(Las imágenes y el texto de este artículo, no corresponden a los contenidos del libro «Casinos de Huelva»)
Miguel Mojarro.
Solamente casinos y nada menos que eso.
Un amigo mío, que de vez en cuando me aporta ideas muy sabrosas, me comentaba hace poco el error que puede existir de considerar a los casinos algo semejante a otras asociaciones o agrupaciones.
Aunque en el libro «Casinos de Huelva» se trata el asunto con perspectiva sociológica, vamos a aportar hoy algunas ideas básicas que permitan claridad en las diferencias existentes entre casino y «lo que no es casino».
Hay entidades, que no son casinos, que pueden categorizarse en epígrafes tales como ateneos, colegios profesionales, casas regionales, clubs, peñas, sociedades militares, agrupaciones, …
Todas ellas existen con una característica que sirve de aglutinante para construir la asociación. A veces una filiación profesional (Colegios médicos, de aparejadores, …) o una afición deportiva (Peñas de fútbol, clubs tenis, …), o bien un vínculo cultural (Ateneos, asociaciones literarias, …).
Todos ellos poseen una característica que identifica a sus socios y que sirve de referente para que éstos se afilien. Es el elemento diferenciador que imprime carácter a los socios y define el tipo de actividad que acoge y la afición que comparten los asociados.
En estas sociedades, tal vez se pague una cuota, es posible que se lea la prensa, se charle con los amigos y, además, se juegue una partida de algún tipo.
Todo ello es compartido por los casinos, como actividades en sí semejantes. Todo ello puede ser considerado como aspectos que los hacen similares.
Pero no es suficiente para agruparlos en la misma categoría de los casinos, de la misma forma que no todos los animales que vuelan son lepidópteros, aunque tengan alas.
En Rociana, hay una asociación deportiva, la Peña Bética, que está en la misma plaza que el Casino, la Iglesia y las Cigüeñas (Así, con mayúsculas). Pero las personas que entran en este lugar, son aficionados al fútbol y decantados hacia el color verde de un equipo. Dentro, tal vez se juegue alguna partida, se lea la prensa (Fundamentalmente deportiva) y se charle con los amigos (Básicamente de fútbol). Pero en verde, como corresponde a los sentimientos deportivos de los asociados.
En Almonte, hay una asociación llamada «Peña Taurina», que agrupa a los aficionados a la fiesta, vayan o no a las corridas. Se da la circunstancia de que esta Peña tiene su sede en el interior del Casino de La Paz, en dependencia especialmente destinada a su carácter. Pero en sus mesas y sus butacas, el tema es taurino y las personas asociadas lo hacen compartiendo tal afición.
En Nerva, en el Casino El Centro, una asociación de aficionados a las setas, tiene su sede, en la que comparten afición, planifican sus salidas al campo y charlan de temas micológicos, porque es el afán que los reúne en dicha peña.
Y en Huelva, Sevilla y Segovia, hay asociaciones y peñas de deportistas, montañeros, aparejadores, físicos, miliares, profesores, … , que acogen en su seno a personas con aficiones o afectos compartidos.
Pero estén fuera o dentro del edificio de un casino, no son casinos. Son «otra cosa», con sus valores y méritos, con su historia y su enjundia, con sus honores y sus pecados, pero no son casinos.
Con una perspectiva sociológica, estas sociedades tienen una característica, que es el elemento que capta la atención y el interés por pertenecer a ellas. Algo que realiza la función de aglutinar los intereses de personas muy diversas, pero que tienen una apetencia compartida. Esta característica, el «relé» en el argot mediático, es el referente que nos permite saber que en tal asociación, sus componentes participan de un placer determinado y previamente anunciado.
Todo el que se hace socio de una entidad cultural, deportiva, profesional, de afición, … tiene vínculos emocionales con dicha actividad. Se asocia, por ese aspecto de la oferta y sabe que todos los que allí encontrará, comparten la afición o el afán.
