Paula Crespo. Si hay un personaje histórico de procedencia onubense y de influencia universal en el ámbito científico, ese es Álvaro Alonso Barba. Natural de Lepe, este sacerdote y humanista fue reconocido como el mejor metalurgico del siglo XVII por el descubrimiento y perfeccionamiento de un método de extracción eficiente para la plata en el cerro de Potosí, en Perú.
Sus 31 años de misiones e investigaciones recorriendo las minas del Altiplano de Perú dieron como fruto una obra científico-tecnológica, Arte de los Metales (1640) que fue la única original en cualquier idioma, escrita sobre metalurgia en el siglo XVII, y que le ha valido, el reconocimiento de ilustres como Menéndez Pelayo.
Si algo destaca de este ilustre lepero es la manera en que aunó lo profano y lo religioso siempre al servicio de los demás. Nunca escondió sus investigaciones, ni sus hallazgos, ni los usó en beneficio propio, sino que los puso a disposición de la evolución económica de las Indias.
Álvaro Alonso Barba nació en 1569 en la villa de Lepe -del Marquesado de Ayamonte– en el seno de una familia de abolengo. Reinaba entonces en España Felipe II (1556-1589) y en Andalucía occidental se vivía una época de esplendor económico y cultural y fervor religiosos. Por aquel entonces, Lepe era una fortaleza que vigilaba el paso sobre el río Piedras en el camino hacia tierras ayamontinas.
A los 16 años Alonso Barba, que también firmaba como álvaro Alonso Barba Toscano y Álvaro Alonso Barba de Garfias, se marchó a tierras sevillanas para empezar sus estudios universitarios en el Colegio Mayor de Santa María de Jesús, donde se licenció en Artes. Luego estudió Teología y la carrera eclesiástica y se doctoró. De acuerdo con una relación de métodos y servicios de 1658, fue un gran estudiante que sabía latín, griego, hebreo, italiano, portugués, quichua y Aymara.
En esa época de esplendor que se vivía en Sevilla especialmente protagonizada por el comercio con América y centralizada en la Casa de la Contratación, comenzaba su curiosidad por las tierras americanas ricas en minerales y metales preciosos y por sus métodos de extracción, explotación y elaboración.
Hay bastantes lagunas en lo que a la biografía de Álvaro Alonso Barba se refiere, de modo que se apuntan diversas fechas para su llegada a América como sacerdote. Entre 1590 y 1604 debió estar la fecha exacta de su desembarco en tierras americanas, concretamente al Altiplano peruano (hoy Bolivia), aunque se cree que pudo ser incluso antes. Allí se encuentra con un territorio organizado en lo eclesiástico por el Arzobispo Santo Toribio de Mogrojevo y en lo político por el Virrey Francisco de Toledo -en 1541 muere Francisco Pizarro, descubridor de estas tierras y tres años más tarde comenzaron los virreinatos-.
Las minas y el brillo de los metales preciosos deslumbraban por aquel entonces a España y América, especialmente en Perú donde sobre todo llamaba la atención la plata. Allí se descubre en 1545 la mayor ciudad del Nuevo Mundo y el asiento más importante de las Indias: Potosí, de cuyo cerro se extraía la plata por las más de 5.000 bocas, por lo que el propio Alonso Barba la consideraba la «meca minera del mundo». Junto con Charcas, fueron lugares muy importantes para la historia universal durante la segunda mitad del siglo XVII. Una época en la que desde los virreinatos se fomentó la industria minera y se procuraba el envío de oro y plata hacia tierras españolas.
Sin embargo, el metalúrgico de Lepe no llegaría a Potosí hasta 1635. Antes recorrió el Altiplano de Perú de parroquia en parroquia, algunas de minas como las de Tarabuco, Tiaguanaco, Lípez, Oruro…donde investigó y estudió tanto los terrenos argentíferos como los métodos de extracción de los metales y de explotación de los recursos mineros, en una zona en la que la metalurgia evolucionó muchísimo, especialmente en la cultura Mochica (300 a.C – 500 d. C.) y posteriormente con los Incas (1470-1533).
Antecedentes metalúrgicos.
Los indios beneficiaban la plata mediante su fundición en unos 6.000 hornillos, denominados guayras y aunque también se conocía la amalgamación de metales, no fue hasta 1555 cuando el mercader sevillano Bartolomé de Medina descubrió el procedimiento de amalgamación de la plata por azogue (mercurio) en frío. Este descubrimiento fue revolucionario, pero en sus estudios Alonso Barba demostró que era muy costoso y poco eficiente por la gran pérdida de azogue que se producía y el daño medioambiental del mismo.
Así, se inició en las Indias una serie de investigaciones que culminó hacia 1590, cuando se produjo el hallazgo de la amalgamación de la plata en caliente por cazo y cocimiento, que fue perfeccionado mediante ensayos entre 1609 y 1617. La innovación introducida por este método radica en la utilización de cazos de cobre en vez de hierro, consiguiendo una reducción en los costes, especialmente por la menor pérdida de azogue.
