Redacción. El retrato del absurdo de la guerra se ha expuesto en el patio del Castillo de Moguer, con la obra de teatro Madre Coraje de Bertolt Brecht. La puesta en escena que se desarrolló en el marco de las ’48 noches de cultura abierta de la Unia’ y el Festival Luna de Verano.
La historia se basa en la vida de una estafadora y aventurera, que tiene que soportar las circunstancias de la Guerra de los 30 años, entre 1624 y 1636, un cruel enfrentamiento entre católicos y protestantes que ensangrentó a Suecia.
El evento ha contado con un público nutrido de moguereños, así como de estudiantes y docentes que por estos días residen en el Campus de La Rábida de la Universidad Internacional de Andalucía. Unos y otros disfrutaron de la obra más importante del dramaturgo alemán y uno de los textos teatrales más emblemáticos del siglo XX, interpretado magistralmente por la compañía de teatro Atalaya.
De una parte, Anna Fierling, la protagonista parece oportunista, cínica, segura de sí misma, pero son cualidades que hacen parte del contexto de la guerra, para la cual va cambiando de bandera. Su única meta es sobrevivir y ofrecer amparo a sus tres hijos.
Lamentablemente, Madre Coraje resulta de una aplastante actualidad, más aplicable a la historia de época contemporánea, dado que la guerra es un elemento persistente en múltiples pueblos del mundo.
En un mundo dominado por la crueldad y la violencia se confunde la supervivencia de su propio negocio con la de su propia familia. “La guerra representa sólo la continuación de los negociones con otros medios, pero en la guerra los grandes negocios no los hace gente humilde y en la guerra las virtudes humanas se convierten en mortales”.
La obra no sólo se pronuncia contra la guerra sino contra quienes apuestan por un sistema de vida en el que prime el dinero, aún acosta de sacrificar su propio bienestar y el de sus seres más queridos. A pesar de haberse convertido en un clásico del teatro contemporáneo mundial, en España, apenas ha girado por Madrid o Barcelona. Atalaya toma esa responsabilidad como lo hizo con su anterior puesta en escena brechtiana La opera de 3 centavos.