Aunque dentro se juegue, se hable, se lea, …, es el carácter específico de la entidad lo que atrae la presencia del asociado. Los sevillistas, en las peñas sevillistas. Los aficionados al campo, en los grupos micológicos. Los profesionales, en los colegios de su rama. Los aficionados a los toros, en las peñas taurinas. Incluso las asociaciones de la «tercera edad», muchas de ellas municipales, en las que se realizan actividades semejantes a los casinos, tienen un elemento diferenciador: Sus integrantes son personas de una determinada edad, que para eso se lo han ganado.
Todas estas entidades tienen en efecto algo que comparten entre ellos y también con los casinos: Acogen el ocio y solucionan el tiempo de asueto. Como los casinos. Pero lo que los diferencia, es la forma, los procedimientos que utilizan y el carácter de su oferta. Y, sobre todo, la heterogeneidad de sus integrantes.
Mientras que las referidas entidades tienen en su nombre claramente explicitada su oferta de ocio, basada en algo que sus socios comparten, los casinos solamente ofrecen su nombre de pila: «Casinos». Pero no de béticos, ni de veterinarios, ni de físicos, ni de taurinos, … .
Un casino no capta la atención de la población desde una oferta específica y el carácter propio definido por actividades determinadas. Un casino no puede ser catalogado como el lugar en el que se unen las apetencias de un grupo de personas, porque compartan una afición o una filiación.
Un casino es un lugar en el que el asueto tiene su espacio y el ocio es satisfecho. Sí, pero sin la concreción de una propuesta de carácter propio ni cualidad específica. Por eso un casino no es semejante a las asociaciones antes mencionadas. Y dejaría de ser casino si tratara de parecerse. Sería un error de consecuencias irreparables para la entidad.
Un casino es lo que es y no debería pretender ser otra cosa, prostituyendo su existencia a cambio de obtener beneficios efímeros, que serían su final. El futuro de un casino está en su evolución, en su adaptación al entorno, en la riqueza de sus inquietudes, en lo original de su oferta, en la frescura de su imaginación, … . (Como Rociana, Corrales, Bella Vista, … ) Pero nunca habrá futuro en la mistificación de un casino, ni en la fusión de su esencia con otras esencias igualmente interesantes, pero no propias.
De la misma forma que el jamón hay que tomarlo con manzanilla de Sanlúcar o vino del Condado, pero no con café con leche. Sería otra cosa, pero no lo que es. Aunque para gustos … .
La próxima semana escribiremos sobre «lo que sí son los casinos». Hablaremos sobre lo que hay dentro del alma casinera y de lo que los hace diferentes, peculiares, magníficos. Abriremos en canal el interior de su esencia, para entender lo que es un casino, creo que algo que no se ha dejado ver por las páginas de libros y publicaciones. Alguna vez alguien tiene que decir qué es un casino, a diferencia de lo que no es. Es muy sencillo, pero terriblemente razonable y poco reflexionado.
No es mal sitio este periódico para dar la «buena noticia» de lo que sí es un casino. A ver si así «quien corresponda» abre la neurona del entendimiento y capta el mensaje. Ya es hora.
Hoy, solamente esbozar «lo que no son». Pero es importante que haya una reflexión sobre esto, en momentos en los que los casinos atraviesan un proceso delicado en su larga historia llena de valores.
También los patrimonios tienen crisis. Pero estas crisis no se solucionan reparando el patrimonio para que se convierta en … «otra cosa».
Equipo Azoteas
www.fotoespacios.com
www.azoteas.es
2 comentarios en «Los casinos no son otra cosa: Solamente casinos (Parte I. Lo que no son)»
“Ser o no ser, esa es la cuestión”, nos dice D. Miguel, parafraseando la gran cita de esta obra universal, Hamlet, de William Shakespeare, y es que “no es oro todo lo que relumbra”, por buen sucedáneo que sea.
Hoy sabemos lo que no es un Casino y la semana próxima conoceremos la idiosincrasia de esa efímera casa pequeña y elegante que tanta importancia tuvo mientras duró.
Espero con expectación.
Con gente como Benito de la Morena, todo es gratificante y motivador.
Y si el comentario procede de una mente como la suya, presión atmosférica a nivel del mar. Es decir, la máxima.
Pero hay presiones que obligan y esta vez trataremos de estar a la altura de las espectativas.
Gracias de nuevo por tus comentarios.