En 1635 Álvaro Alonso Barba ya había adquirido una gran reputación, que le valió para que Juan de Lizarazu, del Consejo de su Majestad y su Presidente en la Real Audiencia de La Plata, lo trasladara a la Parroquia de San Bernardo en Potosí y le pidiera que recogiera todas sus investigaciones y toda su experiencia americana en una obra. De modo que en 1637 dedica su obra a Lizarazu, quien la remite al Real Consejo de Indias. El título completo es: Arte de los metales en que se enseña el verdadero beneficio de los de oro y plata por azogue, el modo de fundirlos todos, y como se han de refinar, y apartar unos de otros.
Compuesta por cinco libros, se edita en Madrid en 1640 en la Imprenta del Reino, bajo el reinado de Felipe IV (1621-1665). Está compuesta por cinco libros -el método nuevo se recoge en el libro III- y su mérito radica principalmente en su carácter enciclopédico, ya que el metalúrgico de Lepe recoge de manera sistemática los conocimientos metalúrgicos de su época, demostrando una completa erudición, así como en la nueva forma de afrontar los procesos químicos, por los aspectos tecnológicos modernos que se incluyen.
Esta aportación de Alonso Barba sirvió para que siglo y medio más tarde la amalgamación se pusiera en práctica de manera industrial en Europa con el método del Barón de Born (Viena, 1780) que, de acuerdo con Humboldt es una «ligera modificación» del del sacerdote y metalúrgico lepero.
Antes en 1779 se convirtió en libro de texto de la «Academia y Escuela Teorico-practica del Beneficio de los Metales», primera Escuela de Minas de Potosí, para aprender los conocimientos teóricos durante los tres años de preparación.
Vuelta a España
Hasta 1644 estuvo en Potosí contribuyendo a la extracción masiva de metales de su cerro, fecha en que se fue a la Catedral de La Plata, sede de la Audiencia donde estuvo hasta 1658, continuando también con sus investigaciones en la región de Charcas.
Pero estando en La Plata y según sus escritos en el Memorial al Rey (1649) supo «por dos hombres de Lepe, mi patria, que estaban haciendo un barco para la laguna de Chuchuyto» la historia de uno de Niebla respecto a la existencia en su tierra de rico mineral de plata. Esto despierta su interés y aviva la añoranza de su tierra por lo que solicita autorización para regresar a España para poner en práctica sus conocimientos «vieniesse yo a España a hazer las pruevas y experiencias, y enseñar obrando…» sobre minerales y escoriales fenicios y romanos de Rio Tinto, extraídos en por fundición y ricos en metales preciosos y en las minas de plata de Niebla.
Obtuvo el permiso en 1657 y llegó a la península al año siguiente, acompañado de dos colaboradores. A pesar de su intensa actividad y de sus frecuentes viajes, no consiguió Alonso Barba resultados positivos en los memoriales que dirigió al monarca en esta época (1659-1660) expresó duras críticas contra la política minero-metalúrgica de la corona, culpable, a su entender, de la postrada situación de la minería en la metrópoli.
En el Memorial al Rey de 1659 dice literalmente: «Riquissimas fueron sin duda las minas antiguas de la Andaluzia, que se veen azia el naciomienro de rio Tinto y su contorno. Bien lo demuestra la cantidad increible de cerros de escorias de las fundiciones de sus metales y las muchas reliquias de oro y plata que se hallan en ellas.»
Desmoralizado por la escasa comprensión de los medios oficiales, solicitó permiso para volver a América (1660), mientas seguía sus investigaciones y experimentos para el beneficio de metal blanquillo haciendo numerosas pruebas en Valverde y en Niebla. Sus ensayos dan como resultado la obtención de oro de 24 quilates.
El permiso para volver a Indias le fue otorgado en 1662 y no llegó a utilizarlo por sobrevenirle la muerte en Sevilla, a punto de cuplir 93 años.
En su testamento había dejado todo previsto para su entierro y sepultura en la Iglesia del Colegio de los jesuitas de San Hermenegildo y en el reparto de su herencia se acuerda de Indias de Sevilla y de su Lepe natal: «Yten mando se le den al monasterio y convento de rreligiosos franciscanos de Nuestra Señora de la Bella de la dicha villa de Lepe mill reales de vellon por una vez». «Yten mando al ospital de la dicha villa de Lepe otros mill reales de vellon de limosna por una vez».
En definitiva, Alonso Barba fue el gran peregrinador, misionero y conocedor de la minería del Altiplano y pilar fundamental de la España del siglo XVII en lo que a minería y metalurgia se refiere, causa a la que se entregó de manera totalmente desinteresada y con un gran carácter de servicio público.
En Lepe se le recuerda hoy con un monumento inaugurado en 1994 que se encuentra en el Parque de la Coronación.
1 comentario en «Alonso Barba, el sacerdote de Lepe que se convirtió en el metalúrgico de referencia del siglo XVII»
No estaría de más que la autora citara las fuentes que le han servido para escribir el artículo. Tampoco estaría mal que se aclarase sobre la geografía histórica americana y sus actuales equivalencias.
Por cierto, el inmueble de la Casa de Contratación sigue existiendo y hasta se catalogó como bien patrimonio de la humanidad juntó a otros edificios sevillanos.