HBN. La Semana de Pasión de Huelva es para vivirla con los cinco sentidos. La salida en procesión de las Hermandades desde el mismo Viernes de Dolores despierta de golpe un sinfín de sensaciones que podemos experimentar y disfrutar con la vista, el oído, el olfato, el gusto y el tacto, gracias a las distintas tradiciones que se dan cita en estas fechas.
Estas sensaciones se concretan en aspectos y elementos tan característicamente cofrades como el incienso, los exornos florales, las vestimentas y bordados de las imágenes y de los nazarenos, los sones y acordes de los acompañamientos musicales y, cómo no, los característicos dulces de Semana Santa, que son verdaderas pasiones para el paladar.
Precisamente las flores, las túnicas y los bordados y los dulces típicos cofrades son tradiciones históricas e imprescindibles de estas fechas y a ellas va dedicado este reportaje.
La repostería cofrade
No se puede hablar de repostería tradicional cofrade onubense sin mencionar las torrijas las torrijas, los hornazos y las cocas. Tres delicatessen bien conocidas en la gastronomía de la provincia onubense que cautivan el sentido del gusto y hacen que el paladar evoque los sabores de la Semana de Pasión de Huelva.
Para hacer unas buenas torrijas hay que coger una base de pan y embeberla con leche perfumada en canela y limón, aunque también está la opción de pasarlo por vino dulce. A continuación se bañan en huevo batido y se fríen, para posteriormente emborracharlas en miel o almíbar.
Los hornazos y las cocas, sin embargo, se hacen con masa horneada, y con almendras. Los primeros son similares a una torta de aceite con el citado fruto seco y huevo. Se hacen, una vez que tenemos la base, batiendo los huevos con el azúcar y luego añadiendo ralladura de limón y cabello de ángel. Posteriormente se le incorpora la almendra y la canela y, una vez listo, se le espolvorea ajonjolí, canela molida y trocitos de almendra.
La coca, de origen árabe, es muy similar, ya que también lleva almendras, cabello de ángel y el aroma que le confieren el anís, la matalahúga, la canela, el sésamo y el ajonjolí.
Las flores
El exorno floral tiene desde el siglo XIX un papel destacado dentro de la Semana Santa onubense, ya que contribuyen a ensalzar el conjunto visual que conforman las imágenes y los pasos que cada año realizan su estación de penitencia.
De hecho, su elección no se deja al azar, depende del carácter y la idiosincrasia de la cofradía y suele haber un especialista dentro de la hermandad encargado de la misma. En cualquier caso suele ser el paso de Cristo (misterio o crucificado) el que marca la pauta del tipo de flor y el color que va a llevar.
Así, normalmente las hermandades de silencio se decantan por el rojo, el morado o el burdeos para los pasos de Cristo, mientras que para el palio se opta habitualmente por el color blanco. Mientras que una hermandad de carácter popular suele preferir tonos más mezclados, en general, colores claros y alegres.
En cualquier caso, la Semana Santa onubense ha experimentado una enorme evolución en las últimas décadas en cuanto a exorno floral se refiere, puesto que los gustos han cambiado de forma radical, tanto en la elección de la especie floral, como en la temática elegida y la colocación misma de las flores.
Los bordados y las túnicas
Para que las imágenes luzcan lo mejor posible, es tan imprescindible el trabajo del vestidor como el de la modista, costurera o bordadora, cuyas manos se encargan de engrandecer las vestimentas de los titulares. Un trabajo artesanal, que muchas veces pasa desapercibido, pero que va impregnado de una gran devoción y que sin duda tiene una influencia monumental ya que permite realzar las imágenes y provocar un gran impacto visual en su estación de penitencia.
También en lo visual influyen los hábitos de los nazarenos de las distintas cofradías que procesionan en Huelva. Los colores de las túnicas tienen un carácter simbólico más allá del propio impacto visual que provocan los cuerpos de nazarenos por sí mismos.
Así, el negro significa luto, el morado luto y penitencia, el verde esperanza, el azul caridad…algo parecido ocurre con los cirios, que muchas veces cambian de color dentro de los propios cortejos, por ser de respeto o por simbolizar algo, como por ejemplo las hermandades sacramentales, como la de Pasión, portan cirios de color rojos.
En definitiva, la Semana Santa está cargada de tradiciones, artes y simbologías que contribuyen a provocar un abrumador abanico de sensaciones para todos nuestros sentidos.