Ramón Llanes. A dónde habrán ido los recursos gastados, las delicadezas esperadas, las sorpresas; a dónde la razón y la nobleza, a dónde el empuje. La fiesta no ha sido para todos, así se acuñará el lema de este jolgorio de tiempo vacío cada vez más inyectado de causas insolidarias, de memeces, de discursos tardíos, de demagogia barata y de tropelías. A quién habremos de solicitarle una auditoría humana que relacione con detalle las cotas de felicidad no alcanzadas o los desastres conseguidos.
Clama a la democracia que en todo este barral, donde hasta el apuntador ha subido al escenario de los corruptos para ser también imputado en felonías del poder, se escuchen loas de alabanza y contento generalizado alentados por los impulsores y ejecutores del fiasco. Y resulta que o nosotros no nos hemos enterado de qué va la fiesta -que sí- o la fiesta no es para nosotros,- que también.
Desconocemos a qué viene tanta alegría desmedida, tanto champán destapado, tanta risa y tanto titular de la prensa derechona celebrando la buena marcha de un país que ha quedado inmerso en la desfachatez más célebre. Dijo alguien: “qué largo se me está haciendo el franquismo”, y fue terroríficamente criticado y en este instante de julio del catorce no existe duda alguna en humano alguno de esta camada de la mentirosa montaña de éxitos que dicen. Sin decir que aumentaron el desempleo, la deuda externa, los impuestos; y todo para qué, no lo dicen. Y se callan el gasto y amplían los haberes personales y viven en la inopia porque nadie les altera la seudo felicidad lograda.
Y nosotros -”pringaos” de cien por cien- a vivir en esta incomodidad del recorte, engañados en la miseria y acusados -encima- de ser los promotores de tanta malversación y tanto agobio, mientras ellos se ríen en nuestra cara y se doran en su limbo como salvadores de la patria. Si dios existiera y tomara cartas en el asunto los castigaría a paso ligero durante el resto de la legislatura. “Qué largo se está haciendo el franquismo”.