Miguel Ángel Velasco. Sentado a la terraza del restaurante El Faro, la inmensa bola de fuego se niega a esconderse bajo las azuladas aguas de Mazagón. Reverbera sobre la línea horizontal mientras la concurrida playa se va llenando de un gentío divertido y el mar se va salpicando de diversas embarcaciones engalanadas de banderas multicolores. Hace calor y se respira paz. Es el día de El Carmen.
-¿Nos vamos…? Escucho y siento que me tocan las espaldas. Se desdibuja ante mí una silueta femenina con largo traje ibicenco hasta los tobillos, gafas de sol y pamela con un bolso, del mismo material, colgado sobre el hombro.
-Asiento y le sigo los pasos sin preguntar. Había quedado con ella para entrevistarla pero nunca imaginé que éstas sería paseando por las arenas húmedas de las playas de Mazagón. Marián Molina me miraba burlona por mi sorpresa y con sus ojos me invita a hablar. La brisa comenzaba a acariciar nuestros rostros a medida que tomábamos rumbo por la perpestiva desértica del Parador.
–¿ Quién es Mirián Molina?
-Pues… soy una mujer con dos hijos maravillosos, un niño y una niña, trabajadora y empresaria, a la que le encanta su trabajo y del que está enamorada y compenetrada desde hace más de quince años.
-Como persona y madre, ¿cómo te definirías?
-Como una persona muy normal, que le encanta estar en casa con sus hijos, muy hogareña, y hacer infinidad de cosas con ellos. Soy una amante de la tranquilidad, de esa especie de soledad compartida. Por ello, en invierno, me encanta el campo y en verano, la playa. Como no veo mucho la televisión dedico ese tiempo de soledad para leer. Soy una auténtica pirada de la lectura y… de la pintura. Bastante mala como pintora, eso si. Más disfruto y me relajo altamente tirando trazos de óleo sobre el lienzo y jugar con los colores. Sobre todo los colores; el verde es mi color preferido para todo en mi vida, para todas las cosas y en todas sus gamas. ¡ En la ropa me chifla!
–¿Y como empresaria?
-Soy una mujer que siempre tuvo en el pensamiento dedicarse a lo que ahora hago, a la moda. Yo terminé Turismo e incluso trabajé, una vez acabada la Carrera, en una agencia de viajes en Huelva y era un mundillo para el que me había preparado y me encantaba, pero por dentro me roía ese gusanillo de los trapos. De manera que un día me lié la manta a la cabeza y lo dejé todo para dedicarme a ello. Comencé con LOGO , que era un nombre que sonaba fácil y entendible para todo tipo de público, llevando una franquicia, Bolchetta, dedicándome en exclusividad a la venta de bolsos, collares y demás complementos. Y así, poco a poco, me introduje también en las ropas. La primera tienda la abrí en el siglo pasado, en 1.999, en la calle Arquitecto Pérez Carasa, en el número 22, y desde el año 2.010 en la calle Berdigón, 36.
–Son ya muchos años, ¿tendrás ya una clientela hecha?
-Mira, en este mundo del comercio, más en las actuales circunstancias económicas y sociales en las que vivimos, no existe lo que se llama la clientela fija. Por supuesto, la gente me conoce, conocen la tienda y sus marcas, saben de mi trabajo y les gusta mi asesoramiento, pero ésta varía en función de las tendencias o por circunstancias de la vida. Yo soy una persona que no cree en absoluto en las previsiones de mercados. Antes, por ejemplo, las compras se realizaban de una forma compulsiva; ahora, sin embargo, que parece vislumbrarse rayos de luz, de una manera impulsiva.
-Entonces no notas diferencias, no encuentras mejoría…
-¡Sí, pero…! El problema no se encuentra en el hecho de que haya más o menos liquidez para gastar, que estemos menos preocupados por la situación económica. Esta crisis nos ha traído o nos ha dejado un concepto vital diferente, una mayor concienciación a la hora de comprar, de consumir; se han trocado los hábitos. Las relaciones mercantiles, las laborales, las sociales, todo está dejando paso a un nuevo tipo de interrelación que está aún por definir, pero que comienza a enseñar sus apariencias.
