo fue un mal sueño»
Con el calor se dilatan los cuerpos. Eso dicen los físicos. Y algunos lo hemos percibido en nuestra realidad o en nuestro entorno. Y también se dilatan los sentimientos, tales como el entusiasmo, el ánimo festivo, la abulia sestera, las pasiones amorosas, … Y más. Todo se dilata. Incluso la codicia y la falta de sensibilidad. La primera, parece apretar el ritmo para hacer el agosto de nuestro poder y de nuestros posibles. Lo segundo, la sensibilidad, incrementa el antídoto para que nos deje en paz el tema de turno. Pero añadiría algo más, siguiendo lo que Benito me enseño en su momento: También se dilata el efecto del antídoto de la reflexión, porque eso molesta en estos días de asueto deslumbrante. Por eso en verano hay personas de color que mueren en su intento de huir del infierno de sus países, hay inmorales que miran para otro lado desde su poder y hay telediarios que convierten en superficial informaciones que deberían mover algo más que la curiosidad o un comentario inhibidor. Estamos donde estamos y somos lo que somos. La cuestión es si estamos en una orilla que no merecemos. Por eso cada día hay más «franciscanos». Pero somos pocos aún. Y no se bien sí Francisco permanecerá durante mucho tiempo en su propuesta de sentido común. Yo me apunto a la reflexión de Benito, que es sencilla y honesta. E inteligente, que no es normal.