(Los contenidos de este trabajo, no corresponden a los del libro «Casinos de Huelva»)
Miguel Mojarro.
El pasado día 24 de abril, el Ilmo. Sr. D. Benito de la Morena, protagonizó una conferencia en la Universidad de Huelva. El tema, «Un segundo en la vida del Universo».
Mientras gozaba de la palabra amena y rigurosa de D. Benito de la Morena, muchas imágenes se agolpaban en la puerta de salida de las ideas. De momento, una de ellas se convierte en ganadora: La reflexión, como propuesta inteligente que conduce al conocimiento.
La tesis fundamental del conferenciante, era muy sencilla: El Universo, como motivo de reflexión, teniendo en cuenta lo inmenso de su concepto y lo infinito de su desarrollo. El Universo, finito en un espacio infinito.
Y, envolviéndolo todo, el Tiempo. Esa dimensión extraña que afecta a todas las demás, la transversal incómoda que a veces soluciona problemas y otras los crea.
Como en la reflexión de Don Benito, que coloca a nuestra mente en la situación conflictiva de poner sobre la mesa Universo y Tiempo, en ese maridaje extraño que genera vida e inquietud.
Universo infinito y Tiempo incontrolable. Por eso las civilizaciones de todas las épocas han solucionado sus problemas de comprensión con metáforas y alegorías que han aportado sosiego a su angustia.
Universo para imaginar y Tiempo para esperar. Y una propuesta para una reflexión no siempre cómoda.
En medio, el hombre, como especie, que supera las angustias de su pensamiento no pensando.
Pero no por eso el Universo deja de ser el inquilino de un espacio infinito, ni el Tiempo juez que soluciona o condena.
Tan sólo algo puede sobreponerse al Tiempo y dejar una huella permanente de la presencia del hombre (como especie) en ese espacio infinito que ocupa el Universo.
Tan sólo la obra del hombre (especie) puede superar un presente efímero y permanecer en varios futuros que serán presentes.
La obra del hombre (especie), que puede alcanzar la categoría de Patrimonio, si los que vienen detrás alcanzan a valorarlo.
Patrimonio, que es como decir permanencia en el tiempo y valor (insignificante, pero valor) en esa inmensidad que es el Universo.
¿Habrá más patrimonios en ese espacio incomprensible? No lo sé ni me importa hoy. Solamente alcanzo a observar mi entorno, el del presente y sentir el temor de que lo que veo no permanezca.
Patrimonio. Patrimonio, como valor presente. Patrimonio como herencia de otros presentes. Patrimonio como reto al Tiempo y como aportación en Universo impensable.
Patrimonio es la palabra y el reto. Para la reflexión y para el goce. Para propia existencia y para la demanda al futuro.
¿Que no sabemos bien lo que es Patrimonio? Ese no es precisamente un problema sin solución. Basta con pensar un poco, preguntar o consultar en todos los sitios donde hay respuestas. Pero a veces la pereza nos hace no buscar respuestas.
Patrimonio es todo valor nacido de la acción del hombre o de la Naturaleza, para el hombre. Así de simple y de complejo. Así de sencillo y de turbador.
Patrimonio, lo mejor que podemos obtener de nuestra presencia en este Universo, con la venia del Tiempo.
Y el resto es sencillo: Un segundo en la inmensidad del Tiempo y en lo inconmensurable del Universo. Un segundo, en el que la vida del hombre (como especie), ha dejado muchas obras, que pueden explicar lo eficaz y noble de nuestra presencia aquí.
En ese segundo, docenas, cientos, miles, … de acciones humanas han dejado huella en forma de Patrimonio. Los actores y sus descendientes se han encargado de mantenerlo o destruirlo. Depende del grado de lucidez de sus mentes. O de su egoísmo. Patrimonio es la clave. Para que nuestra reflexión alcance a comprender que son nuestros hechos y lo que encontramos a nuestro alrededor, lo único que puede ofrecer una imagen confortable de nuestro presente efímero y un placer para otros presentes que vendrán cada día.
Y en ese zurrón pequeño de nuestro Patrimonio, los Casinos, como receptores de dos dimensiones fundamentales en nuestra vida: Un espacio insignificante en ese Universo de vértigo y un Tiempo efímero que no se detiene.
Por eso los Casinos son un Patrimonio admirable entre los hechos sociales, de los que somos actores principales.
Los Casinos, Patrimonio en el que se explican y solventas las dos inquietudes que los hombres (especie) tenemos y que no se solucionan, generación tras generación: Qué hacer en el breve tiempo de nuestra vida y dónde hacerlo.
Los Casinos son una respuesta y una solución. En ellos, el hombre (especie) satisface sus tres vocaciones inconfesas: Relacionarse, jugar y mirar, más allá de las obligaciones, laborales y familiares, que la sociedad impone.
Y lo hace en el tiempo que le está permitido, cuando se ha terminado el tiempo de la obligación y la necesidad. Cuando se puede decir: «Me voy al Casino».
Ese tiempo es el único que se escapa a la tiranía del Tiempo como dimensión, porque es cuando no se percibe que la vida pasa. Es una pausa que se hace en ese vertiginoso acontecer de los días.
El Casino, como Patrimonio, porque es obra de hombres (especie) que supieron crear ese espacio en el que sentir el placer de ser y estar.
Patrimonio, como valor social que nada puede contra la tiranía del Universo y del Tiempo, pero que es una de las pocas acciones que deja de nosotros una huella honorable e inteligente.
Aunque en el Universo no se aprecie y el Tiempo lo haga insignificante.
Pero es importante atender la propuesta de Don Benito de la Morena de reflexionar sobre estos conceptos, porque tal vez seamos capaces de entender lo importante de valorar, en nuestro efímero presente, la presencia del Patrimonio.
Así, con mayúsculas: Patrimonio.
Equipo Azoteas
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