Sergio Borrero. El Jueves Santo onubense es una jornada con sabor clásico, de cofradías de centro. La primera de ellas en ponerse en la calle es la Ilustre y Agustiniana Hermandad del Santísimo Cristo de la Buena Muerte y Nuestra Madre de la Consolación y Correa en sus Dolores.
A las 19:10h de la tarde se ponía en la calle el cortejo de esta hermandad con la particularidad de que realizan su salida desde el colegio Santa María de Gracia, debido a las reducidas dimensiones del templo agustino. Muchos de los hermanos que procesionan en la tarde noche del Jueves Santo pertenecen o han pertenecido al colegio de las agustinas, muy ligado a la corporación. Las largas filas de nazarenos vistiendo el hábito negro ceñido por la correa agustina y portando sus cirios al cuadril salían por la calle Palos esperando encontrarse con su Cristo de la Buena Muerte y alumbrar su caminar por las calles de Huelva.
Pasados unos minutos, el Santísimo Cristo de la Buena Muerte se disponía frente al dintel de la Iglesia Santa María de Gracia. Los costaleros comandados por Miguel Ángel Mora comenzaban a realizar la compleja maniobra de salida a causa de las reducidas dimensiones de la puerta del templo. De rodillas completamente y con el Cristo hundido hasta la cintura sobre su monte de flores, el primero de los pasos de la cofradía se ponía en la calle. Como estreno destaca el nuevo cajillo de anclaje del Cristo a su paso.
Los sones de la Banda de cornetas y tambores Cristo de la Expiración recibían en la calle al Cristo de la Buena Muerte, una banda que a lo largo del recorrido entre otras piezas de corte clásico, interpretará la marcha “Madres Agustinas”, una nueva composición propia dedicada a la hermandad del Jueves Santo. El imponente y majestuoso paso de misterio tallado en caoba proveniente de la República Dominicana por José García Páez en los años cincuenta y con apliques en plata de ley de Jesús Domínguez lucía un monte de claveles rojo “sangre de toro”.
Una vez subido el Cristo a su posición natural, se encaminaba ya en busca de la carrera oficial. Los tramos que anteceden al paso de la virgen de Consolación seguían bajando por Tres de Agosto para incorporarse al cortejo procesional antecediendo a la titular mariana. La Virgen de Consolación y Correa en sus dolores figura en un paso alegórico, contemplando la Virgen la cruz vacía ya sin su hijo. Estrenaba este año la primera fase del proyecto de remodelación y culminación de su paso, obra de Ramón León Peñuelas a principio de los noventa. Dicha fase, realizada por el mismo orfebre que lo labró, ha consistido en la modificación de los candelabros, reduciéndose la altura y la realización de unas pequeñas jarritas en plata dispuestas a lo largo de toda la canastilla. En próximos años está previsto continuar con estas modificaciones para dar con el aspecto definitivo del paso de la Virgen de Consolación.
Lucía la Virgen perfectamente ataviada por su vestidor Antonio Bejerano el terno negro, con su saya bordada en oro y ráfaga de plata sobredorada obra de Joaquín Ossorio. A sus pies se disponía un exorno floral compuesto por calas blancas. Los sones de la Banda municipal de música de Villalba del Alcor acompañaban en su procesionar a la titular mariana de la cofradía, con el peculiar tambor destemplado en señal de duelo.
La Hermandad, en puertas ya de su centenario fundacional que tendrá lugar en 2016, realizará un precioso recorrido por las calles estrechas y con más sabor del centro de la ciudad, llegando a su momento más emotivo cuando ya de vuelta por la calle Palos, las madres agustinas reciban desde la clausura de su convento entre rezos y cantos a los dos titulares que custodian durante todo el año en el interior de su templo.