HBN. Hoy es uno de los reclamos turísticos más atractivos dentro de los muchos que tiene Minas de Riotinto, pero el tren minero, el ferrocarril que conectaba la mina con el Puerto de Huelva, tiene una especial relevancia histórica por diversos motivos, el primero de los cuales es ostentar el prestigio de que su locomotora, la número 14 del tipo C, construida en 1875 por Beyer Peacock es la más antigua de España en funcionamiento.
Para que los visitantes disfruten de esta muestra del patrimonio histórico onubense que aún perdura en la provincia y se transporten a finales del siglo XIX se han recuperado 12 kilómetros de la antigua línea comercial de Riotinto. Así, el primer domingo de cada mes entre noviembre y abril, locomotoras y vagones restaurados del parque móvil de la Riotinto Company Limited recorren los paisajes naturales tan impresionantes como los que dibuja el río Tinto a su paso o los industriales como el del antiguo polo de la comarca, en un trayecto
La construcción del ferrocarril minero de Riotinto a Huelva (1873-1875) supuso el inicio de la Revolución Industrial onubense, un impulso tecnológico y económico para el desarrollo de la comarca y la provincia y el comienzo de una época de bonanza y esplendor -en los años previos a la celebración del IV Centenario del Descubrimiento-, además de un importante progreso en el sector de los transportes.
Y es que hasta entonces el trayecto que efectuaban los minerales hasta llegar al cargadero de la capital empezaba en primero en carros de bueyes, diligencias o a lomos de mulas hasta las cercanías de Valverde del Camino. Allí tomaban el ferrocarril de Buitrón-San Juan del Puerto para recorrer en barcas el último tramo del río Tinto y llegar a los barcos atracados en el puerto onubense.
Construcción del ferrocarril minero
Aunque finalmente el proyecto lo dirigieron los ingenieros ingleses George Barclay Bruce y Thomas Gibson poco después de que se constituyera la Riotinto Company Limited el 14 de febrero de 1873, antes los españoles Antonio Luis Anciola y Luis de Cossío, autores de la Memoria sobre las Minas de Rio Tinto, ya habían expuesto la idoneidad de construir un ferrocarril al haber realizado un estudio comparativo de costes entre el transporte del mineral por carretera y mediante ferrocarril (35,57 millones de reales y 30,39 millones, respectivamente).
En dos años, tiempo récord para los medios de la época, se construyeron 84 kilómetros de línea comercial, una vía estrecha de algo más de 1.000 metros de ancho (una medida característica de países de los continentes de Asia y África que bajo la influencia del imperio británico) que unía Huelva con las dos estaciones de clasificación de mineral más importantes: Riotinto Estación y Naya.
Desde allí salían a su vez distintos ramales para conformar la red de transporte mineral y de pasajeros en la cuenca, con una longitud total que superaba los 300 kilómetros.
La orografía y los accidentes del terreno obligaron a sortear arroyos y barrancos que desembocaron en el diseño y construcción de ocho puentes de hierro forjado y cinco túneles. Todo ello, constituía una monumental obra de ingeniería cuyo coste total fue de 767.190 libras y que se completó con la construcción entre 1874 y 1876 del muelle de Riotinto.
Esta estructura, que permitía a los trenes descargar directamente en los barcos atracados en el Puerto de Huelva, se utilizó hasta 1975, cuando tras numerosas reparaciones se decidió la construcción de una nueva.
Para regular el tráfico de mercancías se edificaron 12 estaciones a lo largo de la vía comercial, que junto con las que existían en diferentes pueblos de la cuenca para el tráfico de pasajeros hacían un total de 17. Todas eran construcciones sencillas, de estilo victoriano y de uno o dos pisos.
Servicios
El ferrocarril de Riotinto ofrecía tres servicios distintos. Uno interno que permitía la conexión entre departamentos mineros y, lo más importante, entre los lugares de carga y descarga. Otro, el que servía de medio de transporte a trabajadores y pasajeros. Una red de comunicación entre distintos pueblos de la comarca que solo duró 65 años (1903-198), ya que sucumbió ante la llegada de los autobuses. Y el tercero, motivo principal de su construcción, la línea general que unía Huelva con Riotinto, la mina con el puerto.
La cifra de transporte anual 1.200.000 toneladas de mineral demuestra la importancia de la llegada del ferrocarril para la exportación de los minerales que se extraían de la mina. Para transportar 10.000 toneladas diarias se contaba con 1.300 vagones y 2.000 vagonetas de mina.
No menos relevante fue el servicio para viajeros. Se calcula que en 1900 ya habían viajado en él más de un millón de personas. Para ello disponía también de 36 coches de viajeros y 150 locomotoras (143 de vapor y siete eléctricas, construidas entre 1874 y 1954) de 10 modelos distintos, que la compañía clasificó a su vez en 13 tipos.
El ferrocarril minero funcionó durante algo más de 100 años (entre el primer viaje y el último) de la mano de la Riotinto Company Limited. Y continuó haciéndolo cuando las minas de Riotinto pasaron a manos españolas en 1954. Diez años después se construyó el Polo Químico de Huelva y dejó de embarcarse el mineral hacia Inglaterra por lo que el transporte del mismo en ferrocarril ya no resultaba rentable, era menos costoso hacerlo en camiones.
En 1975 el muelle dejó de funcionar y nueve años más tarde, en 1984, el último tren realizaba el viaje de Riotinto a Huelva por la vía comercial.
Afortunadamente, aún se puede vivir la experiencia de montar en ferrocarril. Solo hay que ir al Parque Minero de Riotinto para comprobar lo que se siente al ir montado en un vagón de finales del XIX tirado por una locomotora de vapor, que es la más antigua que aún sigue en activo en nuestro país.