Juanmi González: «Cuando estoy fuera de Huelva, parece que nunca llega el momento de volver. Cuando estoy aquí, no me lo creo»

Isabel Limón. El trabajo, la constancia y el amor por el deporte, por el voleibol. Así puede definirse a Juan Manuel González, ‘Juanmi’, deportista onubense y jugador del Bluvolley Verona italiano. Juanmi vuelve, por segunda vez, a vestir la equipación de la Selección Española de Voleibol para la concentración previa que el equipo realizará la semana que viene.

A sus 20 años, Juan Manuel González ya ha recorrido importantes clubes españoles de vóley y ya figura como uno los jugadores más destacados de la selección nacional. Comenzó su pasión por el deporte en su pueblo, San Bartolomé de la Torre y un año después, empezó a jugar en equipos onubenses hasta que con 15 años se marchó a Palencia a jugar. A pesar de estar fuera, el joven onubense mantenía su relación con el C.D. Siglo XXI con el que seguía jugando campeonatos. Sus últimos años en equipos españoles los pasó jugando en el equipo de Utrera y en el Unicaja Almería.

Empezaste muy pequeño a jugar al voleibol, ¿cómo fueron los principios en el mundo del voleibol?

Con tan solo 5 años empecé a jugar al voleibol, mis inicios fueron en una escuela en el polideportivo de ‘Las Américas’. Siempre me gustó el deporte, pero sin duda el voleibol era lo que más me gustaba. Mis inicios, como en cualquier otra cosa fueron lentos. En el mundo “real” del voleibol empecé siendo alevín, jugaba en el C.D. Siglo XXI, con el que fui a campeonatos de Andalucía. A  pesar de que fue un proceso lento, no fue nada difícil porque el equipo estaba formado por grandes amigos, con los que congenié rápidamente y con los que aún mantengo muy buenas relaciones.

¿Ha sido muy complicado el camino hasta llegar a competir a nivel profesional?

Cuando algo te gusta y te apasiona, como es mi caso con el deporte y, en concreto con el voleibol, cualquier esfuerzo merece la pena. Llegar a competir en grandes equipos, e incluso vestir la equipación de la selección, no ha sido fácil, pero como todo, ahora tengo la recompensa. El momento más duro y el paso más importante fue entrar en el equipo de Palencia, me fui con 15 años a una ciudad nueva y estaba prácticamente solo. Pero la estancia allí me ayudó bastante, me hizo madurar y aprender a desenvolverme solo.

¿Supone mucho sacrificio la dedicación al voleibol?

Cualquier deporte es muy sacrificado y supone una completa dedicación por parte del profesional que se dedique a ello. No solo a la hora de los entrenamientos, también en la alimentación y el descanso, dos hábitos fundamentales en la vida de cualquier deportista.

¿Cómo es tu día a día?

Mi vida cambió desde el momento en el que decidí dedicarme al jugar a voleibol. Mi día a día en temporada se resume en la palabra “entrenamiento”. Me levanto temprano, desayuno y me voy a entrenar. Después voy a comer, descanso un poco y voy de nuevo a entrenar, luego ceno, hablo con la familia, y a descansar.

Ya has debutado en la Selección Española Absoluta de Voleibol,  ¿cómo viviste el momento en el que te seleccionaron para el equipo nacional?

Es un sueño para cualquier jugador de voleibol, era algo que siempre había querido, por lo que fui a Palencia, y por lo que había luchado toda mi vida. Ahora quiero seguir formándome y formando parte de ella.

¿Cómo ha sido tu trayectoria en la selección?

Con 15 años empecé a jugar en la selección Juvenil, después fui a Palencia a la Permanente y seguí con las selecciones menores 4 años más. Al cuarto año empecé con la Absoluta, con la que debuté el verano pasado.

¿Cuáles son tus proyectos futuros y tus objetivos?

Mi propósito es llegar a ser un gran jugador, en el que poder confiar y de los que siempre hacen falta en cualquier equipo. Estoy trabajando muy duro y esforzándome para llegar a mi máximo nivel y mantenerme todo lo posible en él. La vida de un deportista siempre está llena de objetivos y retos, siempre hay una nueva motivación y una nueva lucha. Cada temporada me marco mis propias metas, algunas veces llego y otras tengo que trabajar un poco más para conseguirlas.

Actualmente juegas en un equipo extranjero, ¿cómo llevas el vivir fuera?

El vivir fuera solo tiene dos problemas, que estas completamente solo, y que estas lejos de la familia, todo lo demás bajo mi punto de vista son ventajas. Desde que me fui de mi casa he aprendido mucho y he madurado profesional y personalmente, tuve que aprender a valerme por mí mismo y eso me ha enseñado mucho.

¿Qué piensa tu familia de que te dediques al voleibol?

Mi familia siempre ha sido mi gran apoyo. Sé que están orgullosos de mí y de que siga luchando y esforzándome al máximo en

cada entrenamiento. Pero sí es cierto que la distancia es dura, que me echan de menos, igual que yo a ellos, pero es el precio a pagar, es uno de los sacrificios que tengo que hacer para seguir creciendo en el mundo del voleibol. Mi familia y el tener tiempo libre para dedicarme a mis amigos, son algunas de las cosas que más echo de menos de los años en los que el voleibol era un hobby.

¿Y tus amigos, te apoyan?

Aunque esté fuera, nunca he perdido el contacto con mis amigos, gracias a las redes sociales, ellos son otro de mis grandes apoyos. Cada vez que puedo escaparme unos días, ellos están deseando que les llame para tomar algo y poder vernos.

Y los estudios…

Es complicado mantener el mismo ritmo en el deporte y en los estudios. Jugar al voleibol requiere muchas horas de entrenamiento y una dedicación casi exclusiva, pero no renuncio a seguir formándome y aprendiendo. Ahora estoy terminando el Bachillerato, que no pude terminar el último año en Palencia.

A tus 20 años, competir a tan alto nivel supone un gran esfuerzo, ¿verdad?

Bueno, supone el esfuerzo de cualquier otro, solo que al ser más joven, se tiene menos experiencia, pero para eso está la vida, para adquirir conocimientos y experiencias. Además todo es más difícil estando lejos de casa y de mi familia, pero yo he decidido perseguir mi sueño y luchar por él.

¿Qué es lo que más echas de menos de Huelva?

De mi Huelva todo. Sobre todo la familia, lo típico, pero se echa de menos cada detalle, hasta la música (andaluza). Cada kilómetro que me voy acercando se va notando en mi cara de felicidad. Cuando estas fuera parece que nunca va a llegar, y cuando llegas no te lo crees.