–No pareces muy optimista…
-No, ni mucho menos. Soy realista, fuimos de los últimos sectores en caer en las garras de la crisis y seremos los últimos, también, en salir y lo haremos con esos conceptos que hemos hablado anteriormente cambiados. Yo, personalmente, estoy trabajando en ello, para adaptarme, para superarlo. Siempre se ha dicho que mi tienda, LOGO, esuna tienda un tanto elitista, con fama de tener una mercancía de alta calidad y un precio caro. Lo caro y bueno, la calidad, siempre tiene un precio, siempre es cara. Por ello, sin perder un ápice de mi filosofía, sin dejar de surtir de lo primero, he ido incorporando también productos más asequibles, más acorde a los momentos que vivimos, sin perder la calidad.
-Estamos sentados sobre la arena, la marea comienza a subir y el sol ha dejado expandido un color matizado e intimista. Marián me invita a zambullirme en el mar a lo que me niego categóricamente alegando mi carencia de bañador. De un salto se incorpora y se deshace del precioso vestido dejándolo junto a la pamela y el bolso , en la arena. Aprovecho para fumar viéndola deslizarse entre las pequeñas olas de la orilla y pensando en la vida de esta mujer sencilla, vivaz y decidida. Ese delicado y fino equilibrio del empresario-persona, ese saber dejar a un lado la vida mercantil, con todos sus sinsabores y problemas, y coordinarla con la vida personal y familiar, sin que ni una ni otra se vean afectadas.
-¿En qué piensa…?. Me pregunta cuando, de pronto, la veo a mi lado buscando una toalla en la cual cubrir el cuerpo mojado.
-En ti…- respondo, a la vez que enarca la ceja y me mira con extrañeza- Si, en ti… En todas las mujeres empresarias, en la vida que lleváis …
-Eso es irremediablemente así, Miguel. Ya no soy la chiquilla que comenzó quince años atrás con su negocio sin más bagaje emocional que su ilusión. La vida te va curtiendo en todos los sentidos y hay que hacer valer esa madurez, esa experiencia para tomar su vertiente positiva e ir progresando como persona en todo los sentidos. ¿ Quién no tiene problemas para compaginar vida laboral y personal o familiar ¿ No es un problema exclusivo de nosotras, las empresarias. La vida es una agradable lucha hacia adelante, un constante pulso de supervivencia en la que cada uno luchamos por aquello que más queremos.
-Oye, Marián, que no darías tú por…
-¡No, por ahí no! Soy una mujer soñadora, imaginativa, pero básica. Mis sueños no tienen cargas utópicas, son cien por cien realizables. No soy de las personas que se crean necesidades, soy muy conformista en ese sentido, Disfruto con las pequeñas cosas, con vivir tal como lo hago, desarrollando mi trabajo, estando junto a mis hijos. La niña de Niebla que estudió bachiller en el Santo Ángel se quedó en los ochenta y noventa, para lo bueno y para lo malo. Y eso que aún conservo muy buena amistad con mis antiguas compañeras del colegio y de la carrera. La amistad es muy importante para mí. Tengo una familia muy grande y nos llevamos todos divinamente, pero la amistad hay que cuidarla, mimarla. Es un acto generoso y voluntario. ¡ ahora bien …. Cómo ya los hábitos y costumbres han cambiado, como te dije antes, que no me llamen para salir a las 11 ó 12 de la noche!
El sol no es ya ni una media pequeña mancha sobre el oscuro horizonte. La conversación ha sido tan agradable que el transcurrir del tiempo ha pasado por nuestro lado casi sin darnos cuenta. Se la nota, a Marián mujer, contenta y por ello se atreve todavía a bromearme sobre la posibilidad de sumergirnos en la charca de barro que se forma entre las dunas, a un lado de la playa. Cae la noche y reímos. Marián Molina, una gran mujer y una gran empresaria. LOGO su pasado, su presente y su futuro. Las luces vibrantes de Mazagón, al fondo, se divisan acogedoras.