S. D. Con motivo de la inauguración de las nuevas actividades del Real Club Marítimo de Huelva, un grupo de seis kayakistas del club participaron el pasado sábado en una ruta que une Matalascañas con Sanlúcar de Barrameda en kayak de mar.
Las previsiones del tiempo eran en principio buenas, viento flojo de SO y pocas olas, pero a la llegada a la playa se encontraron con un fuerte aguacero e importantes olas, con una rompiente que dificultaba bastante la entrada en el agua. Sopesaron pros y contras y decidieron seguir pues las predicciones decían que aclararía. No fue así y tuvieron en toda la travesía un molesto mar de fondo con olas muy importantes de babor, pero gracias a la pericia y la experiencia de los integrantes se pudo sortear sin problemas.
Otro inconveniente del estado del mar es que era muy difícil hacer una parada en el camino como se tenía previsto, pues las olas de la rompiente eran demasiado grandes y no había necesidad de exponerse a tener una lesión si volcaba alguien, por lo que decidieron seguir la travesía. La distancia hasta Sanlúcar es de 30 kilómetros aproximadamente que se suele hacer en cuatro horas, sin embargo en la ida tardaron 5 horas y media debido al estado de la mar.
Otro problema muy importante fue la entrada al río Guadalquivir y son sus bajos. La extensión de sus bajos es de varios kilómetros que tuvieron que afrontar cansados del enorme esfuerzo que suponían las condiciones climatológicas por lo que optaron en desembarcar con olas muy importantes a enfrentarse a los bajos y sus rompientes en el estado que estaban. Tras la comida, un poco de descanso y poner proa al Club Náutico Eslora que pusieron sus instalaciones al servicio del equipo.
La mañana del domingo se presentó mejor que el sábado: tiempo despejado y viento flojo, lo que les animó sobremanera, porque no podían soportar otra jornada como la anterior con el cansancio acumulado. En la vuelta al agua, lo primero otra vez fueron los bajos del río, pero esta vez los afrontaron de una forma diferente, el viento era más flojo y les sirvió para divertirse saltando por encima de las olas una tras otra.
Ya la vuelta fue mucho más placentera parando en las playas del coto para estirar las piernas y comer algo y ya con Matalascañas al fondo se fue animando y dieron por terminada la travesía, con muchas anécdotas, risas y fotos.
Sin duda una aventura intersante, en la que extrayeron algunas conclusiones. La principal, que no es apta para todas las personas, son demasiados kilómetros, el tiempo en esta zona puede cambiar de un día para otro de forma imprevista, no hay carreteras de escape por donde puedas recibir ayuda y sobre todo los bajos del río Guadalquivir que, según como este el día, pueden ser desde divertidos hasta muy peligrosos. Por supuesto para afrontarla hay que ir muy bien preparado con todo lo necesario, un buen kayak, chaleco salvavidas, cubre bañera de calidad, teléfono, agua, etc.