Sergio Borrero. Huelva tenía ganas de Semana Santa y así quedó patente en la jornada de ayer, Viernes de Dolores. Las Colonias recibía a todos los cofrades onubense que un año más se congregaron en torno a la Virgen de los Dolores para disfrutar del primer paso de palio en la calle, a escasas horas ya de que las hermandades del Domingo de Ramos realicen su estación de penitencia.
Puntualmente según la hora marcada por la hermandad se abrían las puertas de la Casa Hermandad de la Lanzada, en la calle Don Bosco. El cortejo lo abría una cruz alzada alumbrada por ciriales, tras la que se situaban hermanas de la corporación vestidas de mantilla. Tras ellas, se disponían la Hermandad del Rocío de Emigrantes, con su guión de camino y la Hermandad de Santa Bárbara. En la presidencia acompañaban al hermano mayor de la Lanzada el subdelegado del gobierno en Huelva, Enrique Pérez Villega; el alcalde de la ciudad, Pedro Rodríguez y el hermano mayor de la Cinta, Manuel Romeu.
Pasados unos minutos de las 19:00h, hacía su salida el palio azul portando en su interior a la Reina de las Colonias. Los sones de la Banda municipal de música de Aznalcóllar recibían a la Virgen entre vivas y pétalos de sus devotos. Claveles, gladiolos y rosas, todas ellas en tonos blancos, exornaban el palio.
Un mar de fieles acompañó el andar de la Virgen durante todo su recorrido bajo una temperatura de lo más agradable y luciendo un espléndido sol, después de que el pasado año tuviera que suspenderse la salida procesional a causa de la lluvia. Con el bello andar que le imprimían sus costaleros la Virgen se fue dirigiendo a la plaza a la que le da nombre, centro de la barriada y donde se vivieron los momentos de mayor emoción de toda la tarde noche. Nuestra Señora de los Dolores entraba en su plaza a los sones de Rocío y era la propia Hermandad de Emigrantes la que la recibía junto a su simpecado. El coro de Emigrantes cantó unas sentidas sevillanas a la virgen, a la que se les unieron varias saetas y nuevos cantes durante todo el recorrido.
Una vez abandonada la Plaza de los Dolores, la procesión buscaba ya su visita a la residencia de las Hermanas de la Cruz, donde nuevamente las emociones saltaron, convirtiéndose este punto en uno de los más emotivos de esta procesión del Viernes de Dolores. Poco a poco las horas se iban consumiendo y la luz del sol daba paso a la de la candelería que iluminaba el rostro de la Virgen de los Dolores. Minutos después la hermandad llegaba a la Comandancia de la Guardia Civil, donde esta institución tan vinculada con la Hermandad y que escoltaba el paso de palio recibía a la Virgen cuando volvía a sonar la marcha real.
Escasos minutos pasaban de la medianoche cuando la Virgen de los Dolores enfilaba ya la calle Don Bosco nuevamente para poner fin a su procesión. Con los sones de la marcha Encarnación Coronada la Virgen fue entrando poco a poco en su casa hermandad donde aguardará hasta el próximo Martes Santo.